El diseño como disciplina
El diseño es una complejidad que demanda la acción simultánea de diversos especialistas para descifrarla, para terminar con el silencio crítico en el seno de la disciplina.
AutorFernando Rodríguez Álvarez Seguidores: 216
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«Lo que hace a los malos poetas más malos aún es que solo leen a poetas (así como los malos filósofos solo leen a filósofos), cuando sacarían gran provecho de un libro de botánica o de geología. Solo hay enriquecimiento cuando se frecuentan disciplinas alejadas de la propia. Es claro que esto únicamente es válido en los dominios donde el Yo hace estragos».
(E. M. Cioran, Del inconveniente de haber nacido)
El diseño es una complejidad que demanda la acción simultánea de diversos especialistas para descifrarla, y «una conciencia clara de lo que cada disciplina puede y debe aportar».1 Las modalidades y grados de integración de esas disciplinas que concurren a resolver un problema implican necesariamente su existencia autónoma. El diseño como disciplina autónoma —afirma Luis Rodríguez— parece
«un juego de palabras, pero la interdisciplina implica, en primera instancia la existencia de disciplinas. La implicación de esta afirmación es que debemos hacer un esfuerzo para desarrollar una teoría sólida del diseño, pues ésta es un prerrequisito para formar una disciplina. […] De frente a los rápidos cambios que se están dando, la magnitud de los problemas y su novedad, la teoría del diseño deberá concentrarse en su centro, no en sus límites, y explicar ese centro desde diversas disciplinas.2
Esta paradoja atribuible al diseño —y tal vez en menor grado a otras disciplinas— ha llamado la atención de Norberto Chaves, quien afirma:
La crítica axiológica al diseño ya no puede, entonces, ser una crítica interna, pues ésta carece de una tabla de valores estables y unitarios. La crítica al diseño sólo puede asumirse desde paradigmas culturales (éticos, estéticos, económicos, sociales, políticos, etc.) externos a la disciplina y necesariamente relativos.
Gran parte del actual silencio crítico en el seno del diseño proviene de esta situación estructural: para criticar al diseño hoy hay que salirse de él. Y muy pocos profesionales saben o se atreven a hacerlo.3
Así, en los ámbitos de la educación superior o la práctica profesional del diseño lo interdisciplinario no solo debe convertirse en un propósito declarado en sus programas de estudios y perfiles de egreso, sino que «debe apelar a repertorios de valores que no encontrará en un supuesto estatuto o declaración universal de la disciplina».4
La inter-poli-trans-disciplina se enfrenta así a la hiper-disciplina que contiene ese «espíritu de propietario que prohíbe cualquier incursión ajena en su parcela de poder».5 Edgar Morin nos recuerda el origen del vocablo disciplina:
«[…] en su origen la palabra «disciplina» designaba un pequeño látigo que servía para autoflagelarse, permitiendo, pues, la autocrítica; en su sentido degradado, la disciplina se convierte en un medio para flagelar a aquel que se aventura en el dominio de las ideas que el especialista considera como propiedad suya».6
Esta doble significación de las disciplinas tal vez pueda explicar, aparte de su origen socio-histórico, por qué las escuelas, facultades o universidades ubican al Diseño en las áreas de humanidades, o en las ingenierías, o como sucedáneo de las arquitecturas o las artes aplicadas, en las escuelas de negocios y en pocos casos en su propio ámbito de conocimientos.
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Traducir al inglés Traducir al italiano Traducir al portugués- RODRÍGUEZ MORALES, Luis, Qué es el diseño», en Diseño, estrategia y táctica, Siglo XXI, México, 2004, p. 60.
- Idem.
- CHAVES, Norberto, «Integración socioeconómica y disolución disciplinar del diseño», en El oficio de diseñar / Propuestas a la conciencia crítica de los que comienzan, Gustavo Gili, Barcelona, 2001, p. 174,
- Idem.
- MORIN, Edgar, «Inter-poli-trans-disciplinariedad», en La mente bien ordenada, Seix Barral, Barcelona, 2002, p. 148.
- Idem.
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