Conocimiento, creatividad e ingenio

Cuando desarrollamos aptitudes para ejercer nuestra profesión, se nos obliga a ser catalogados como creativos. Detrás de eso, un peso gigante por reconocer y desarrollar nuevos imaginarios o bien, re-crear lo que ya existe para generar imágenes nuevas a partir de información selectiva.
Me gustaría ahondar en cómo se desarrolla el pensamiento creativo, qué factores influyen para llegar a nuevas concepciones e ideas del mundo. Según Aristóteles, el pensamiento y el conocimiento se forjan a partir de factores instrumentales, que aplicados a la experiencia sensorial, forman el imaginario colectivo; y son los llamados «niveles del conocimiento»:

• El primero se conoce como pensamiento científico o episteme, aquel que busca ser comprobado y dar cuenta de la «realidad», validándolo empíricamente, probando la causalidad en el hecho concretado, también busca establecer relaciones y ordenar los objetos materiales con las teorías para encontrar explicación a los sucesos de la naturaleza: el por qué.
• El segundo, es la práctica o praxis. Aquella que a partir de su ejecución se puede transformar en la aplicación del conocimiento y, en su continuidad, aportar más información para desarrollar y concretar hábitos, conductas e interrelaciones humanas con el proceso de adaptación.
• El tercero es la técnica o tecné, que habla sobre cómo al captar la información y practicarla, buscamos maneras para utilizarla. La relación de los instrumentos con el hombre, cómo adaptarlos para su desarrollo, hacer más fácil sus tareas o bien optimizar los recursos para llevarlos a cabo.
• En otro plano está el arte, el conocimiento a partir de la experiencia sensorial, la belleza y la valoración de los códigos en la sociedad, la estética o la forma que se le da a las ideas a partir de las cargas subjetivas que viven y trascienden; las modas y la sensibilidad que nos condiciona y seduce.
• Y finalmente está la intuición que, según mi consideración, es un factor relevante y cada día más importante en la sociedad actual. La experiencia y el conocimiento se conjugan para abrir un nuevo campo de clasificación, donde el conocimiento se justifica y aplica a la veracidad que nos da la experimentación.

La creatividad es la suma de todos los factores para interpretar los procesos y acciones que nos lleven a caminos diferentes. Por lo tanto, se infiere que está ligada a los límites del saber, se condiciona por lo que nos rodea y se incrementa con nuevas aristas de pensamiento, pero siempre adecuada a la subjetividad sensorial. Llamarnos seres creativos, es subir a un nivel que no corresponde ensalzar, ya que el ser humano es en esencia creativo, procede e involucra, actúa según sus comportamientos y la información que proviene del exterior; sin embargo, hay una definición mucho más potente, y es el ingenio.

Cuando la creatividad se mezcla con el ingenio, se combinan las habilidades con el conocimiento, en conjunto con la técnica, la práctica y la sensibilidad para imaginar, visualizar a través de imágenes mentales, nuevos caminos de creación.

El proceso que activa todo esto, está vinculado y cohesionado con la claridad de nuestras capacidades y de nuestras ideas, es un sistema que subyace a la inteligencia, son condiciones intrínsecas que se elaboran y que como comunicadores debemos desarrollar y tener claro, que lo que nosotros estamos presentando al mundo, no son ideas revolucionarias de una mente «creativa» sino el conjunto sistémico de nuestra cultura, del saber colectivo y de la percepción. En definitiva, crear funciones prácticas nos obliga a ser efectivos y claros, dar a conocer lo que nos rodea de manera que todos los que integramos el conocimiento, podamos acceder y potenciar nuestra visión de verdad, que cambia, evoluciona e involuciona tan rápido como las ideas.