Docencia y gestión del diseño gráfico

La necesidad de incorporar en los estudiantes competencias para desarrollarse, además del saber profesional, ha dado lugar a un sinfín de preocupaciones académicas sobre cómo integrar los conocimientos empresariales y de gestión dentro de la currícula de la enseñanza de diseño. Algunas universidades ya lo han solucionado al incluir materias como Administración, Gestión del diseño, Relaciones públicas, Legalidad del diseño, Emprendedurismo, Costos y Presupuestos, entre otras. Pero no se ha tomado en cuenta la formación del docente.

El docente es la persona clave para incorporar en los alumnos los cimientos de una buena gestión. No estamos hablando solo de quien dicta la materia o quien entiende o ha leído sobre el tema. Todos los docentes tiene que conocer y tener la experiencia en gestión para poder integrarla en el plan de clase, porque la gestión se puede aplicar desde diferentes puntos. Se le da la prioridad a la conceptualización pero no se le da importancia a la gestión del diseño completo. El alumno muchas veces propone cosas que no sabe en realidad como se podrían llevar a cabo en términos legales, de producción y mucho menos económicos. Así, no llega a dimensionar todo el proceso de gestión de su propuesta creativa.

Pretextos para no hacerlo bien hay muchos, entre ellos el «no hay tiempo». Cada vez se acortan más los tiempos de enseñanza de las materias, pero tampoco hemos aprendido a quitar la paja de lo primordial a enseñar. El docente tiene que recibir capacitación sobre estos nuevos roles de gestión, de legalidad, de costos e incluso de producción. Muchos se han quedado con sus experiencias pasadas y no ha visto lo nuevo que hay de tecnología, en cuestiones legales, muchos no conocen los nuevos que el diseñador se ve obligado a asumir. La mayoría de los docentes está inmerso en cumplir con el programa de estudio, «no hay tiempo para más».

El docente de diseño debe sumergirse en el mundo empresarial conociendo su lenguaje, conocer la estructura básica de la empresa, contagiarse del espíritu emprendedor y dominar conceptos como «modelo de negocio», «plan de negocio», etc., tiempos de entrega, buena ortografía, buena argumentación basada en beneficios, en cumplimiento de objetivos previamente definidos, y no en justificaciones diseñísticas.

Las universidades tendrán que apoyar a sus docentes en capacitación y oportunidades de participar en foros y congresos para ampliar sus conocimientos, pero quien debe poner la primera piedra en todo esto es sin duda cada docente.