Letras en expansión
La tipografía argentina, expresión de un amplio catálogo latinoamericano, alcanza reconocimiento como industria cultural.
AutorMiguel Catopodis Seguidores: 34
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En artículos publicados previamente en FOROALFA me referí a personajes y escuelas importantes que, si bien mantienen su influencia hasta nuestros días, remiten a las primeras décadas del siglo XX. En esta ocasión, en cambio, la intención es presentar sintéticamente un fenómeno de la historia reciente: la expansión de la tipografía en Argentina durante la última década.
Entre fines de los 90 y comienzos del nuevo milenio se nuclearon varios grupos en torno a la tipografía, algunos virtuales, otros presenciales, como telón de fondo de esos años la profunda crisis económica y social que estalló en 2001, apenas días después después del congreso internacional «tipoGráfica Buenos Aires». Se intensificó entonces la necesidad de acceder a conocimientos específicos para diseñar nuevas fuentes. Tradicionalmente Argentina fue un país consumidor de tecnología e insumos tipográficos, de modo que para contar con estos conocimientos, no hubo mejor opción que compartir la porción individual disponible de estos saberes y recurrir a la experiencia de los pioneros. Al mismo tiempo otros colegas, en búsca de una especialización en el área tipográfica, optaron por capacitarse en otras latitudes.
De manera alternativa a los claustros universitarios fue surgiendo una interesante oferta de conferencias y talleres dedicados al diseño de fuentes digitales así como a la práctica de la caligrafía. Esta formación se vio reflejada en las Bienales Latinoamericanas de Tipografía que, cada 2 años, exponen una selección de la producción tipográfica regional. Primero fue la Bienal Letras Latinas, organizada por la revista tipoGráfica, medio que merece una mención aparte, ya que lo largo de 20 años fue un canal ineludible en lo que refiere a Tipografía y Diseño. Después de la precursora muestra de 2002 se materializaron las Bienales de 2004 y de 2006, que dieron cuenta de un gran crecimiento, tanto en el plano cualitativo como en el cuantitativo. A partir de 2008, la Bienal pasó a llamarse Tipos Latinos y, dentro de la misma línea evolutiva. continuó su expansión en Latinoamérica. Actualmente en trece países de la región se encuentra en plena organización la Bienal 2012 de Tipos Latinos1.
Es importante subrayar el rol del colectivo T-convoca durante este proceso: profesionales, docentes y estudiantes de diversa extracción autoconvocados con el objeto de intercambiar conocimientos y experiencias, (de allí el nombre: Tipografía-convoca). El ciclo contó con decenas de encuentros, compuesto mayoritariamente por conferencias, aunque también por talleres, clínicas sobre diseño de fuentes y visitas guiadas.2 Lo interesante del caso es que el ciclo fue impulsado por los propios convocados, alternativamente en el rol de asistentes y expositores. T-convoca fue además el terreno donde se conocieron muchos protagonistas de la que, a todas luces, parece ser una época dorada de la tipografía argentina y latinoamericana. También es justo mencionar a otros grupos centrados en la Tipografía que desarrollan actividades orientadas a la Tipografía, tal el caso de Caractertipográfico, de Córdoba.
A comienzos de 2009 abrió sus puertas la CDT (Carrera de Diseño de Tipografía) en la FADU (Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo) de la UBA (Universidad de Buenos Aires). Mas cerca de estos días, durante 2011, tuvieron lugar dos hechos significativos para la tipografía local: en primer lugar la participación de las principales fundidoras locales en el MICA (Mercado de Industrias Culturales de Argentina) conjuntamente con un panel sobre Tipografía que tuve el privilegio de compartir con Rubén Fontana, Enrique Longinotti y Alejandro Paul, con la coordinación de Juan Lo Bianco. En segundo lugar, el evento Letter.2, concurso y conferencia internacional con sede en la ciudad de Buenos Aires, que contó con el impulso de ATypI (Asociación Tipográfica Internacional). En este último evento, Fontana recibió de parte de la Legislatura porteña un reconocimiento oficial por su trayectoria, al tiempo que se declaró de interés cultural a la conferencia. Signos de un reconocimiento inédito hacia una actividad, en gran medida, invisible a los ojos de la sociedad. Se trata de una buena noticia: la Tipografía ingresa en ámbitos en los que nunca antes había estado, y lo hace como una verdadera industria cultural.
Fueron necesarios muchos esfuerzos para que fundidoras y tipógrafos locales accedan a un mercado altamente competitivo. Se profesionalizaron los procesos de producción y apareció una interesante diversidad en la oferta de fuentes. Sería extenso citar los reconocimientos que obtuvieron tipógrafos locales en certámenes internacionales; lo cierto es que se trata de un proceso expansivo —que se verifica tanto en Argentina como en otros puntos de Latinoamérica—, al que pronto se van a sumar nuevas generaciones de tipógrafos. Hay letra para rato.
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