¿Por qué menos es mas en diseño?
Menos es menos, más es más
Va siendo tiempo de jubilar al casi centenario lema «menos es más».
AutorLuciano Cassisi Seguidores: 2033
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¿Qué es mejor en diseño: lo barroco, lo recargado, lo complejo?, ¿o lo simple, lo austero? La respuesta del arquitecto y diseñador industrial alemán Ludwig Mies van der Rohe fue: «menos es más».1 Este famoso lema ha logrado instalar, desde las primeras décadas del siglo veinte, la idea de que las cosas simples son mejores que las complejas, que el adorno siempre está de más. A poco de que se cumpla un siglo desde que los diseñadores —de muchas áreas— adoptamos aquella consigna moderna, resulta curioso que sigamos reproduciéndola incluso cuando nuestra propia realidad diaria demuestra su falsedad.
Lo decorativo y lo complejo forman parte de las producciones humanas probablemente en igual medida que lo austero y lo simple. Haga usted el intento. Elija cualquier espacio que tenga cerca y haga un inventario de cuántas cosas son simples y cuántas complejas, y pregúntese si las últimas realmente mejorarían si fuesen como las primeras.
Las «máximas», los lemas, las ideas dogmáticas, en determinados momentos pueden resultar útiles para combatir otros dogmas instalados previamente. Por ejemplo, en los tiempos de van der Rohe, de la Bauhaus, el dogma reinante imponía la floritura. El lema «menos es más» representó un fuerte golpe al estilo de los creadores de la época, y sirvió para sacarlos del encierro en el que se encontraban. Dio lugar a una nueva estética, tan dogmática como la anterior, y en total consonancia con la nueva necesidad de programar la obsolescencia y renovación de los objetos que imponía el sistema económico que empezaba a instalarse en el mundo: la economía de consumo de productos industrializados.
Si bien la consigna «menos es más» resultó muy útil durante muchos años, en el tiempo transcurrido las profesiones dedicadas al diseño han evolucionado muchísimo. Los diseñadores ya no trabajamos a tientas. Tenemos conocimientos comprobados empíricamente por infinidad de proyectos realizados durante más de un siglo. Antes de comenzar un trabajo definimos junto al cliente un programa de necesidades específico y único para cada proyecto, que determina, entre otras cosas, cuándo conviene la simpleza y cuándo la complejidad, con total independencia de dogmas y lemas marquetineros.
Va siendo tiempo de poner al lema «menos es más» en el estante de los recuerdos, dado que su función concientizadora ya no se necesita, incluso viene sobrando. Es tiempo de abandonar el sentido figurado y dar a las palabras el sentido que tienen: «menos es menos» y «más es más».
La cuestión es tan simple que la conocemos todos: cuando se necesita menos se diseña más simple, más austero, y cuando se necesita más se diseña más complejo, se incluyen recursos decorativos. Si fuera necesario contar con una consigna en el sentido de la anterior, esta podría ser: «menos cuando conviene menos, más cuando conviene más».
Una apostilla
Siempre que estoy por publicar un artículo lo comento antes con amigos. En este caso en particular, encuentro de especial interés compartir lo que me escribió sobre el artículo Norberto Chaves: «el problema con los «dogmas correctivos» es que pronto pierden su carácter correctivo y quedan como dogmas». Además me recordó una frase de Thomas Henry Huxley que él mismo citó en su libro Desafueros: «El sino corriente de las nuevas verdades es comenzar como herejías y acabar como supersticiones».
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- La expresión «menos es más» suele atribuirse a Ludwig Mies van der Rohe, que es quien la ha hecho famosa, pero se le ha asignado la autoría previa al poeta alemán Christoph Martin Wieland (1733-1813). Sea o no el creador de la consigna, hay quienes consideran que el sentido que se le suele dar a esta frase no coincide plenamente con el que le quiso dar el van der Rohe. De hecho, su obra arquitectónica no es para nada simple. Al contrario, incorpora a su época complejidades que no se perciben a primera vista y mucho menos cien años después. Su «menos es más» no se centraba en la estética despojada sino en optimizar el uso de materiales e instalaciones para obtener beneficios en rendimiento, economía, confort, etc.
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