Hablar el idioma de los clientes

Hoy se está visualizando una revalorización del diseño gráfico como herramienta estratégica para el desarrollo económico de los países. Sin embargo, la creatividad no es un problema, porque hay de sobra. Lo que hace falta es que los diseñadores se preparen para comunicarse en el lenguaje empresarial, y lograr que los clientes comprendan lo importante que es el diseño para el desarrollo de cualquier producto o empresa.

Si bien los diseñadores gráficos somos entrenados para resolver problemas de comunicación visual durante nuestro período de formación —en el que existen materias que son primordiales para que podamos salir adelante y que muchas veces dependen del perfil del estudiante y de la flexibilidad académica de cada institución educativa—, hoy en día eso ya no es suficiente, puesto que nos enfrentamos a un escenario diferente.

Si hacemos un poco de historia en los años 80, que hubo un «boom» de esta carrera en Latinoamérica. No se sabía con certeza la función primordial dentro del ámbito económico, se veía como una carrera enfocada a la cuestión estética. Pero ya tenemos nueve años de haber iniciado otro siglo en donde el diseño gráfico ha tenido sus altas y bajas, y sin embargo, en Europa se está revalorizado su potencial como herramienta de progreso. Países como Finlandia, Londres, Suecia y países asiáticos, han apostado al diseño como un elemento de valor económico.

Una nueva oportunidad para el diseño gráfico en México

En México se han iniciado ecos de una revalorización del diseño gráfico por parte de diseñadores profesionales que confían en que el diseño puede ser un valor agregado a los productos locales. Además se están dando iniciativas muy importantes, pero la preocupación no es el nivel de creatividad de los diseñadores mexicanos, sino el nivel de comunicación.

El diseñador mexicano tendrá que capacitarse: aparte de conocer los aspectos técnicos de su hacer, debe empezar a conocer el marketing de la profesión. Además de la estrategia mercadotécnica que tendrá que desarrollar para que el empresario entienda su valor creativo y cómo puede resolver y beneficiar a su empresa o producto, tendrá que aprender el idioma empresarial, algo que no se aprende en la Universidad porque a los alumnos se les enseña a fundamentar, justificar, presentar —o como se le quiera llamar— sus proyectos bajo el lenguaje de la profesión —que si el color significa esto, que si la tipografía utilizada fue aquella, que si está justificado, bla, bla, bla—, cuando los empresarios quieren escuchar beneficios, estrategias, soluciones claras y concretas.

¿El diseñador empresarial?

El diseñador tendrá que leer y estudiar libros de administración, de planeación estratégica, de mercadotecnia, conocer el lenguaje de su consumidor inmediato, que es el empresario. Los diseñadores seremos valorados el día en que logremos comprender qué es una empresa, el día en que dominemos el lenguaje e inquietudes de los empresarios y entendamos los momentos idóneos de la vida empresarial para vender diseño.

Cuando un diseñador tenga capacidad de establecer una comunicación o una opinión en una junta corporativa y aportar soluciones no demandadas, sino basadas en innovación estratégica de la misma empresa, otras alternativas de proyección del diseño crecerán. Ese es el cambio que el diseñador mexicano tiene que afrontar si quiere ser valorizado como tal y dejar de llorar por los pasillos por ser un incomprendido mal pagado. Es hora de un cambio de actitud, de capacitarse, de aprender otros lenguajes.

Enseñar a vender diseño en base a beneficios y estrategia

Las escuelas de diseño gráfico son parte fundamental de este cambio, pues tendrán que cambiar la forma de enseñar a fundamentar un proyecto de diseño. No se trata de eliminar nuestro lenguaje profesional, pero sí de tener la capacidad de vender beneficios, de hablar de estrategia, y no solo de fundamentos estéticos o gráficos. Y eso en el aula se tiene que enseñar, se tiene que capacitar a los profesores que son la pieza clave en esto. Los profesores tendrán que cultivar ese sentido empresarial primero, para poder transmitirlo luego a los alumnos.

Parece algo complicado pero no lo es, porque si bien los diseñadores sabemos que tenemos capacidades camaleónicas y nos podemos adaptar fácilmente a las nuevas exigencias, es más bien cuestión de actitud y de tomar la responsabilidad de qué rumbo le queremos dar al diseño gráfico mexicano. Se nos acerca la oportunidad y tendremos que estar capacitados. Si no, ¿tendremos que esperar otro siglo?

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