¿Cuál es la diferencia entre arte e ilustración?
Dónde reside la diferencia entre el trabajo de un artista y el de un artesano: ¿en la calidad de la obra o en la mirada del observador?
AutorSerge Herbiet Seguidores: 36
EdiciónAndrés Gustavo Muglia Seguidores: 138
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Mi respuesta al artículo La ilustración ¿puede llegar a ser arte?, de Yadira Martínez, resultó demasiado larga y me llevó a esta pequeña reflexión acerca de este tema.
Hace mucho tiempo me hice amigo de un personaje inclasificable,1 una mente prodigiosa de la creación, un hombre que oscilaba constantemente entre el dibujo sublime, la pintura perfecta, el relamido por las transparencias del oleo aplicado en capas finísimas, para lograr darle vida a unos personajes tan reales y tan vivaces que llevaban al espectador a unos mundos imaginarios repletos de máquinas tan funcionales como inútiles, y la perversa creación publicitaria, llena de anacronismos, paquetes de lesiva, telas voladoras escapándose de los telares de fábricas textiles y demás diatribas, orientadas a seducir consumistas adormecidos y preocupados por sus saldos bancarios, antes del día del pago de la cuota del aparato inútil que compraron para satisfacer la desconcertante necesidad de comprar un objeto potencialmente inútil.
Aquél hombre me contó, discretamente, como para que nadie nos oyera, que la pintura —el arte de la pintura—, era una especie de mentira cuya única función era engrandecer y enriquecer los bolsillos de los artesanos pintores con monedas de oro, cheques o transferencias bancarias, llamándolos «artistas», algo bastante más notorio que «artesanos».
Su teoría era que realmente los artistas eran ilustradores, no siempre pero sí en la inmensa mayoría de los casos; y que eso era así desde los inicios de los tiempos y hasta que se nos agote la memoria. Hay muchas teorías al respecto. Unos pocos las apoyaran y otros muchos se sentirán ofendidos. Yo, personalmente, me quedo con esta definición:
«Ilustración es una obra pictórica encargada por otro, y Arte es una obra pictórica encargada por uno mismo».
No sé quien la proclamó y ni siquiera sé si alguien la proclamó alguna vez, pero me gusto y me quedo con ella.
Desde las épocas más remotas, la gran mayoría de las obras de arte clásicas fueron obras encargadas, y, según esta teoría, solamente un porcentaje menor serían obras de arte que han nacido de su propio autor. Hoy en día, esta proporción probablemente se haya invertido, si no en proporciones similares, por lo menos en un porcentaje más equilibrado.
Durero realizó infinidad de grabados por encargo y Rubens pintó decenas de cuadros para la Iglesia Católica: natividades, santos, cristos, crucifixiones, entre otros, y numerosos retratos para príncipes, burgueses y obispos. Todas estas obras fueron concebidas como ilustraciones. No fueron para adornar o embellecer iglesias, catedrales, breviarios o misales, sino para ilustrar y educar a un pueblo analfabeto o para recalcar la majestad o importancia de un personaje público. Todas estas obras son literalmente ilustraciones puras y duras.
En cambio, cuando Brueghel pinta una boda campesina, un ciego guiado por un tuerto o realiza grabados que representan la vida diaria o ironiza acerca de las creencias y los miedos de la gente de su tiempo, crea obras de arte. La calidad pictórica y la maestría de las grandes obras no varía per se, no cambia en función de la clasificación que le demos a una obra. Es igual, y puede alcanzar niveles sublimes, tanto si la consideramos como obra de arte o como ilustración.
Los seres humanos necesitamos identificarnos de alguna forma. Unos se considerarán artistas y otros Ilustradores. Las imágenes en cambio no tienen esta problemática, ellas son ellas, son lo que son y que las consideren de una u otra manera no las hará desvanecer. A fin de cuenta los términos no definen los contenidos, sólo definen las interpretaciones que hacemos de ellos.
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Traducir al inglés Traducir al italiano Traducir al portugués- El personaje inclasificable se llamaba Humberto Pérez Tobón. Se fue a jugar entre las nubes hace unos cuantos meses y seguramente estará tratando de convencerlas de que no son nubes de algodón, sino que son adornos celestiales para ilustradores y artistas en pena de creatividad.
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