La gran Fiesta del Dibujo

«Todos tenemos escondido en nuestro interior a un dibujante que ansía darse a conocer. Este es el momento de dar rienda suelta a nuestra creatividad».

Con estas palabras el director del Museu Picasso de Barcelona, Bernardo Laniado-Romero, ha presentado la tercera edición del Big Draw. La Fiesta del Dibujo, una jornada lúdica ya tradicional en la que la ciudad de Barcelona, brinda a sus habitantes la oportunidad de demostrar sus aptitudes artísticas en un marco puramente festivo donde querer dibujar —con independencia de si se tiene experiencia o no— es la única condición para participar.

Para ello se han desplegado un total de 19 talleres —de acceso gratuito y para todas las edades— repartidos por los barrios de la Ribera, Santa Caterina y Sant Pere, y ubicados en lugares tan emblemáticos como el Palau de la Música, el Cercle Artístic Sant Lluc o el propio Museo Picasso, entre otros.

Unos talleres dirigidos por una veintena de artistas y dibujantes de la talla de Javier Mariscal, Albert Crispi, el colectivo de arquitectos El Globus Vermell o el diseñador Ernest Perera, responsable del taller El dibujo del objeto en el que los participantes deben dibujar sin mirar el papel: «La gente debe perder el miedo y la vergüenza a dibujar», —dice Perera—, «lo importante es que disfruten de la experiencia y de la jornada».

La iniciativa, nacida en Londres hace 12 años, captó la atención del museo Picasso y la adaptó con éxito creciente en la ciudad de Barcelona, que este año celebra su tercera edición. Es una iniciativa que pretende acercar el arte y la cultura. La jefe de Programas Públicos del Museo, Anna Guarro, habla del espíritu festivo del evento: «Es un acto familiar y comunitario donde todos podemos expresarnos, crear y dejarnos llevar a la vez que aprendemos dibujando», y destaca la importancia de la creatividad: «es un bálsamo contra la crisis que permite que las sociedades avancen».

Celebración de la obra de Pla-Narbona

Al mismo tiempo que tiene lugar la Fiesta del Dibujo, y en el meollo de su escenario, el Cercle Artístic de Sant Lluc inauguraba la exposición de dibujos de Pla-Narbona como parte central del homenaje que le dedica la institución con el reconocimiento en forma de Medalla de Oro, que acompaña la muestra de su trabajo más primigenio, y que ha sido la semilla de la originalidad de su obra personalísima.

Son muchos los artistas notables que han pasado por el Cercle Sant Lluc. En sus talleres, han desarrollado el arte gráfico y la técnica del dibujo en toda su extensión, y eso ha contribuido de manera decisiva a configurar su propio lenguaje expresivo. «Pla-Narbona es uno de ellos, y de los destacados —ha dicho en su discurso el presidente del Cercle Artístic Sant Lluc, Lluis Utrilla—. En los años sesenta, cuando empezaba, Pla-Narbona encontró en Sant Lluc el lugar y el ambiente adecuados para encaminar sus anhelos profesionales y desarrollar su talento».

Oriol Pi de Cabanyes ha escrito en el catálogo de la exposición: «Pla-Narbona, todos lo saben, es un grande del diseño gráfico. Conviene no olvidarlo: «diseño», viene del italiano «disegno», que significa precisamente «dibujo». Diseñar es, pues, y ya desde los mismos orígenes del término, «dibujar». Y remarcaba: «Sin dibujo (ya sea como la plasmación material de una imagen, ya sea como simple prefiguración mental de lo que todavía es solo imaginado) no hay diseño».

América Sánchez, dibujante

Entre el gentío que asistió a la exposición de Pla-Narbona, me reencontré, aparte de los muchos amigos y conocidos, con el diseñador argentino afincado desde hace años en Barcelona, América Sánchez. Siempre he pensado y, se lo decía también a Pla-Narbona, que América Sánchez es el diseñador más completo y diverso que tenemos en España. Sabe hacerlo todo. Y siempre con un altísimo nivel de creatividad y de calidad. La novedad, que yo no sabía, es que América Sánchez ha dejado el diseño. ¿Cómo? «Sí, me he quedado solo y me he liberado de la computadora, de los clientes, de las facturas, de lo que no acaban de entender ni valorar sobre diseño, y de las pesadas reuniones con ellos. Ahora sólo dibujo, soy profesor de dibujo y no hago más que eso». Esto es realmente, trabajar en libertad.

Los jóvenes diseñadores vuelven al dibujo

América Sánchez, igual como Pla-Narbona, son dos hombres libres. Liberados en la madurez y la creatividad de su oficio. Voy pensando que, tal vez, el mundo pronto redescubrirá el Dibujo. Y al decir eso, dos buenos amigos y grandes diseñadores, Jordi Duró y Francesc Ribot —que han sido los promotores de esta exposición de Pla-Narbona—, me confirman que ese redescubrimiento ya es un hecho. ¡Qué maravilla! «Sí», me explica Duró, «nuestros alumnos ya empiezan a aburrirse con el ordenador. Sobre todo los más jóvenes, que ya han nacido con él y no han conocido otra cosa, se dan cuenta del placer que procura dibujar, la libertad del gesto, la independencia de aparatos y el ver cómo la línea fluye directamente del pensamiento». Creo, y espero, que también descubrirán algo más profundo y vital. Que el circuito cerebro-ojo-mano es la libertad total, tanto de la imaginación como de la expresividad. Es la autonomía absoluta. El acto gráfico, el acto de dibujar, como el de escribir, es al mismo tiempo la impronta de la personalidad individual, irrepetible e inimitable del ser, de cada uno de nosotros. Cuando tu mano dibuja, no importa lo que sea, es como tu electrocardiograma o como el sismógrafo vital de tu personalidad plasmada en los mágicos rodeos de la Línea. No dejes la computadora, pero descubre lo que puedes hacer con el lápiz.

La obra gráfica del El Roto

Y como si se tratara de cerrar el círculo de la gran Fiesta del Dibujo en Barcelona, la extraordinaria exposición de El Roto (Andrés Rábago) que recibe el Premio Nacional de Ilustración y reúne su obra en La Tecla Sala de Hospitalet. Andrés Rábago ha sido El Roto y ha sido Ops. «¿Cómo se llevan entre sí?», le pregunta Josep Massot. «Cada uno vive en distinto piso. Ops en el inconsciente, El Roto en el consciente y Rábago digamos que en el supraconsciente. Y nunca les oigo discutir».

La manipulación, la hiprocesía y el cinismo centran buena parte de sus frases críticas, afiladas y precisas, a menudo con una leve carga filosófica: «la identidad nos la construyen sobre el olvido de lo que somos», reflexiona en voz alta un náufrago urbano. «Tengo opiniones, pero solo por encargo», pone al día la célebre broma de Groucho Marx. Cada aforismo suyo es una bomba de humor que estalla llena de sentido. Contra la censura: un hombre se amordaza su boca con su propia mano y exige «¡Dejadme hablar!». Contra el oportunista: «las encuestas me traen loco: no hay forma de saber qué chaqueta ponerme». Contra la alineación: «Estamos realizando máquinas inteligentes como hombres para hombres estúpidos como máquinas». Se ve en la viñeta dos hombres grises conversando: «No te dejes manipular, tú, a lo tuyo», dice uno. Y el otro responde: «Ya, pero ¿qué es lo mío?». «¡Pues hombre, lo que te manden!».

¿Cuál es la palanca que le activa? «Lo que más me molesta», dice Rábago, «es la mentira utilizada con fines de dominio, de privilegio». El lápiz-escalpelo con el que desde 1974 libera del óxido los circuitos de pensar por uno mismo, sigue afilado. «Es mi manera de ser. Impostar la voz o hacer cosas que no me salen de forma natural requiere tanto esfuerzo que me agotaría. Nunca he tenido sensación de trabajar, sino de vivir».

Dibujar en libertad

He aquí, amigos, la gran celebración del Dibujo en pocos días. Unos, la mayoría, los no profesionales, los más entusiastas se lanzan a dibujar en la calle y en los talleres tutelados por renombrados diseñadores y dibujantes. Otros, descubren, o redescubren, las exuberantes series de dibujos de Pla-Narbona. Diseñar y dibujar son disciplinas que, si bien tienen un origen común, han acabado evolucionando de manera divergente. Pla-Narbona, siempre lo he dicho y repetido, es, ante todo, un artista gráfico, un maestro del dibujo. Cuando diseña una marca, un anuncio o un cartel, sigue siendo un artista gráfico que diseña. Ya muy consagrado como diseñador profesional, todavía acudía a practicar el dibujo del natural en Sant Lluc. Siempre voluntarioso, autoexigente, iba allí a aprender más aún de lo que ya sabía: a dominar el pulso, a hacer elegante la representación, a expresar sus ideas con el minimalismo seco de la línea gráfica. El propio Pla-Narbona lo comenta así:

«Dibujar en libertad es la manifestación de un placer indefinible, intuitivo, casi místico. Dibujar para mí siempre ha sido una experiencia terapéutica, de expresión emocional, estética y ética que por encima de todo estimula el corazón y la mente».

Eso mismo es lo que experimenta ahora en plenitud América Sánchez. Y desde siempre, El Roto con su dibujo preciso, concreto y simple, frío como el bisturí, pero lleno de humanismo. Dibujar en libertad es lo que sienten los jóvenes diseñadores que, ya saturados del instrumental informático, se asoman al descubrimiento de su autonomía, de su propia personalidad. De su libertad creadora.

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