Carta del diseñador al cliente

Lo que todo diseñador quisiera decirle a sus clientes pero no lo hace por temor a perder la cuenta.

Rafael Juárez, autor AutorRafael Juárez Seguidores: 73

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Imagínese que Usted fuera médico, traumatólogo. Luego de pasar diez o más años quemándose las pestañas en la Universidad y en los hospitales, viendo infinidad de piernas y brazos rotos, pacientes morir y salvarse; luego de todos esos años de experiencia, usted monta un consultorio. Usted ha decidido ganarse la vida haciendo lo que mejor hace: curar y ayudar a sus pacientes. Llega a su consulta un paciente con una fractura abierta de antebrazo. Usted ya sabe qué hacer, lo ha visto mil veces. Usted estudió para esto; Usted sabe cómo se maneja un caso así, pero su paciente le dice:

«No... yo no quiero tomar penicilina; un amigo mío toma Flores de Bach... sí, las vamos a rociar tres veces al día durante la luna llena sobre la fractura. También quiero que me haga un récipe para Lexotanil porque durante la luna llena yo me pongo muy inquieto y ansioso. El yeso lo quiero de este material floreado que compré en una tienda de manualidades... y no, no necesito esa cirugía para poner el hueso en su lugar, esa de la que usted me habla... no... no eso no. Puede ponerme el yeso sin esa cirugía, ¿verdad?».

Aunque esto le parezca absurdo, algo muy parecido vivimos muchos diseñadores día a día. Nuestros clientes llegan con una gran cantidad de requerimientos y exigencias, muchos de ellos lógicos y sensatos, otros ingenuos, otros... absurdos.

Y es que el diseño y todo trabajo creativo es como la psicología o la educación. Todos sabemos de eso ¿verdad? Este es un drama que vivimos todos los que trabajamos en medios de comunicación. Y si bien es cierto que el cliente está pagando por un servicio, es mucho más cierto que:

  1. Es práctica de novatos el contratar expertos para que les asesoren y luego ignorar sus consejos.
  2. Si Usted no tiene experiencia comprobada en disciplinas como mercadeo, diseño gráfico, códigos y tendencias de comunicación social, manejo de público, diseño de interfaces, etc., es muy poco probable que Usted sepa más de esos aspectos que el experto al que usted contrató (si logró contratar a un buen experto, claro está).
  3. Es lógico pensar que su proyecto debe ser algo que Usted ame, algo que le guste, pero también es importante tener en cuenta algo que es la piedra fundamental del trabajo para los medios de comunicación (Internet incluido): no le tiene que gustar a Usted. Le tiene que gustar al público al que usted se dirige; tiene que funcionar para el público al que Usted intenta llegar.
  4. Recuerde que Usted no está adquiriendo un ítem de uso personal como un cuadro, un pantalón o un mueble que va a poner en su casa y que solo va a disfrutar Usted en la comodidad de la intimidad; sino que está tratando de desarrollar un proyecto que va a ser visto/usado por un grupo (muy grande quizás) de personas que son diferentes de Usted y que en realidad Usted no conoce. Su diseñador sí. Él lleva cinco, diez o quince años trabajando en forma exitosa en este ámbito, ha trabajado ya con varios clientes parecidos a Usted, ha resuelto muchos retos, ha cometido muchos mas errores y ha (en el mejor de los casos) aprendido de ellos.

Cuando su diseñador experto le insista en cosas como:

  • «Ese logo es necesario replantearlo».
  • «Esos cambios que Usted me está mandando a hacer atentan contra la integridad del diseño».
  • «El diseño no tiene que verse bien en su pantalla sino en todas».
  • «Esos colores no son adecuados».
  • «Esas fotos no sirven».
  • «Necesito una mejor explicación de lo que quiere, porque no le entiendo».

¡Haga caso! Le recomendamos aplicar la regla de «el cliente siempre tiene la razón» con mesura y delicadeza a la hora de enfrentarse a su diseñador o desarrollador. Su diseñador no quiere complacerlo a Usted; él quiere que el trabajo que está realizando funcione y le sea rentable a Usted.

En muchísimos casos, clientes nos han pedido realizar tareas que nos han parecido absurdas, dañinas, deteriorantes, innecesarias y en muchos casos, de muy mal gusto. El argumento siempre ha sido el mismo: «yo soy el cliente y el cliente siempre tiene la razón»; en ese caso, se llega a una situación bastante difícil para todos.

El diseñador debe adoptar una posición de «Ok señor, usted es el cliente, dígame qué desea» y comenzar a a cumplir a cabalidad lo que el cliente está pidiendo. Es decir: Usted ha neutralizado todos los años de experiencia de su diseñador. Usted ha convertido a su asesor, a la persona que sabe de diseño, en un lacayo que sólo obedecerá órdenes.

Ahora usted queda solo, las decisiones sobre los futuros retos que su proyecto ha de enfrentar deberá tomarlas por su cuenta, es decir: sobre Usted recaerán todas las consecuencias de las decisiones que haya tomado, ignorando las advertencias de su diseñador. Esto probablemente le costará más dinero y tiempo, y al final tal vez resulte en fracaso.

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