Analía González

Debo confesar que cuando vi el rediseño tuve la sensación, a priori, de que se había pecado de caer en cierto estilismo que hoy es tendencia en redes sociales particularmente. Una de las cosas que no me cerraba en esta nueva propuesta era que la contraforma de las letras parecía "comerse" al logo en sí. De ahí que el grosor del perímetro del círculo contenedor me resultaba (y aún me resulta) algo molesto a la vista cuando lo veo plano. Quizás sea porque el logo de 1945 haya sido el más icónico y éste se le parece, pero no es el mismo. Como si cierto grado de pareidolia, me generara ese acercamiento y, al mismo tiempo, extrañeza respecto de su resolución gráfica formal. Insisto, admito que fueron preconceptos. Algo que, desde luego (y como fue recalcado en este análisis), tiene completo sentido si el "color" del logo no sea una tonalidad en especial sino la propia luz que, como se ha dicho, tiende a expandir las figuras en cualquier tipo de aplicación más allá de las que son soporte de redes sociales (pantallas). Basta con pensar en cualquier cartel de neón para darnos cuenta. Respecto a las propuestas de color respecto a posibilidades de interacción del tipo positivo / negativo y figura / fondo coincido con lo expuesto: pareciera no tener sentido cuando funciona con los mínimos recursos. Este logo es ante todo simple, pero también es lo suficientemente "limpio", "moderno" y podría decirse que también es "ascético", algo que se corresponde con ciertos valores que suponemos debiera encerrar cierta tradición de la nueva mecánica alemana. No obstante cabe preguntarse (o al menos yo me pregunto), si tanto refinamiento, no termina por quitarle el "alma" a una marca tan icónica, consolidada, reconocida y vendida como VW. Habrá que verlo en la práctica.