Madrid 2020: se vuelve a degradar el oficio de diseñador

El 30 de enero pasado se presentó la imagen de marca elegida para representar a Madrid 2020, ciudad candidata por tercera vez consecutiva a albergar los Juegos Olímpicos. Interesado en su diseño y debido a que empezaban a arreciar ciertas críticas por la web, me acerqué a observar y valorar la creación. Para mi sorpresa, leyendo el artículo que lo mostraba entendí que el diseño que se presentaba, y tanto se criticaba, no era el realizado por el ganador del concurso, un estudiante de diseño gráfico llamado Luís Peiret, sino un rediseño realizado por la empresa Tapsa. De ese modo, ni podía defender el trabajo —pues ya no era el suyo— y no pudo más que decir que la agencia «ha cambiado los colores, la tipografía, la forma y el mensaje de m-20, porque se han recortado las letras. Pero todo esto es ahora problema del estudio» y que «... lógicamente me gusta más el mío, porque es mi trabajo. Pero el que han presentado está chulo también. Al fin y a cabo lo ha trabajado un buen estudio, y yo soy sólo un estudiante».

Ya se ha hablado largo y tendido en este y otros foros de diseño sobre lo discutible de convocar un concurso de diseño de marcas gráficas, pues esa modalidad consigue que una cantidad inmensa de diseñadores no cobren por su trabajo y tan solo uno lo vea reconocido, muchas veces sin tener la posibilidad de defenderlo o explicarlo, lo que provoca en ocasiones elecciones o fallos de concursos que nadie entiende, añadiendo confusión a un oficio ya bastante discutido.

Nadie se atrevería a pedirle un traje a medida a cien sastres para pagarle sólo a uno. Pues bien, además de eso este caso da una vuelta de tuerca más. El briefing, como el propio ganador reconoce, pedía «ideas, no logotipos» por lo que era consciente de que su idea sería alterada. Imagino que todo viene porque el concurso se dirigía a estudiantes, pero si no confiaban en ellos, ¿por qué dirigirse a ellos y no directamente a una agencia reconocida? ¿Cómo pueden tener previsto alterar una idea original al antojo de otro? ¿Tan necesario era este rediseño?

Renozco que el diseño de Luís Peiret tiene puntos débiles: el degradado de tonos no me parece apropiado para una marca, el anagrama tiene problemas graves de legibilidad —parece un 20020—, la tipografía de la cifra 2020 es demasiado débil, no se reconoce el origen de la idea —un paralelismo entre la forma y la madrileña puerta de Alcalá— pero aún así, creo que como estudiante ganador del concurso merecía que se hubiera respetado su trabajo y deberían haberlo dejado tal cual. Es penoso y lamentable oirle a Luís Peiret declarar con respecto al rediseño que «yo no sabía nada de los cambios. Me llamaron hace dos o tres semanas para decirme que era finalista y hasta hoy no he vuelto a saber nada. Ha sido tanta sorpresa para mí como para los demás».

Además, me gustaría dejar claro que muchos de los problemas que presenta el original no los resuelve el rediseño de Tapsa. Si bien da un aspecto algo más compacto, tanto al anagrama como al logotipo, y da cierta coherencia a las formas, provoca un par de problemas más: desaparece el color negro presente el los aros olímpicos por un gratuito morado, y además parece que tilda erróneamente la palabra Madrid.

Es una pena que muchas veces la necesidad de formación y trabajo nos haga pasar por el aro de situaciones que nos perjudican como diseñadores y que degradan nuestra profesión. A pesar de todo, mi enhorabuena a un estudiante con mucho futuro. Espero que en adelante, te respeten más.

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