¿De quién es la idea?
Muchas veces decimos ser ideólogos de un producto, dueños de una idea, pero en el camino nos enriquecemos de experiencias ajenas. ¿Hasta dónde somos dueños de la idea?
AutorFederico Calducci Seguidores: 0
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¿Es válido que el diseñador diga «esta idea es mía» sin engañarse a sí mismo y engañar a un tercero? Muchas veces, como somos diseñadores, andamos con la oreja parada en las conversaciones cotidianas porque somos creadores de productos industriales para uso masivo. Algo similar sucede con los psicólogos, que analizan hasta al panadero; los abogados, que defienden al inquilino amigo o los estudiantes de medicina, que te pre-diagnostican. Pero nosotros vamos más allá. Nosotros escuchamos problemáticas comunes, de personas comunes, en lugares comunes. Nosotros queremos ayudar. Personalmente veo al diseño industrial como una disciplina capaz de mejorar la calidad de vida de las personas mediante el diseño de productos.
Pero... ¿cuántas veces nos ha pasado que un amigo, prima, tío, pareja, suegro y demás allegados nos dicen «tendrían que inventar algo para tal cosa», o «tendrían que inventar algo para que solucione este problema» ó «el día en que inventen tal cosa ¡sería tan feliz!»? En ese instante empezamos a pensar, a entender el problema, a observar, a sintetizar, a concluir, a imaginar, y al cabo de ¿cuánto?, ¿tres segundos?, preguntamos «¿y vos cuánto pagarías por esta solución?». Y finalizamos con un pre-concepto en la cabeza. A partir de ese momento, andamos toda la semana preguntando «¿vos no tenés tal problema con tal cosa?», porque necesitamos saber si esa problemática es general, real. Y vamos abriendo un nicho de mercado (supongamos, hipotéticamente, que diseñamos y materializamos ese producto-solución, o lo exponemos en algún lugar).
Ahora bien, ¿de quién es la idea de esta gran solución? ¿Del amigo que la pensó y te la contó o es tuya? Ya que escuchaste, pensaste, observaste, investigaste, te despertaste en medio de la noche con una solución, volviste a investigar, ideaste y desarrollaste. ¿Hasta dónde eres el ideólogo de esta solución? ¿Hasta dónde tu conciencia te permite asumir ese rol?
Hace poco me pasó algo similar. Un conocido patentó una idea, una solución a un problema real y me vino a ver para desarrollar (o diseñar mejor dicho) el producto. La intención era preparar unos paneles para enviar a una empresa interesada en producirlo. Él me encomendó un trabajo, no me propuso ser parte de la idea. Al tratarse de una persona conocida, me dio confianza plena en el desarrollo. Si bien me transmitió sólo una idea, palabras y un esquema en dos dimensiones de la oficina de patentes, yo sabía bien que la idea no era mía. Pero el que diseñó el producto fui yo, por lo que en los paneles lo dejé claro: «Diseño: Calducci, Federico - Idea: Pepito Juárez».
¿Hice lo correcto? ¿Es ético que un diseñador presente un producto como propio y se lleve todos los créditos cuando la idea inicial le pertenece a otro? ¿Quién es el dueño de la idea?
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