Qué es y cómo hacer ilustración

Ilustración: la frutilla del postre

Es sorprendente el desarrollo que la ilustración presenta a quien quiera zambullirse en este profuso mundo. La ilustración es un campo inmenso a explorar y podría ser «la frutilla del postre» de parte de nuestro trabajo cotidiano.

Mariana Costa, autor AutorMariana Costa Seguidores: 40

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Para iniciar esta reflexión sobre la ilustración como disciplina, tomamos la perspectiva del filósofo francés Jean Baudrillard: «La promiscuidad y la ubicuidad de las imágenes, la contaminación viral de las cosas por las imágenes, son las características fatales de nuestra cultura»1. Con esta clara definición de nuestro contexto, —y asumiendo que el trabajo de los diseñadores gráficos consiste, paradójicamente, en agregar más imágenes a este mundo ya polucionado—, se impone la necesidad de reflexionar sobre el uso indiscriminado, sin fundamento e ilegal de las mismas.

En este sentido, propongo que se revalorice la ilustración como una disciplina que presenta una gran variedad y diversidad de posibilidades, para elevar la calidad general de los enunciados. La ilustración es un verdadero mundo a explorar y podría ser «la frutilla del postre» de parte de nuestro trabajo cotidiano. Está claro que no todos se convertirán en ilustradores (ya que supone un interés, dedicación y talento especiales), pero al menos considero importante que conozcan su existencia y se la contemple como una posibilidad de diferenciación.

Desde el trabajo de ilustración para la divulgación científico-médica, hasta el mundo virtual de los video-juegos, existen múltiples géneros: ilustraciones técnicas, de moda, cartográficas, periodísticas, publicitarias, infantiles, comics, caricaturas, diseño de personajes, animé japonés, etc. Del mismo modo, un sinnúmero de técnicas y sus combinaciones son posibles y se ven a diario sobre múltiples soportes.

Ilustración como iluminación

En la Edad Media con el objetivo de educar a quienes no sabían leer, y convertirlos al Cristianismo, se ilustraban libros maravillosamente, y esto se denominaba: Iluminación. Posteriormente, en el siglo XVIII y parte del XIX, en Francia, Inglaterra y otros países europeos se desarrolló un movimiento cultural denominado Ilustración. Sus pensadores sostenían que la razón humana podía combatir la ignorancia, la superstición, la tiranía y contribuir a la realización de un mundo mejor. El siglo XVIII es conocido como el «Siglo de las Luces», por su declarada finalidad de disipar las tinieblas de la humanidad mediante las luces de la razón.

Estos antecedentes históricos nos indican que existe tradicionalmente una relación entre el concepto de Ilustración y las ideas de instrucción, educación, formación, cultura, preparación, estudios, y luces.

La producción de la ilustración

Es importante destacar que la ilustración usualmente se relaciona con textos escritos u otros contenidos que no le son propios, a los cuales acompaña o complementa. Por lo tanto, la interpretación de dichos textos es clave para el trabajo de quien ilustra. Pero no solamente deberá comprender el tema en cuestión, sino también tener muy claro el contexto en el que dicho trabajo se expondrá. A propósito de esto, al ilustrar debe considerarse que lo que se dice o muestra, y cómo se dice o muestra, depende de quién lo postula y quién lo debe interpretar.

Tomemos como ejemplo, el caso de los medios de comunicación —a través de los cuales consumimos la mayor cantidad de ilustraciones—, para advertir que el estilo y la forma que adquiere la misma en dichos soportes, debe corresponder a la estructura pre-existente del medio que la presenta. El medio de prensa confirma las expectativas acerca del mundo y de las relaciones sociales de quien consume el diario, a fin de que éste siga haciéndolo. La ilustración colabora con la supuesta veracidad de los datos expuestos; para contribuir con la credibilidad del medio comunicante.

Como la noticia, la infografía es producida a partir del relato de testigos; o de los datos e imágenes obtenidos de entrevistas, rumores, documentos, mensajes de agencias de prensa u otros. La ilustración que forma parte de la misma se elabora con una lógica similar; al respecto de esto Teun Van Dijk explica:

«La elaboración de las noticias es una forma de procesado de textos. Los sucesos noticiables tienen rara vez testigos presenciales y pocas veces se describen directamente. Por lo general llegan a los periodistas a través de una gran variedad de fuentes de discurso».2

Las fuentes de discurso, que en ciertos casos aparecen citadas en las infografías, buscando la legitimación y el consenso, «predefinen y preconstruyen los sucesos como noticiables, y puede que incluso presupongan su valor como noticias» (1997:13). Lo que es susceptible de transformarse en infografía, y lo que no lo es, dependería en parte del grado de supuesta confiabilidad propia de las fuentes consultadas, siempre bajo la anuencia de los dueños de la corporación. Observamos entonces que lo que es susceptible de ser expuesto en una infografía, lo es también de ser ilustrado. Sin embargo, las ilustraciones que componen las infografías canónicas no exponen las fuentes que se tomaron para su producción, ya que bastaría la firma de su autor (no siempre presente), para su legitimación como parte del enunciado general.

Cabe destacar entonces que para la construcción de la noticia existen elementos de naturaleza diversa como las infografías y las ilustraciones, y que todos responden a estrategias que pretenden mantener la existencia de un contrato tácito entre el medio y sus interlocutores. Según explica Lucrecia Escudero Chauvel «entre el destinatario y los medios se produce un contrato mediático, por el cual los lectores aceptan a priori como verdadera, la narración vehiculizada por los medios».3

En el caso de las caricaturas políticas en medios gráficos, la figura del ilustrador-autor —que firma con nombre o pseudónimo—, cobra importancia y hasta puede destacarse más que quien escribe la nota periodística. Ilustrar es, en este caso, más claramente opinar, ya que supone una toma de postura propia que por lo general se muestra en línea con la estrategia del medio que publica el trabajo.

Las ilustraciones usualmente pretenden acercarse al interlocutor, ser accesibles, descifrables y establecer cierta complicidad con el mismo. Son valoradas aquellas que logran un «guiño», poniendo en juego algo que el observador conoce y que está fuera de la ilustración misma o del texto escrito. La intención de mostrar ilustraciones en su contexto, y como parte de la estructura de un medio que ya está claramente estipulada, en lo formal, económico, político —y que constituye en sí mismo una mercancía—, se vincula con la idea de que quienes desarrollamos nuestra tarea en el campo del Diseño y la Publicidad deberíamos perder la ingenuidad de nuestras miradas y ser capaces de observar que antes de productores de imágenes, somos consumidores de ellas.

La importancia de los antecedentes

Como en cualquier caso en el que uno se proponga realizar un trabajo por primera vez, en la ilustración será conveniente relevar material. Basarse en el trabajo de otro es reconocer su valor, estudiando sus formas y estrategias, rindiendo un tributo a sus aportes, partiendo de allí para lograr formas innovadoras. Ejemplo de esto es la obra de Javier Mariscal, en la que se conjugan características de los trabajos de los antiguos egipcios, con el lenguaje de Miró, las formas de Gaudí y las composiciones de Picasso, para alumbrar un verdadero estilo ya reconocido como «Mariscal» en todo el mundo.

Barcelona, según Javier Mariscal.
Barcelona, según Javier Mariscal.

Ilustración como registro de época

Otro gran valor que hay que reconocerle a la ilustración es su capacidad de dejarnos registros políticos, sociales, económicos y culturales de cada época.

Claramente detectamos los avances tecnológicos en lo que a producción gráfica se refiere; observando el desarrollo progresivo de los diversos sistemas de impresión. Ejemplo de ello son las ilustraciones de «Alicia en el país de las Maravillas» —la obra de Lewis Carroll—, realizadas por Arthur Rackham (1867-1939); comparadas con las de Sir John Tenniel (1820-1914), y con las actuales de la película de Tim Burton.

Alicia en el País de las Maravillas por: Sir John Tenniel (1820-1914). Arthur Rackham (1867-1939). Tim Burton (2010)
Alicia en el País de las Maravillas por: Sir John Tenniel (1820-1914). Arthur Rackham (1867-1939). Tim Burton (2010)

También nos muestran las ilustraciones de cada época tipos humanos, o bien, el modo en que nos vemos a nosotros mismos y los modelos que nos son impuestos. Las famosas chicas Divito (1914-1969), con mínimas cinturas, plasmadas en la Revista «Rico Tipo»; las mujeres de Dana Gibson (1867- 1944), prototipos de la joven estadounidense de desenvoltura varonil, que precedió a la vampiresa de los años veinte, son ejemplos de ello.

Una chica típica de Divito (1914-1969), en la revista Rico Tipo. Una mujer prototípica de Dana Gibson (1867- 1944).
Una chica típica de Divito (1914-1969), en la revista Rico Tipo. Una mujer prototípica de Dana Gibson (1867- 1944).

En las ilustraciones vemos las preocupaciones de cada época, como es el caso de nuestras ideas sobre la Naturaleza, ya que si comparamos los trabajos de Adolphe Millot (1897-1904) para los clásicos diccionarios de Larousse —en los que se veía un muestrario de especies animales y vegetales detallados—, con los paisajes que nos proponen «Alicia en el país de la Maravillas» de Tim Burton y Avatar de Cameron, observaremos que hemos pasado del registro de lo existente a las formas idealizadas de lo que se perdió.

La ilustración nos invita a explorar y nos habla, más allá de sus formas, quedan todos invitados a dejarse tentar por la frutilla del postre.

Adolphe Millot (1897-1904). Paisajes de los films Alicia en el País de las maravillas (Tim Burton, 2010) y Avatar (James Cameron, 2010).
Adolphe Millot (1897-1904). Paisajes de los films Alicia en el País de las maravillas (Tim Burton, 2010) y Avatar (James Cameron, 2010).

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  1. BAUDRILLARD, Jean. 1987. L ’autre par lui-même. (Paris: Galilèe). Traducción de Joaquín Jordá. El otro por uno mismo (Barcelona: Anagrama, 1988).
  2. VAN DIJK, Teun A. 1997. Racismo y análisis crítico de los medios (Barcelona: Paidós).
  3. ESCUDERO CHAUVEL, Lucrecia. 1996. Malvinas: el gran relato. Fuentes y rumores en la información de guerra (Barcelona: Gedisa).
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