El diseñador gráfico aprende todo el tiempo

Una profesión que permite estar en contacto permanente con muchas áreas del conocimiento, que enriquecen a nivel personal y profesional.

Pablo Álvarez, autor AutorPablo Álvarez Seguidores: 183

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Ante la mirada atónita de uno de mis hijos al responder con seguridad una cuestión que a priori escapaba a mi competencia profesional, me dí cuenta de algo muy valioso que me aporta mi trabajo de diseñador gráfico. La pregunta final de esa conversación fue: «Y vos papá, ¿cómo sabés eso?». La respuesta: «Es que soy diseñador».

Le encuentro un gran atractivo a esta particularidad de mi profesión, que a veces no se da en otras. No estoy hablando de «actualización profesional en diseño» —algo que descuento, lógicamente, como un deber de todo diseñador, junto con adquirir nuevas herramientas, leer textos de interés y participar de eventos relacionados con la profesión—, sino al hecho de aprender a partir de todo lo que me rodea. Mi profesión me vincula permanentemente con áreas de producción industrial, agrícola, tecnológica, financiera, científica, gubernamental, de investigación, educación, etc.

Cada cliente es un nuevo desafío, que me exige compilar un aprendizaje inmediato e intensivo sobre la problemática de comunicación a resolver. Y esto muchas veces me lleva saber cómo se produce el vino en una bodega, o a entender sobre complejos productos financieros, o a estudiar distintos efectos de un determinado complejo vitamínico, a las diferentes necesidades de comunicaciones en los sectores de un hipermercado, o simplemente a interiorizarme sobre cómo funciona un multicine por dentro.

Todo esto me enriquece sobremanera como diseñador, como profesional, y en última instancia como persona. La función de aprendizaje, por lo tanto, debe estar encendida cada vez que se lanza un nuevo proyecto, aportándo valor como comunicador visual, pero incorporando siempre la problemática a resolver, que —sin otra opción— siempre estará embebida de información sobre el producto, servicio, evento, etc.; en definitiva, del objeto de la comunicación.

En mi experiencia me ha tocado aprender sobre tantos rubros tan diferentes que me sería imposible detallarlos en esta nota, pero cada vez que surge un tema de conversación relacionado a uno de ellos, se me enciende la chispa de la memoria, trayendo recuerdos sobre algún trabajo vinculado a la temática y todas las implicancias de inmersión y aprendizaje que tuvieron lugar durante ese proyecto. Inmediatamente comienzo a recordar detalles y me descubro hablando con soltura sobre las pequeñas burbujas del champagne y su relación con la calidad del producto o de la importancia de la calidad del agua y la harina en la confección de una baguette.

Un diseñador gráfico tiene la posibilidad de aprender sobre muchas cosas durante toda su vida. Es cuestión de estar abierto a las nuevas experiencias que el diseño trae consigo.

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