Diseño, territorio y emociones
La aplicación del diseño sistémico para potenciar el valor e imagen de regiones y territorios.
AutorAlejandro Rodríguez Musso Seguidores: 73
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La mayoría de los seres humanos que vivimos en ciudades, tenemos la experiencia de relacionarnos con marcas de carácter global.
Al analizar cómo las grandes corporaciones utilizan el diseño en sus estrategias de comunicación y producto nos damos cuenta de lo poderoso que puede ser la creación de un «Sistema Producto» coherente con la marca y con las estrategias de marketing.
El «Sistema Producto» es una metodología que relaciona el producto, con las estrategias de comunicación y con los servicios asociados y que asegura una sinergia que mejora la experiencia del cliente. Ello provoca y genera el deseo de mantenerse como usuario de una determinado producto o marca de producto. El enfoque de diseño basado en el «Sistema Producto» constituye una forma sistémica de abordar el desarrollo de un producto, pero también constituye un enfoque posible de ser aplicado al desarrollo y la innovación en un territorio.
En efecto, el diseño es una disciplina transversal que utilizada sistémicamente articula y da sentido a las acciones cotidianas y permite el desarrollo estratégico de organizaciones, empresas, instituciones, territorios y cualquier grupo humano que demande identidad y requiera un desarrollo inteligente, mejorando la calidad de vida, al instalar en el centro de la planificación de servicios y productos, al ser humano.
Más allá de los objetos, el diseño es una metodología creativa que permite articular las voluntades y capacidades de equipos multidisciplinarios capaces de abordar la complejidad y en particular la de grupos humanos que se relacionan en un determinado espacio territorial, colaborando con ellos al desarrollo de respuestas y de soluciones creativas a sus problemas y demandas.
De los objetos a los territorios
El diseño es un factor de construcción de los imaginarios colectivos o representaciones simbólicas con las cuales los seres humanos se representan un territorio; se constituye así en el elemento clave para descubrir o construir la identidad y comunicarla, expresándola a través de relatos, objetos, imágenes, arquitecturas, cadenas y sistemas productivos, redes sociales, entre otros factores.
Estas representaciones simbólicas generan, en quienes las perciben, una imagen del territorio o región, articulando un constructo mental, una representación psicológica que vincula emocionalmente al individuo con su espacio, impactando en la cultura y en la percepción que el habitante construye acerca de su entorno.
Dicha percepción se refleja y es comunicada a través del estado de ánimo que expresa, precisamente su estado emocional, generando ambientes proactivos o bien reactivos. También resultan relevantes los efectos que el diseño como factor estratégico de desarrollo puede tener en la cultura local y el impacto en los planos económico, social y cultural de los habitantes del territorio, acentuando los factores de identidad y, por lo mismo, generando pertenencia.
Sin lugar a dudas la integración de diseño es totalmente diferente si se trata de una ciudad o de un territorio rural, de una empresa competitiva de nivel mundial o de una microempresa de artesanos.
Lo importante a tener en cuenta es que, mediante el diseño de la comunicación y de los objetos de uso cotidiano, tanto del ámbito privado como del ámbito público, los diseñadores dan forma a la percepción que las personas, ya sean habitantes del lugar o visitantes, construyen del territorio.
El diseño, concebido como sistema que coordina la interacción de sus componentes, que articula el discurso, los elementos visuales de la comunicación, el ordenamiento territorial, la arquitectura, los servicios y su estructura basada en el usuario, la integración de tecnologías, etc., es uno de los más importantes factores que generan la carga simbólica de representación, el constructo psicológico y la imagen que un individuo crea, durante la visita a un lugar o en su habitar, generando la experiencia, el más poderoso de los gatilladores de la emoción, la cual, como sabemos, es el motor del comportamiento.
Las potencialidades del abordaje sistémico
El enfoque sistémico del diseño puede aplicarse a un territorio o a una comunidad, y trabajar colaborativamente con ellos desde un perspectiva creativa y participativa, integrando herramientas de co-diseño, que permitan asegurar la apropiación cultural de las soluciones, asegurando de este modo el mejoramiento de las condiciones de vida.
No se vuelve a consumir un determinado producto o servicio y no se vuelve a visitar un territorio si no se ha experimentado una emoción positiva, y el diseño, como la disciplina capaz de crear y comunicar tales emociones, puede ser determinante para el desarrollo territorial basado en estrategias culturales, siendo, como hemos visto, el factor que verdaderamente aglutina los componentes de esta ecuación.
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