Más allá de la mirada romántica que obstaculiza al oficio artesanal

Con la lectura del interesante artículo de la colega María del Pilar Rovira Serrano titulado La preservación del conocimiento en Europa, el cual retrata la realidad de la artesanía en el contexto global, revivieron en mi algunas inquietudes que motivaron esta reflexión.

Creo que el propio sector artesano (artesanos, hacedores culturales, promotores, teóricos sobre el tema) ha influido en contra de su propio desarrollo, sobre todo por la «mirada romántica» de algunos, que con el afán de preservar la ancestralidad de la técnica manual, han metido en una burbuja a todos sus actores; algo así como el movimiento arts and crafts¹ que nació condenado a desaparecer, pues sus productos, aunque bellos y de calidad, paulatinamente se volvieron inalcanzables en precio.

Más aún, pienso que el diseño y las nuevas tecnologías deben servir no solo para promocionar el oficio, sino también para que estos productos resulten viables desde una perspectiva actual, contemporánea. Que estén adecuadamente pensados (calculados, dimensionados, testados), para ser competitivos en un mercado global. Al mismo tiempo no estaría mal devolverle el ingreso a los artesanos, pues hoy día, la realidad de «la propiedad intelectual difusa» es una constante. Se favorece que muchos empresarios y grandes casas de diseño se aprovechen de estos saberes y habilidades artesanales, ¡sin pagar «ni un duro» por ellas!² La realidad muestra que los productos artesanales nunca están en las grandes vitrinas comerciales, sino confinados a espacios muy particulares, virtualmente alejados del gran público, especialmente en las ferias y eventos de diseño.

El problema es mucho más complejo y demanda de la participación decidida de otros actores: los políticos deberían proteger a las comunidades ancestrales, artesanos, patrimonio etc., fortaleciéndolas, en vez de segregándolas en resguardos, destinando presupuesto para educarles y capacitarles en vez de darles exiguas ayudas que no impactan de forma fundamental en el desarrollo de sus pueblos (el asistencialismo mata el desarrollo).

¿Cómo lograr una integración vertical de toda la cadena de valor desde una perspectiva del sector artesano, pero obviamente con carácter industrial y de mercado al interior de las comunidades originarias propietarias de los saberes y las habilidades de fabricación artesana? ¿Complicado verdad?

Un ejemplo práctico que ilustra esta reflexión es el hermoso objeto que acompaña este artículo: el bolso Cuatro tetas,³ de la comunidad Canaán del resguardo Guangüi, comunidad del departamento del Cauca Colombiano, víctimas del desplazamiento forzado por grupos armados ilegales.⁴

Este accesorio, con sus formas orgánicas sinuosas se puede adquirir en una feria de Artesanías de Colombia por aproximadamente € 100, un precio que no es de lo más accesible, pero que está muy por debajo del de cualquier otro bolso de marca (fácilmente pueden costar 10 ó 20 veces más).

Analicemos el diseño, las prestaciones y funciones del producto. Aunque bello, este bolso no es funcional, es muy inestable y siempre tiende a caerse de lado. Por otro lado ofrece puntos de falla estructural que fácilmente afectarían su integridad, sobre todo en las esquinas inferiores donde el tejido de la fibra de «chocolatillo» describe ángulos agudos que con el roce continuo contra el piso o las superficies rápidamente se desgastan. La forma volumétrica abombada y semi-rígida de la superficie, hace que las líneas de tejido se enganchen en casi cualquier cosa. Viajar con este accesorio en el avión puede ser una experiencia para olvidar: entonces el bello bolso pasa a ser un bello objeto en el fondo del armario. ¿Que solución podríamos dar a este producto desde el diseño y la tecnología? ¡Muchas!

Por ejemplo, la base podría ser reforzada o incluso reemplazada por una que copiase lo orgánico de la forma general del bolso, y para ello posiblemente podría utilizarse algún proceso propio de la tecnología 4.0, un software que vectorice dichas formas, tal vez escaneándolas tridimensionalmente, para luego estamparlas o imprimirlas en otro soporte mediante impresión 3d o ruteado CNC, usando estereografía tridimensional, entre otras. Con la ayuda de la tecnología, se puede hacer que un producto resulte más viable, confiable, de mejor calidad y funcionalidad. Seguramente existan muchas otras mejoras posibles para optimizar su durabilidad, estabilidad dimensional, resistencia al ambiente, etc.

La cuestión de fondo es ¿cómo fortalecer el oficio y la competitividad del artesano?⁵ A veces, «cuando el enemigo es muy poderoso, la mejor estrategia es unirsele», así que tal vez a los artesanos les convenga unirse al todopoderoso mercado, negociando, cediendo algunas cosas, para ganar otras, sin perder la identidad en el proceso.

En conclusión, creo que la mirada romántica de protección de las comunidades ancestrales es, en resumidas cuentas, una utopia. Las comunidades hace mucho tiempo dejaron de ser inviolables y ellas mismas se han visto afectadas, expoliadas, precisamente por esa visión que las priva del contacto y del conocimiento de la dinámica profundamente cambiante de los mercados y de la tecnología, lo cuál incluso ha acelerado el deterioro y abandono progresivo del oficio artesano por parte de las propias comunidades, quienes no han sabido proteger sus saberes y habilidades, no han sabido desarrollar sus propias fortalezas para participar en igualdad de condiciones en la realidad económica del sistema capitalista.

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