El diseño ¿hace mejor al mundo?
Es común que los diseñadores se asuman como hacedores de «un mundo mejor» en función del espíritu de progreso y transformación social que caracterizó sus inicios en las primeras décadas del siglo XX.
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Abrimos el debate sobre el tema, recopilando algunas respuestas a la pregunta inicial, aparecidas en artículos publicados en FOROALFA.
«El discurso impersonal de la globalización se ha instalado en la cultura, convirtiendo a ésta en una herramienta más de la logística económica. En este contexto, el ejercicio del diseño participa de un sistema que concibe e interpela al individuo sólo en cuanto consumidor».
«El diseño existe porque hay industria y estándares, porque hay economía y consumo. No creo que tenga mucho sentido analizar su rol o su participación en la cultura, desde una cierta suspicacia antiglobal, ignorando que el fetiche, el consumo, lo aspiracional, con lo negativo que nos parezca, forma parte de la naturaleza humana y es un excelente material de trabajo para la comunicación eficaz. Una oportunidad de desarrollo».
«Siento que el tema se está enfatizando sin atender a la diversidad entre las muchas vertientes del diseño; una cosa es decir que el diseñador, en caso de conflicto, es libre de optar por los requerimientos del mercado; otra diferente, decir que en el rechazo de cualquier imperativo categórico se fundamenta una idea del diseño».
«Pensar que el diseño pueda o no influir en convertir al mundo [...] en un lugar mejor o peor, es de una pedantería inabarcable. [...] Cada cual en su contexto, piensa en hacer bien su trabajo. Que eso, indirectamente mejore o empeorare al mundo es un efecto de su trabajo».
«Un diseñador español desarrolló un sistema para lavar un automóvil utilizando diez veces menos agua que la que emplean las máquinas hoy. [...] Eso, igual que el riego por goteo nacido en Israel para vencer la aridez del desierto son muestras de diseño que ayudan a imaginar un mundo menos dilapidador de recursos no renovables o de energías contaminantes. [...] el diseño podrá salvar al mundo».
«Un fenómeno ideológico muy interesante, observable en el ambiente del diseño, es esa tenaz tendencia a sobregraduar a la disciplina, mitificándola [...] se la suele considerar una suerte de panacea de los males sociales asignándole una misión esencialmente redentora; haciendo la vista gorda al volumen altísimo de productos excelentemente diseñados; pero perjudiciales para la humanidad: allí están los automóviles».
«el Diseño [...] surge como un campo específico del saber que, a partir de una postura enteramente moderna, se manifiesta en un acto sublime de invisibilidad que persigue darle orden a la configuración de la experiencia humana como un escenario mejor para todos nosotros».
«Cualquier cosa que tenga el poder de salvar al mundo, también tendrá el poder de destruirlo. A mi criterio, responsabilidades —o misiones— exageradamente grandes para el diseño y para los diseñadores».
«Coincido con Norberto Chaves en que esperar del diseño la panacea es una expectativa demasiado ambiciosa pero, sin embargo, no descreo del diseño. Como en muchos órdenes de la vida, considero que depende del hombre el manejo de la herramienta y de sus conocimientos. [...] Si bien no podemos resolver los problemas del mundo, sí podemos hacer las pancartas que alerten sobre ellos y evidenciar la fuerza que tiene la necesidad de un mundo mejor».
«La apariencia se ha hecho más importante que la función, los nuevos valores estéticos son también afines a esa inmediatez que parece empeñarse en convertir en desechable aún a la sociedad misma, con la consiguiente preocupación que implica el saber que el diseño no deja de hacerse cómplice de dicha situación y que asume posiciones genuflexas ante las exigencias de un libre mercado que tiene más interés en la producción de bienes efímeros, tanto en apariencia como en función, que permite la apresurada inserción de nuevos productos “consumibles” sin que importe demasiado si éstos tienen sustancia o siquiera justificación [...] En esta loca carrera por lo inmediato, por lo aparente, la alfabetidad visual comienza a verse comprometida. ¿Acaso desaparecerá el diseño como proceso mental, partiendo de las herramientas generadoras o modeladoras de cambios positivos y de valor social en el entorno, o su futuro será la superficialidad y la inmediatez?»
«No puedo afirmar que nuestra batalla contra el feísmo esté ganada —aún queda mucho por lograr al repecto—, pero si hacemos un balance en frío nos daremos cuenta de que se ha avanzado a grandes pasos en este sentido. [...] Tengo fe en el futuro y, lo mejor, mucha esperanza en que tendremos Éxito (con mayúscula). Lo feo será minoría. Los nuevos profesionales serán verdaderos comunicadores y no sujetos que manejan bien el Photoshop. Cuando el diseñador trabaja con pasión, porque le gusta lo que hace y ademas le pagan por ello, cuando el cliente ve los bocetos y dice: “Fulanito, esto me gusta mas que todo lo que he visto antes”; es el comienzo de un mundo mejor».
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