La comunicación oficial no es propaganda política

La comunicación oficial es la herramienta con la que un organismo público hace saber, informa y promociona cada una de sus acciones, realizadas o por desarrollarse. Es la voz máxima de todo un pueblo, lo representa y por tanto debe ser respetada por quienes la manejan de la forma más objetiva posible.

La comunicación oficial debe responder a la política estatal, más allá de quien sea el gobernante de turno. El que comunica, promociona o informa, es el estado. Es la forma democrática de comunicación, que desde el discurso señala el rumbo por el que se transita.

Los entes de gobierno son transversales a las gestiones. Por lo tanto debe ser así también su comunicación y el uso de sus símbolos. Esta transversalidad y el respeto de la simbología y la heráldica, ayudan a la construcción la identidad de cada organismo público, y no de la gestión del momento. Los signos de identidad están más allá de los gobiernos, porque representan a todos los habitantes, independientemente de sus ideologías.

Ante la aparente necesidad de estar segundo a segundo en los medios de comunicación, o la necesidad de responder a requerimientos del marketing político, que pueden tener un perfil más privado que público, se cae en un uso desmedido de la simbología con referencia personal o partidaria para posicionar, re-posicionar o mantener una figura o partido político. Son estas prácticas recurrentes, al menos la Argentina actual, donde queda la impresión que se está en campaña política los 365 días del año, todos los años.

Existe una profunda y lamentable equivocación en la apreciación del estado, del uso de sus recursos en todos los aspectos, y la comunicación no se encuentra ajena a esta tendencia. Innumerables veces puede observarse la confusión o el mal uso de la propaganda, promoción o comunicación oficial que hacen los diferentes gobiernos, en cualquiera de sus estados, países, provincias, municipios, utilizando los colores o símbolos representativos del partido político de turno para inundar el paisaje con la propaganda de su gestión.

Entender que cada gobierno puede o debe hacer uso propio de lo que en realidad es la comunicación oficial, es también una malversación de recursos, que responde indudablemente a intereses políticos. Es el deber de quienes integran las áreas de comunicación el marcar esta diferencia, trabajar en pos de respetar y conservar las identidades estatales. En todo caso si es el deseo de los funcionarios demostrar los logros de su gestión, con un carácter partidario o político, lo debe hacer en forma paralela, por fuera del estado, con recursos propios.

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