Redefiniendo el perfil profesional del diseñador
Reinterpretar el sentido de nuestra profesión conlleva un cambio de actitud, no sólo frente a nuestros clientes, sino también y de manera vital frente a nosotros mismos.
De que el diseño en Chile se encuentra en una crisis profunda en relación a sus niveles de empleo, remuneraciones y su inserción significativa en las cadenas productivas de las empresas, no es una novedad a estas alturas. Sin embargo esta realidad oculta un hecho de relevancia aún mayor: la necesidad de revisión del modelo de enseñanza del diseño, y de las competencias y habilidades profesionales que este posee al enfrentarse al mercado y a sus futuros clientes.
Cambiar la precaria situación del diseño en Chile1 exige realizar modificaciones a la malla curricular de la carrera incorporando elementos de gestión y administración, marketing, contabilidad, técnicas de negociación efectiva y evaluación de proyectos, entre otros, y, por que no decirlo, alinear las múltiples interpretaciones de nuestra profesión y trabajo.
Hoy por hoy, el mercado demanda a sus profesionales no solo una educación formal con conocimientos precisos en ciertas áreas, sino también versatilidad y liderazgo para gestionar, administrar y generar innovación en diversas áreas de negocios. Es en este punto en que el perfil profesional del diseñador debe dar un paso adelante y evolucionar, pasando de ser percibido como un mero productor o ejecutor, a un gestor de proyectos y productos, en los que el diseño como disciplina tiene mucho que decir.
Implementar las condiciones para dar este paso implica, sin embargo, dar un paso previo, consistente en comprender que una enseñanza del diseño basada en representaciones conceptuales de «lo que creemos es el diseño» y no en habilidades bien entrenadas y dirigidas a satisfacer las necesidades actuales o latentes del mercado, producirá un profesional incapaz de insertarse eficazmente en el mundo laboral, y lo que resulta más preocupante, perpetuará y reproducirá en el tiempo, un perfil de profesional de segunda línea con bajo valor percibido y baja inserción laboral.
Surge por tanto el imperativo de supervivencia básico: cambiar y adaptarse a las condiciones que el entorno nos va exigiendo o desaparecer. Optar por una posición inamovible respecto a la corrección del modelo por parte de las instituciones formales de educación, no sólo implica no hacerse cargo de una tendencia del mercado sino también negar un principio ético de transparencia, coherencia y responsabilidad con los futuros profesionales del diseño.
La progresiva pérdida de legitimidad y autoridad de quienes detentan hoy la enseñanza del diseño en Chile, marca la necesidad de realizar esta profunda reingeniería, no sólo en los procesos formativos involucrados si no también en la visión, interpretación y actitud que se imparte en las aulas.
Reinterpretar el sentido de nuestra profesión conlleva un cambio de actitud, no sólo frente a nuestros clientes, sino también y de manera vital frente a nosotros mismos y al valor o posición que nos asignemos dentro de una organización determinada o dentro de nuestra propia empresa. Reinterpretarnos profesionalmente implicará finalmente una toma de posición con un discurso e impronta sólida y reconocible, aspiración máxima de todo quehacer o actividad profesional de prestigio.
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