Adriano Olivetti, el Steve Jobs italiano

Historia de un impulsor del diseño italiano en la mitad del siglo XX, amante y mecenas del arte, pionero de la computación, el diseño industrial, la arquitectura y el diseño gráfico.

Joaquín Eduardo Sánchez Mercado, autor AutorJoaquín Eduardo Sánchez Mercado Seguidores: 559

Erika Valenzuela, editor EdiciónErika Valenzuela Seguidores: 63

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La empresa Olivetti se fundó en 1908, en Ivrea, una pequeña ciudad del norte de Italia, no lejos de Milán. Camillo Olivetti —padre de Adriano, de origen judío—, viajó varias veces a los Estados Unidos, quedando muy impresionado con la máquina de escribir, que ya era un aparato común en muchas de las oficinas de ese país, pero que en Italia no se conocía aún. De regreso en Ivrea y con un modesto capital, abrió su propia planta de fabricación de máquinas de escribir con alrededor de 20 trabajadores.

En ​​la Exposición Universal de Turín de 1911 se exhibió la primera máquina de escribir italiana, la Olivetti M1, que no era un equipo más avanzado que los de Estados Unidos. Sin embargo, como Olivetti comentó en su momento, «el lado estético de la máquina ha sido cuidadosamente estudiado». El diseño elegante y serio del M1 era típico de Olivetti. A medida que la compañía crecía, esta preocupación por el diseño se convirtió en una filosofía corporativa global que abarcaba todo, desde el diseño del producto hasta el esquema de color de un cartel publicitario. Años más tarde, el Museo de Arte Moderno de la Ciudad de Nueva York montará una exposición de sus productos en honor a la compañía, como la empresa líder en diseño en el mundo occidental. Reconocía así el compromiso permanente de Olivetti con el buen diseño.

Diseños: Camillo Olivetti 1910, Xanti Schawinski 1934, Giovanni Pintori 1949, Marcello Nizzoli 1952, Walter Ballmer 1970. Contrariamente a lo que se estila en muchas compañías, Olivetti cambió más de 50 veces su logotipo, sumando con ello más prestigio y mayores ventas.

En 1928 Adriano Olivetti abrió la primera oficina de publicidad de la compañía, llamando a algunos de los artistas más importantes de Europa para comunicar el compromiso de Olivetti con la estética y la eficiencia. Una industria precisa con frecuencia la aportación creadora de artistas para satisfacer necesidades de comunicación que están ligadas directamente con la difusión de la propia imagen y el conocimiento de sus productos: carteles, anuncios publicitarios, publicaciones técnicas y comerciales, películas, etc. Olivetti tiene en este campo raíces antiguas y recientes, con aportaciones de Herbert Bayer, Schavinsky, Dudovic, Nizzoli, Milton Glasser, Bob Blechman, Sottsass, Del Pezzo, Crosby-Fletcher-Forbes, Folon y Pinori, entre muchos otros.

Olivetti daba gran libertad y protagonismo a sus diseñadores, siempre con el interés de movilizar el mercado y hacer que sus productos destacaran del resto. Ettore Sottsass fue uno de esos diseñadores que ayudaron a forjar la imagen dinámica de Olivetti. Carismático, revolucionario pero también fieramente discutido por los defensores de la funcionalidad como único norte del diseño, ayudó a introducir color, humor y sentido lúdico al diseño industrial. «Si algo se salvará, será la belleza», proclamó hace algunos años al hacer un balance de su carrera. Sottsass defendía sus creaciones bajo lemas como «conjugar mecanización y placer» o «la emoción antes que la función». Bajo su su punto de vista, incluso las piezas más descaradamente decorativas tenían su funcio´n. El resultado buscado no era meramente material sino también la movilización interna del público. No entendía al diseño como una profesión, sino como la necesidad antropológica del ser humano de estar rodeado de cosas que, entre sus tantas funciones, deben también ser símbolos.

Herbert Bayer, Schawinski, Dudovic, Nizzoli, Milton Glaser, Bob Blechman, Strossas, Pintori, Folon —entre muchos otros— produjeron posters, calendarios y arte. De México: Tamayo, Cuevas, Mérida, Toledo, Soriano, Corzas, Pedro y Rafael Coronel.
 
Una muestra no exhaustiva de posters de Olivetti.

Italia es uno de los países que más diseñadores brillantes ha producido en todas las ramas del diseño, habiendo colaborado muchos de ellos con la empresa Olivetti. Uno de esos italianos más destacados es, sin duda, Marcello Nizzoli, pintor, escultor y diseñador teatral. Su etapa más brillante como diseñador industrial fue en la década de 1950, con sus brillantes diseños, como el de la máquina de escribir Lettera 22.

Los objetivos de Adriano Olivetti se encaminaron siempre hacia la excelencia tecnológica, la innovación y la apertura de los mercados internacionales. El diseño fue siempre su mayor prioridad —tanto en la rama industrial, como en el diseño gráfico—, y tuvo una gran pasión por la arquitectura y el arte. En el plano internacional, elevó al diseño italiano a referente de gran calidad y modernismo, uniendo conceptos como utilidad, belleza y modernidad. En 1955 ganó el prestigioso premio Compasso dʼOro por logros positivos en el campo de la industria, la estética y la mejora de las condiciones de vida de los empleados. Entre otros numerosos premios otorgados por su trabajo en este campo, en 1956 fue galardonado con el Gran Premio del «mérito arquitectónico, la originalidad en cada logro de Olivetti en el diseño industrial, de calidad humana y con fines sociales». Muchos arquitectos colaboraron con Olivetti: Figini, Pollini, Zanuso, Vittoria, Gardella, Fiocchi, Cosenza, Le Corbusier (Olivetti Electronic Calculation Centre en Rho), entre otros.

Olivetti fue durante mucho tiempo un líder mundial en la fabricación y venta de máquinas de escribir, pero vislumbrando los cambios por venir en el ramo de la computación, se adentró en ese campo, logrando reducir las gigantescas computadoras de entonces al tamaño del escritorio y fabricar el primer PC de la historia. Aunque lo intentó, no logró imponerse en ese mercado, pero su gran tradición en la calidad y estética en el diseño de productos, así como su filosofía, sirvieron de modelo e inspiración para otras compañías como AT&T, HP, IBM y Apple, entre otras.

 
El primer PC del mundo fue creado por la empresa Olivetti.

El 10 de junio de 1967, Hewlett Packard indemnizó a Olivetti con 900,000 dólares, reconociendo así, de manera implícita, que había violado la patente del P101 de la empresa italiana con su modelo HP 9100. No hay que olvidar que Steve Wosniak trabajaba para HP cuando se inspiró para hacer la Apple I.

«Sin duda, hay pocas empresas en el mundo que realmente entienden y practican el poder de un buen diseño en sus productos y sus negocios. Probablemente, el primer ejemplo fue Peter Behrens y su trabajo para la empresa alemana AEG, en la primera parte del siglo XX. Él puede ser considerado como el fundador de la identidad corporativa. Adriano Olivetti le siguió de cerca con la transformación de la empresa italiana de su padre, Olivetti. Al tener conocimiento de esta escasez desde el inicio de mi carrera en la década de 1950, lamento informar que la situación no parece haber mejorado hasta el día de hoy».

Dieter Rams

Paul Rand también se expresó así:

«Cuando mi amigo Giovanni Pintor dejó su compañía, el carácter y la calidad especial del diseño de Olivetti ya no reflejaban la misma pasión y el brillo de una corriente casi interminable de trabajos de diseño gráfico. Sin el entusiasmo de Adriano Olivetti, su fundador, nunca podrían haber logrado tal programa de diseño».

Adriano murió en 1960, habiendo logrado construir un gran prestigio para el diseño italiano. Su fórmula de éxito se puede resumir con las siguientes palabaras: tecnología+diseño+estética+arte.

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