¡A los golpes también se aprende!
Mis primeros pasos como diseñadora gráfica independiente. Mis errores y algunos consejos que pueden servirte.
AutorSoledad Dias Seguidores: 41
EdiciónFabián Bautista Seguidores: 54
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Recién me he graduado, pero desde hace algún tiempo trabajo como freelance. Mis primeros clientes fueron por recomendación de alguien más, otros tantos se enteraron que puedo hacer «carteles» y «dibujitos». Los negocios son variados: una óptica de barrio, un local de ventas o una ferretería. Si bien se aprende desde la experiencia propia, puede ser de utilidad compartir mis primeros golpes:
Nunca, nunca
Llevar computadora portátil para diseñar o corregir frente al cliente. Lo hice en varias ocasiones porque el cliente no comunicaba bien su necesidad y pensé que con la computadora terminaría el diseño más rápido. ¡Gran error!
- Me arriesgaba a que me roben la computadora portátil en el camino.
- El cliente tiende a la dispersión lo cual provoca que se pierda tiempo valioso.
- Los clientes pueden llegar a pensar que si el diseñador puede resolver un trazo en cinco minutos, su labor es fácil y por ende barata.
- Cuando nos presentemos con un cliente, debería bastar con llevar lápiz y papel.
Hacer rebajas
Por retener un cliente y obtener más experiencia, terminé casi regalando diseños. ¿Por qué no debemos hacer descuentos desmesurados?
- Porque devaluamos la profesión.
- Porque al cobrar barato estamos subestimando nuestra capacidad como diseñadores.
Preparar un portafolio profesional
Visitar a un cliente con notas, papeles y bocetos desordenados genera problemas y denota una pésima imagen. Mostrar orden brinda confianza y favorece una relación profesional. También es importante saber administrar el proyecto. Conviene elaborar un archivo que incluya nombre del proyecto, fecha de inicio, fecha de entrega, medidas, observaciones, referencias visuales y las fechas de encuentro con el cliente. Esta práctica es indispensable para calcular el tiempo y los recursos requeridos por el proyecto.
Cultivar la paciencia
Nunca imaginé que para ser diseñador se requiere poseer el don de la paciencia.
- El cliente de la óptica, luego de hacerme ir y venir, indicó estar feliz con el diseño. No obstante, no me pagó porque le pareció caro.
- El dueño de la ferretería, un señor de edad avanzada, tenía su propio concepto de belleza y lo impuso durante todo el desarrollo del proyecto.
- El cliente del local de ventas tenía mala memoria y creía saber de diseño, así que en cada entrevista pedía modificaciones al proyecto. Llegó al extremo de instalar Adobe Illustrator para trabajar él mismo en la propuesta.
Moraleja
Lo que me dejan estas experiencias como aprendizaje, es defender mis decisiones de diseño, mejorar mi capacidad de argumentar para que el cliente no decida en cuestiones que no domina, para poder guiar el proyecto de manera eficiente.
¡Y seguiré aprendiendo!
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