¿Doctores o maestros?
Las universidades buscan profesores con maestría o doctorados para enseñar carreras creativas. ¿Se está creando una «clase académica» que no tiene vínculo con la práctica?
AutorJorge Montaña Seguidores: 232
- Opiniones:
- 136
- Votos:
- 104
Se armó hace algunos meses un pequeño revuelo en redes, por la convocatoria de una universidad en busca de profesores para su facultad de arte y diseño. Los requisitos para serlo son dos: contar con un año de práctica profesional y una maestría o doctorado ( este último, por graciosa concesión de la entidad, puede estar en proceso). Se trata de una facultad que agrupa todos los diseños, artes plásticas y arquitectura, carreras que están ancladas en el oficio y la práctica. No me parece para nada convincente que gente que se dedique a estudiar y seguir estudiando, tenga por ello condiciones para enseñar una profesión que tiene mucho de oficio.
Estas facultades tradicionalmente contaron entre sus profesores a «maestros», pero en el hacer. Tuve la oportunidad de enseñar en esa misma escuela en los ya lejanos años 90. Buena parte de los profesores, dábamos algunas horas de clases que complementaban nuestras ocupaciones profesionales en la tarde. La facultad era un punto de encuentro y actualización con colegas que eran a su vez sanos competidores en el mercado laboral. Las prácticas profesionales de los estudiantes eran fluidas, por los contactos que como profesores lográbamos con empresas que eran nuestros clientes.
De los maestros de nuestra generación, varios de ellos reconocidos y exitosos profesionales, ya ninguno podría dar clase hoy, por no tener el pédigrée que otorga la maestría o el doctorado. La especialización profesional ya no habilita para enseñar.
No podemos negar la importancia de la preparación posterior al pregrado para los profesores. La formación, especialmente de Doctor, implica un énfasis en la investigación que es indispensable. Una maestría, por su parte, le permite al profesional investigar y profundizar en temas de su interés y adquirir con ello nuevas competencias que obviamente serán importantes para formar nuevas personas. Pero ¿por qué esta validación debe estar reflejada en un diploma como un requisito para ser profesor? ¿Por qué la práctica profesional y otros reconocimientos comprobados ya no tienen similar valor?
Pareciera que se está incubando una «clase académica», de profesores que, sin experiencia profesional, van subiendo en el escalafón y una vez que llegan a la cumbre, cierran las puertas a quienes desde el ámbito de la experiencia y la práctica tienen mucho para aportar. Para adquirir puntaje como profesor, no cuentan las publicaciones en revistas, libros no indexados, blogs o publicaciones independientes. Los textos deben figurar en unos mamotretos académicas que nadie lee. No vale tener proyectos exitosos y reconocidos ni experiencia empresarial, tampoco suman los premios en concursos, consultorías o conferencias internacionales.
En el caso del diseño, la oferta de maestrías o doctorados hasta hace poco era casi nula, con el agravante de que los primeros diseñadores con maestría la tenían en otras áreas: conozco profesores de diseño que son maestros en historia, restauración de obras y monumentos, o estudios de género. Reconociendo que cualquier educación aporta, ¿esto es pertinente?
Los profesores hoy también son obligados por las universidades a ampliar sus estudios, y para eso existen varias opciones, por cierto bien difíciles de pagar con un sueldo de profesor. Por ejemplo, veamos esta descripción de una maestría en diseño.
«El egresado de la Maestría en Diseño será un investigador capaz de proponer nuevas perspectivas para la disciplina, haciendo énfasis en los elementos conceptuales que permitan el desarrollo de la investigación en el diseño en nuestro país ubicándose en un contexto internacional».
¿Dónde están estas investigaciones? ¿Sobre qué temas son? ¿Están publicadas ? ¿Se divulgan? ¿Cuál ha sido su aporte a la profesión y a la sociedad, por fuera de los recintos académicos? No tengo información al respecto, pero ojalá algún contradictor me saque de mi ignorancia y luego de leer este artículo me desasne con ejemplos concretos.
La función del investigador en diseño, por lo menos según los pocos documentos de maestría y doctorado que han pasado por mis manos, pareciera ser: leer muchos libros, hacer cruces de citas y establecer relaciones entre las mismas en un nuevo documento que nadie leerá jamás. No es usual —aunque afortunadamente existe— el diseñador que hace su propia investigación, registrando sus procesos prácticos o dentro de organizaciones; pero ese tipo de investigaciones aplicadas no resultan válidas en el entorno académico, pues van a tener poca bibliografía y por ende nula validación en documentos previos.
¿Cual es la investigación que necesitan las profesiones que son eminentemente creativas y basadas en el hacer, como el diseño, la arquitectura y el arte? Hasta ahora ningún profesor me ha podido responder esa pregunta. Tampoco me aclaran por qué un diseñador haría mejor esta tarea de pesquisa que profesionales de la investigación pura, como los sociólogos o periodistas? Da la impresión que el objetivo de las maestrías y doctorados fuese solamente obtener un cargo o ascender, y que investigación termine allí, puesto que una vez que se profesor de tiempo completo —infelizmente y no por su culpa—, pasa la mayor parte del tiempo ocupándose de labores administrativas.
El mercado mismo se ha encargado de desprestigiar las maestrías y doctorados. Hace 20 ó 30 años un doctor era un investigador puro, dirigía una facultad o trabajaba en altos cargos del sector público o privado. Ya no es así, no solo por que investigar en solitario es arcaica, sino por la sobreabundancia de oferta. El salario no compensa la quemada de pestañas. Las maestrías son, más que nada, negocios que tienen como clientes a futuros profesores.
Sobra decir que maestros en los oficios del hacer relacionados con nuestras profesiones, ya no tienen cabida. Por lo tanto, ya no se enseña fundición, escultura, cerámica, maderas o artes de los metales, etc., como sucedía hasta hace algunos años. Los espacios con talleres están en vías de extinción. Se ha olvidado que generar empatía con el material es un saber fundamental, que no se puede aprender sólo leyendo.
Muchos diseñadores y artistas, mal preparados por la falta de praxis, son obligados a complementar sus costosos estudios de arte o diseño con cursos de oficios, cuando el proceso debía ser inverso: aprender la técnica y complementar estudiando algunos semestres profesionalizantes. Mientras que para dar clase se requiere de este escalafón piramidal que termina en el pos-doctorado, la tendencia en el mercado es hacer cursos técnicos tras terminar la carrera profesional. ¿Cómo se entiende que para el grueso de los académicos el oficio sea algo prescindible y tenga un estatus inferior? Para ellos, prima hacer teoría, crear en abstracto con sesudos conceptos que solo se entiendan en los recintos de estudio.
Ojalá quienes dominan el oficio y pueden transmitirlo, pronto vuelvan a las universidades, no para contar con unos diploma en la pared sino para compartir sus logros y reconocimiento profesional. Ellos son los verdaderos maestros.
¿Qué te pareció? ¡Comparte tu opinión ahora!
- Opiniones:
- 136
- Votos:
- 104
Este video podría interesarte👇👇👇
Colabora con la difusión de este artículo traduciéndolo
Traducir al inglés Traducir al italiano Traducir al portuguésEste artículo no expresa la opinión de los editores y responsables de FOROALFA, quienes no asumen responsabilidad alguna por su autoría y naturaleza. Para reproducirlo, salvo que estuviera expresamente indicado, por favor solicitar autorización al autor. Dada la gratuidad de este sitio y la condición hiper-textual del medio, agradeceremos evitar la reproducción total en otros sitios Web.