¡Con mi diseño no te metas!

El tabú de la crítica interprofesional: inseguridad, paranoia y refugio en el corporativismo.

Norberto Chaves, autor AutorNorberto Chaves Seguidores: 3949

En ciertos sectores profesionales de la publicidad y el diseño gráfico circula una suerte de norma deontológica que obliga a guardar silencio acerca de los trabajos de los colegas. Esta norma parte de la supuesta solidaridad obligada entre pares. El profesional debe ser leal, ante todo, a sus colegas y jamás criticar su labor, cualquiera fuera la calidad de ésta.

Pero ¿quiénes hay más autorizados que los buenos profesionales de una especialidad para detectar defectos y virtudes en los servicios de sus colegas? Aplicando aquella norma, para criticar, por ejemplo, una campaña publicitaria, los únicos autorizados serían los médicos, los abogados e ingenieros, en tanto liberados del compromiso de lealtad a un colega que no es tal.

Esta creencia y la conducta resultante plantean, así, un grave problema a la sociedad: un área clave de su desarrollo (la comunicación) se ve privada del papel transformador y optimizador de la evaluación de la calidad y el consiguiente señalamiento de las «malas praxis».

La crítica, por otra parte, no es una práctica externa, ajena u opcional: forma parte intrínseca del proceso de diseño. ¿Qué es diseñar sino una secuencia de críticas y correcciones a cada proyecto anterior, realizadas por el propio autor o por sus asesores a fin de alcanzar el máximo ajuste al programa?

Esa crítica, ineludible en el desarrollo del proyecto, no se limita al propio diseño sino que, normalmente, debe también comprometerse con la obra de otros. Tal es el caso de las intervenciones sobre marca cuando ya pre-existe una. Pieza clave de esa intervención es el previo diagnóstico de dicha marca. Y en la mayoría de los casos, esa marca previa salió de manos de un diseñador. ¿Qué hace entonces el profesional? ¿Se inhibe por lealtad a ese colega? No: deberá señalar los defectos de la marca existente como condición técnica ineludible para abordar el nuevo diseño. Y, en muchos casos, aquellos defectos provienen de errores cometidos por el diseñador anterior. Es decir: el pacto de silencio es técnicamente disfuncional y deontológicamente desleal al cliente.

El profesional que, además, ejerce responsablemente la crítica de la obra de otros no hace sino poner en concepto y socializar lo que él ha aprendido en la autocrítica, y lograr transmitir una evaluación seria de la pieza analizada. Tarea en la que deberían entrenarse todos los profesionales. Lograr verbalizar los parámetros de evaluación correctos acelera los procesos de diseño e incrementa la calidad del producto final.

El carácter paradójico de aquel mandato salta a la vista con sólo tener en cuenta una institución absolutamente legal y esencial de la sociedad de libre concurrencia: el concurso. Todo concurso de servicios profesionales —si está correctamente organizado— instituye un jurado de expertos en la materia, entre los cuales figuran los profesionales del ramo con mayor autoridad. Precisamente el cuestionamiento de los jurados mal convocados se apoya, por lo general, en la denuncia de la ausencia de expertos entre sus miembros.

En el caso, por ejemplo, de un concurso de diseño, en el jurado habrá diseñadores de alto nivel que juzgarán a sus colegas con objetividad. Redactarán un acta señalando las virtudes del proyecto ganador e, implícitamente, por contraste, quedarán evidenciadas las limitaciones o errores de los perdedores. Y, muy posiblemente, dicha acta se hará pública, por simple criterio de transparencia de gestión.

Si el rechazo de la crítica inter-profesional fuese coherente, todo diseñador debería inhibirse de formar parte de un jurado en que se juzgue a un colega; pero el colega, a su vez, se abstendría de concursar si no lo juzgan esos expertos. O sea, la norma genera una paradoja. Prueba de su falsedad.

¿Cuál será, entonces, el origen de esta flagrante contradicción que plantea el «tabú de la crítica»? No es difícil de detectar. Se trata de la supervivencia de una ideología instaurada por los gremios medievales: el corporativismo, concepto vigente y en uso hasta el día de hoy. El pacto de silencio, próximo a la «omertá» de la camorra, prescribe: «no me delates y yo no te delataré a ti; con mi silencio compro el tuyo».

En una sociedad que se precie de democrática, donde el libre ejercicio de la opinión y la crítica constituye uno de sus pilares, tal pacto de silencio no representa sólo un anacronismo sino una práctica absolutamente antidemocrática y, además, perjudicial para la comunidad.

El profesional no sólo tiene el derecho a la crítica sino la obligación de hacerla. Su lealtad no se ha de entablar con el gremio —como en la edad media— sino con la sociedad a la cual sirve y de la cual vive. Un profesional servil ante su gremio es un traidor a su sociedad.

Así como el que produce se expone con ello a la crítica de los demás, el que critica se expone a ser rebatido. En esa exposición se ponen en juego y se pulen los sistemas de valores. El silencio, la «omertá» es un virus letal que deja a la sociedad huérfana de parámetros y arrojada al caos del «todo vale».

Al realizar una crítica sustanciada, fundamentada, el profesional se desprende de sus inclinaciones personales y asume la responsabilidad de desarrollar crecientes niveles de objetividad, perfeccionando, en ese ejercicio, parámetros de validez general. Precisamente, FOROALFA ha nacido y crecido con esta vocación y abre un espacio en el que todos aprendemos de todos.

En realidad, detrás de supuestas lealtades al gremio, opera una descarada aspiración a la impunidad, a poder equivocarse sin riesgo de juicio; «yo no te critico, tú no me criticas; y que los clientes se jodan».

Hace ya muchos años publiqué, en un órgano profesional, una crítica a tres anuncios institucionales que contenían serias desviaciones en su ética social; especialmente graves dado que, en ellos, el discurso de una institución de gobierno le faltaba implícitamente el respeto a sus gobernados.

Los tres anuncios eran obra de una misma agencia de publicidad líder, hecho que yo ignoraba dado que la publicidad de organismos públicos no suele estar firmada por las agencias. Su presidente, un cordial colega mío en trabajos conjuntos, invitó a una cena en la cual me transmitió su preocupación. Este hombre, obnubilado por el corporativismo, no pudo siquiera pensar que mi crítica era honesta. Y me preguntó si yo tenía algo en contra de su agencia. Suponía él que yo era tan mediocre como para usar mi palabra para desprestigiar a un colega en favor de otros.

Quien duda, a priori, de la honestidad de un crítico, a pesar de lo sustentado de sus argumentos, pone en evidencia su propia deshonestidad. Una respuesta madura, culta y leal de parte de él habría sido invitarme a una reunión de trabajo con sus creativos para intercambiar ideas acerca de una retórica válida de las comunicaciones institucionales.

La historia de la cultura ha tenido a la crítica como a uno de sus pilares de autorregulación, al menos desde Sócrates. Músicos, escritores, pintores, filósofos, científicos han ejercido públicamente y durante siglos su responsabilidad crítica.

Pero, por lo dicho, la edad media no ha concluido para todos. Nuestra época respalda no casualmente la aceptación acrítica de todo lo consumado: «Just do it». También en ese plano avanza en su irreversible decadencia… Con los corporativistas como aliados incondicionales.

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Ilustración principal del artículo La voz de su amo
La voz de su amo El diseñador gráfico como intérprete de su cliente y redactor de su mensaje.

Debate

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Retrato de Octavio Pardo Virto
6
Jun. 2014

El problema no es la crítica honesta sino la lapidación pública y el hecho de que formalmente son muy similares aunque puedan tener objetivos diferentes. La crítica buscando la mejoría de un individuo no requiere de público: crítico y autor son suficientes; la crítica que persigue la mejoría de un sector no requiere de nombres propios ni ejemplos necesariamente reales, y a mí personalmente no me parece elegante ni necesaria fuera del ámbito educativo o estrictamente profesional.

Y por favor, no crea que soy deshonesto. Sólo estoy siendo crítico con usted.

1
Retrato de Joaquín Eduardo Sánchez Mercado
566
Jun. 2014

Cierto, me equivoco muy seguido y señalarlo es ejemplo de crítica constructiva. Pero como dice mi dicho favorito, "no fijándose no se nota".

1
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Retrato de Jesus Gaytan
54
Jun. 2014

Completamente de acuerdo... sin embargo no hay que olvidar que para poder hacer una crítica constructiva, debemos de tener los mismos "inputs" de información que tuvo el diseñador colega para la realización del trabajo.

Si pretendemos criticar desde la perspectiva de la estética, podemos caer en un gran error, ya que lo juzgaremos desde nuestro propio punto de vista sin conocimiento de la función y contexto en donde se desenvolverá la pieza de diseño.

2
Retrato de Joaquín Eduardo Sánchez Mercado
566
Jun. 2014

No siempre el diseño se basa en la investigación exaustiva o cuestiones objetivas, y verdades cuasi científicas. Lo vemos cuando Luciano, o alguien más, presenta los cambios o nuevas creaciones de logotipos. Se disparan todo tpo de críticas u opiniones, tan diversas y encontradas que no hay forma de llegar a un acuerdo. Entre un grupo amplio de diseñadores resulta dificil llegar a un concenso, a una coincidencia general. Si hoy nos presentaran el logo de Apple y lo pusieran a nuestra consideración, las criticas serían muy fuertes y tal vez razonables, pero ese logo funcionó pese a toda crítica

2
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Retrato de Joaquín Eduardo Sánchez Mercado
566
Jun. 2014

Me parece que no se puede estar en contra de la crítica, pero debemos también tener en cuenta que la mayoría de las veces se critica para denostar al otro y mostrarse por ello como superior, para decirle al cliente que yo soy mejor y ganar el proyecto, criticar sin tener idea exacta en que consiste el proyecto y porqué se solucionó de esa manera, por juicios y gustos personales o de razones de estética o lo que está de moda, por razones puramente basadas en la lógica sin tomar en cuenta cuestiones subjetivas o motivaciones, o al revés, o por menor preparación, capacidad y visión reductiva.

4
Retrato de Ivan Abbadie
46
Jun. 2014

freddy, el diseño no es para los clientes, el diseño es para la sociedad, es para ofrecer una mejora, es para que sea útil, es para generar recursos, para optimizar, para facilitar, para alimentar, para comunicar, el cliente sin duda es importante, es el medio, pero es más importante la eficiencia del resultado, ¿qué es un "buen" servicio? ¿qué es un "buen" precio? ¿qué son "buenos" tiempos de entrega?, a lo que voy es, hay que definir los conceptos, no sólo puntualizarlos, ¡saludos!

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Retrato de Joel Salvatore
0
Jun. 2014

Criticar el trabajo de otros es fácil, claro como no se esta en los zapatos del otro no fue el que investigo ni le toco lidiar con personas para sacar un trabajo adelante, resulta una postura cómoda y hasta petulante en algunos casos, incluso criticar objetivamente solo por lo que dicen unos cuantos libros y una mirada rápida a la realidad... en vez de criticar es mejor ser sensibles y ponernos en lugar del otro, su esfuerzo y sus conocimientos, y (si es que se siente en el derecho de hacerlo) brindar apoyo constructivo mas allá de una critica... hora de levantarse de vuestro mueble empolvado.

1
Retrato de Joel Salvatore
0
Jun. 2014

Nunca hable de tener razón en una propuesta, puede que funcione o puede que no, los efectos y el impacto son los que pueden validarla. Solo digo que el criticar objetivamente se reduce a que, en algunos casos, el que cree tener mayor conocimiento o experiencia muy posiblemente va por debajear al otro y eso no aporta, en su lugar destruye. Lo ideal es ser sensibles con ese otro y ayudarlo con aportes que le permitan mejorar. Lastima que este es un espacio donde la mayoría considera verdad absoluta la opinión de un intelectual con cuestionable tacto humano, según mi humilde opinión

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Retrato de Mario Aleman
45
Jun. 2014

Estoy de acuerdo, si una crítica es bien fundamentada y objetiva lo mejor es aceptarla y si vas a defenderla hacerlo con argumentos válidos, no con ataques contra la persona que realizó la crítica.

0
Retrato de Ciro Ramos Burgos
0
Jun. 2014

Critica y opinión no son lo mismo.

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Retrato de Nadia Mayol
0
Jun. 2014

Yo voy a disentir con algunos puntos de este artículo, con todo respeto al maestro Norberto y haciendo uso de la tan valorada "crítica".

Creo que el punto de ajuste para nosotros como profesionales no es aprender a ser críticos por naturaleza, sino a saber hacerlo. En las escuelas de Diseño aprendemos inmediatamente a criticar los trabajos, propios y ajenos. Es más, a veces una clase parece convertirse en un concurso de creatividad para la defenestración del trabajo del otro. No estoy avalando la mediocridad en absoluto, pero: ¿De qué sirve la crítica si no construye o repara?

1
Retrato de Alejandro Valencia
28
Jun. 2014

No confundir la critica con "ataques personales u otros", la critica analiza situaciones y de ser posible aportan posibles soluciones, los ataques no...

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Retrato de Jorge Montaña
234
Jun. 2014

Que buen artículo!! Precisamente hoy tuve un inconveniente con el director de un concurso por unas opiniones personales y lo dicho aquí corresponde. El problema es que a veces la critica aunque constructiva suele generar actos soterrados de revanchismo posteriores justamente por lo expresado por el maestro en su artículo.

Enlace

3
Retrato de Joaquín Eduardo Sánchez Mercado
566
Jun. 2014

Me recuerda una frase: "o están con nosotros, o están con los terroristas".Que trasladando a diseño sería: "o estás con mi diseño, o estás contra mi". Fundamentalismo puro. Por otro lado, para aceptar la crítica se necesita un buen grado de madurez. Hay un ejercicio grupal para ver que tan muduro eres y es pasar al frente del grupo y por sorteo opinar de manera abierta sobre quién te tocó. También a alguien le tocará opinar sobre ti. El problema es cuando alguien le toca opinar sobre su jefe o quién no tiene madurez suficiente, puede haber represalias por lo expresado y en el futuro te vetarán

1
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Retrato de Laura Cuendias
0
Jun. 2014

«Criticar, no es morder, ni tenacear, ni clavar en la áspera picota, no es consagrarse impíamente a escudriñar con miradas avaras en la obra bella los lunares y manchas que la afean; es señalar con noble intento el lunar negro, y desvanecer con mano piadosa la sombra que oscurece la obra bella». José Martí

7
Retrato de Joel Salvatore
0
Jun. 2014

mano piadosa, que linda expresión.

0
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Retrato de Regina Fabiola Valdelamar Vázquez
0
Jun. 2014

Genial reflexión en este artículo. Esto me recuerda la tarea pendiente que tenemos como gremio: reunirnos formalmente para conocer y criticar constructivamente el trabajo que hacen los colegas. Los investigadores, los médicos y otros profesionales lo hacen al menos cada año, en sus Congresos, donde además de escuchar excelentes conferencias de profesores de todas partes del mundo, se esteran quieren son sus colegas, que hacen y donde laboran y cuanto cobran. Las reuniones nuestras deberían incluir esta variante...a trabajar en el proyecto!!!

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Retrato de Carlos Abal
0
Jun. 2014

Encuentro tu opinión coincidente con algo que vengo pensando hace un tiempo. Los diseñadores, muy frecuentemente trabajamos solos en nuestras computadoras, hablamos con el cliente que muy frecuentemente no conoce el tema, y entonces digo, cómo no nos hemos juntado para ampliar y enriquecernos entre nosotros, los diseñadores. Que los más experimentados nos transfieran un poco de su experiencia. Que los menos, les instalemos dudas. Quiero decir, a salir del encierro en el que a veces estamos. Sin intercambios, y sin críticas.

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Retrato de Almas De Papel Jl González
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Almas De Papel Jl González
Jun. 2014

Seguramente aquellos que no aceptan las críticas pertenezcan o sean parte de grandes consultoras, que a su vez tienen grandes clientes, y aquellas críticas que les preocupan son de aquellos que lo tienen todo demostrado, al que se les escucha y además no tienen riesgo alguno por hablar.

Las críticas «cualificadas» pueden poner en evidencia que mucha élite se sostiene en valores y conceptos extremadamente débiles, y que su permanecían en «las alturas» es más por una labor «política» que de trabajo en el tablero. Ese es el problema real.

Aunque eso sí, esa es mi opinión.

3
Retrato de Ivan Abbadie
46
Jun. 2014

coincido en tu forma de puntualizar que muchas veces los proyectos se llevan más por asuntos políticos, nepotismo, compadrazgos, que en realidad por especialistas en la materia, lo cual ya en sí es cuestionable, y es justo en ello que habrá que hacer mayor énfasis.

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