¿El diseño es dibujo o el dibujo es diseño?

Una polémica vigente desde la segunda mitad del siglo XX que aún no ha terminado.

Joaquín Eduardo Sánchez Mercado, autor AutorJoaquín Eduardo Sánchez Mercado Seguidores: 559

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El dibujo como trazo

La gran confusión con el tema de dibujo y diseño radica en que en tiempos modernos hemos dejado que la palabra diseño signifique el hacer un trazo o delineación sobre una superficie, que suele ser papel o la pantalla de la computadora o cualquier otra superficie. En realidad la palabra dibujo está más relacionada con la palabra figura que con la de trazo. El registro más antiguo que se del término «dibujo» se remonta al siglo XV; esa palabra era Disegno. Es por eso que se puede afirmar que históricamente la palabra diseño y dibujo significan en realidad lo mismo y que dibujo, más que un trazo en un papel, es prefiguración mental, igual que la palabra diseño; porque no se puede dibujar nada sin una imagen mental que preceda a dicho trazo. Hoy en día la prefiguración suele atribuirse principalmente a la palabra diseño, presuponiendo que son cosas distintas. Yo afirmo que son lo mismo o por lo menos son muy similares, tal vez demasiado. En todo caso, la palabra diseño es usada hoy en día más para transformar lo ya conocido que para representarlo.

El dibujo como prefiguración

Nadie puede dibujar (ni diseñar) nada si tiene previamente una imagen mental. Cuanto más clara sea ésta, mejor será el resultado. El mejor ejemplo de que el dibujo es prefiguración, sería intentar dibujar el rostro de alguien conocido. Todos los rostros tienen el mismo número de partes: ojos, nariz, boca, orejas, cabello y demás, pero lo que hace diferente a una persona de millones de otras, son las dimensiones, ubicación, forma, tamaño, dirección, proporción, color, textura y la forma en que están relacionadas unas partes con las otras. Tomemos en cuenta que en el mundo existen infinidad de personas, todas con el mismo número de partes pero con proporciones diferentes, es decir diferente dibujo o diseño.

Reconocemos a las personas a nuestro alrededor por sus diferencias. Son esas diferencias básicas las que hacen diferente a una persona de las demás y nos permiten reconocer un rostro en una multitud o en un encuentro casual. Para dibujar ese rostro conocido se necesita entrenar la visión y determinar lo más exactamente posible las pequeñas diferencias, a veces nimias, que existen entre las partes; saber que tan grande, pequeña, ancha, o larga, es la nariz en relación con la boca y esta con los ojos nariz y orejas, a qué distancia proporcionalmente está una parte de la otra, cuál es su forma y cuáles son sus dimensiones y proporciones. Recién cuando tenemos la imagen definida en la mente podemos entonces dibujarla. Cuanto más precisa sea la imagen mental, mejor será el dibujo. Si variamos la relación entre esas partes, ya no será el retrato de la persona que intentabamos dibujar, y no la reconoceremos. Sabemos cómo somos porque el espejo nos permite observarnos. Por ello y por las fotografías, es que nos damos cuenta de cómo somos.

En nuestra forma de percibir los objetos del mundo exterior llevamos a cabo este ejercicio mental en todo lo que vemos, sobre todo si observamos con detenimiento. No podríamos conducir un auto sin este tipo de percepción. Estamos constantemente estableciendo este tipo de relaciones. Es así que, reconociendo cada cosa que vemos, podemos movernos con precisión, relacionarnos con el mundo, ir en una dirección determinada, construir un edificio y demás. Si diseño fuese la «organización de partes en un todo coherente»,1 el dibujo sería eso mismo, la forma en que las diferentes partes de un todo están organizadas.

Pero desde el punto de vista formal del diseño, habría que ir más allá: observar, investigar, determinar porqué se necesita un rostro y para qué sirven los ojos, los dientes, la nariz, la boca, cuál es la utilidad y función de cada una de las partes, por qué están construidos de esa forma, con esos materiales, tamaño, color y demás características. Habría que entender todo esto para poder reorganizar las partes, como sucede en el caso de un cirujano plástico, que cambiando las relaciones entre los diferentes elementos del rostro puede hacer que una persona no sea identificada por un programa de reconocimiento facial computarizado. En ese sentido, dibujo no solo es figuración, sino prefiguración y transformación. Podemos cambiar la forma en que las diferentes partes de un todo están organizadas, e imaginar, recrear, redibujar.

¿Por qué no podemos prescindir del dibujo? Porque sin dibujo no hay diagramación, composición, perspectiva, isométrico, proporción, geometría, escala, estructura, forma, círculo, cuadrado, rectángulo, paginación, figuras geométricas, valores tonales, línea, color, punto, curvas, gradaciones, retoque fotográfico, no hay vectores o curvas de Bezier, tipografía, letering, caligrafía, rotulación, pósters, libros, revistas, símbolos, signos gráficos, señalética, logotipos, branding, etiquetas, embalajes, planos, bocetos, display, layout, calendarios, tarjeta de presentación, ilustración, esbozo, trazo, marca gráfica, impresión, serigrafía, tipos móviles, sellos, estampas, playeras con dibujo, textiles, modas, pinturas, esculturas, arquitectura, bellas artes, utensilios, muebles, joyas, urbanismo, carreteras, programas de diseño e ilustración digital, Adobe, Ilustrador, Photoshop, retoque fotográfico, Autocad, Blender, CorelDraw, 2d, 3d, páginas web, fractales, repetición, armonía, contraste, predominio, gradaciones, gestalt y todo lo que no alcanzamos a nombrar aquí.

En pocas palabras, sin dibujo no habría diseño, ni diseñadores. Sabiendo todo esto no se puede entender por qué no se promueve suficientemente la enseñanza del dibujo en las universidades en todas las carreras de diseño y tampoco se entiende por qué se fomenta la idea de que el dibujo no es necesario y que no es diseño. Es triste ver diseñadores de todo tipo recién graduados que reniegan del dibujo, cuando al contrario su aprendizaje y páctica les beneficiaría ampliamente.

Miedo al dibujo

Es evidente que existe miedo y aversión por la palabra dibujo, constantemente escuchamos adiseñadores decir: «Yo no soy dibujante, soy diseñador» o aquello de «Yo no hago dibujitos, hago diseños», siempre sin explicar cómo es que diseñas sin dibujar, ya que una simple diagramación, el tamaño del papel, la tipografía, el encuadre de una fotografía o el uso de un programa de ilustración, es dibujo. Esta herencia nos llega de aquellos tiempos en que se consideraba al dibujante publicitario como un artista pintor venido a menos. La palabra diseño, que significaba lo mismo, vino a revindicar la personalidad y el prestigio del diseñador actual, razón suficiente para ni quedito mencionar la palabra dibujo.

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  1. Marjorie Elliott Bevlin.
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