El individuo como unidad creativa
El encuentro con la producción de carácter original comienza con la visión intersubjetiva de sus modos de interpretación desde dispositivos creativos como el diseño.
AutorJavier Alexander Calderón Rivas Seguidores: 6
EdiciónJuan Miguel Lorite Fonta Seguidores: 17
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«Individuo» es una palabra originaria del latín individuus; con una denominación directa hacia aquello que no puede ser dividido; se refiere a una unidad independiente con relaciones a otras unidades o, más específicamente, como término de referencia de una unidad elemental con respecto a un sistema mayor.
Desde el campo de la filosofía, un individuo es uno frente a una pluralidad y su referente es su propia individualidad. Cada sujeto posee rasgos únicos e irrepetibles, lo que nos ubica en un mundo de similitudes desde todos los aspectos, ya sean sociales, políticos e incluso simbólicos. Somos herederos de huellas culturales representadas por medio de símbolos y signos, pero, a pesar de pertenecer a un orden representativo en determinadas esferas de interpretación, cada uno de nosotros posee cualidades específicas al momento de comprender y entender el mundo; esas variables influyen de manera significativa en la forma en que nos expresamos y manifestamos nuestro modo de ver y de entender, tanto subjetiva como objetivamente. Desde sus inicios, la pretensión de las ciencias humanas desde la visión gadameriana, ha sido la de involucrar al observador con lo observado; es decir, que cualquier verdad concluyente implica de una u otra forma una comprensión del individuo y de uno mismo frente a una situación determinada. Su principio no parte de una visión objetiva a partir de un estado de las cosas, sino de una visión intersubjetiva a partir de un hecho que desemboca en la compresión de uno mismo como sujeto a partir de un estimulo especifico, ya sea este una acción, una percepción o un momento.1
Si bien en cuestiones de comportamiento social somos sujetos que viven y conviven de acuerdo a las leyes implícitas dentro de un código humanitario especifico, en base al comportamiento arraigado desde el ejemplo de otros, considero que mas allá de ser una expresión poética, el diseño es y siempre será un dispositivo de expresión en el que cada cual es libre de crear sus propios universos y en el que el referente no es necesario si cada quien posee una huella cultural desde el lenguaje, que nos convierte en productores aptos para generar contenidos visuales pertinentes al contexto con el que estamos familiarizados. Los fundamentos del diseño son tan solo mecanismos reguladores en cuestiones generales de legibilidad, pregnancia, orden, jerarquías, etc.; y como tales siempre serán necesarios y respetados dentro de todo proceso de diseño. Pero para la construcción de elementos, cada caso requiere un análisis diferente. En los procesos de análisis, producción y creación, son muchas las intervenciones desde las múltiples variables de la experiencia exclusiva del sujeto las que pueden dar como resultado productos únicos desde esa visión propia.
Uno de los aportes mas significativos desde el área de la sociología en el siglo XX es el trabajo de Niklas Luhmann, en el que se supera de manera significativa la vieja dicotomía entre el sujeto y el objeto. La idea plantea que el sujeto debe ser reemplazado por el observador, y el objeto, por lo observado; además, reconoce en el observador una posición activa, en la que se construyen y reconstruyen esquemas de distinción desde la autorreferencialidad, estableciendo de esta manera diferencias con respecto a la observación de otros sujetos.2
Humberto Maturana retoma el concepto de autopoiesis acuñado por Luhmann: la capacidad de cada organismo de producir y reproducir por sí mismo los elementos que lo constituyen, definiendo de esta manera su propia unidad. Aunque Maturana es, ante todo, un biólogo, su principio teórico ha sido radical para entender un gran numero de esferas y problemas de la sociedad contemporánea. Tomemos el ejemplo de una célula: cada una de ellas es el resultado de un tejido de operaciones internas que dependen de los procesos pertenecientes a su naturaleza, y no tanto de una acción externa.3 En un sistema social existen operaciones como las comunicaciones; estas se reproducen en base en otras comunicaciones que, en definitiva, reproducen la unidad del sistema, en el que cada individuo, desde su conciencia, reproduce un nivel interno en el registro de actividades independientes. Sucede como una especie de clausura operativa, característica según Maturana de todos los sistemas autopoiéticos, que garantiza en gran medida la autonomía del sistema en cuestión, permitiendo la distinción respecto del entorno.4
Tomemos un sujeto; en este caso, un diseñador. Este personaje reproduce autorreferencialmente una serie de fundamentos sintácticos de creación impartidos desde la academia, y desde el aula de clase se le indican algunos casos exitosos sobre el tema específico. Se propone un ejercicio de diseño y, a partir del conocimiento autopoiético construido desde la singularidad de su única percepción de los hechos académicos, se enfrenta al ejercicio teniendo en cuenta los fundamentos esenciales para la resolución del ejercicio. Este ejercicio narra la necesidad especifica de diseño de una empresa. Aquí ya son dos los niveles de singularidad, tanto el del sujeto como del objeto de análisis. Las opciones que tiene este sujeto para la propuesta de soluciones son:
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analizar las cuestiones especificas como observador de lo observado y, de forma autónoma, plantear, producir y reproducir elementos relacionados a conceptos asociados única y exclusivamente a esta empresa, de manera que se reproduzcan elementos nuevos; o
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mirar referentes estilísticos exitosos fabricados por otros autores, que le den indicios simbólicos sobre la forma efectiva de proceder, y por ende garantizar el éxito y aceptación de su propuesta.
El referente estilístico limita la creatividad y segmenta la visión propositiva a los éxitos de otros como base para el éxito propio. El mundo como tal es un referente en sí, y las experiencias estéticas o experiencias en el sentido concreto de existir, percibir y conocer, son el insumo necesario para generar lenguajes o sistemas de símbolos desde el carácter propio del sujeto como artífice de realidades icónicas. Es aquí donde nace la primera cuestión que recae sobre el uso de referentes estilísticos, porque toda experiencia depende de su observador y, siendo el diseño una forma de expresión, un dispositivo de construcción de mensajes de orden funcional comunicacional, ¿cómo es posible que basemos nuestras construcción en las creación de otros y sus percepciones singulares de realidades independientes de la nuestra? ¿No es esto un plagio directo de otras experiencias o realidades, más aun cuando cada necesidad de diseño es una y una sola en particular?
La comprensión humana de la realidad es el resultado de la comprensión de las cosas dentro de su contexto y desde el horizonte de significación que le pueda aportar el hombre como individuo. El horizonte de significación remite a algo previo al significado de la cosa para el hombre, en virtud de lo cual el sentido de esta es posible. La palabra original viene de la palabra origen, y el origen del conocimiento se da desde la experiencia subjetiva de cada uno de nosotros, desde el análisis y la posterior manifestación de los hechos, haciendo uso de cualquier mecanismo de expresión; todo como parte de un modelo de aporte al conocimiento general, desde esas pequeñas subjetividades. En resumen, somos realidades autónomas.
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Traducir al inglés Traducir al italiano Traducir al portugués- La visión de las humanidades es, primero que todo, de orden antropológico, como determinante de la manera de estar en el mundo propia del hombre. ¿Qué es el hombre? Y ¿qué puede conocer? son las preguntas fundamentales para el desarrollo de las ciencias del ser humano; preguntas que anteponen un estado experiencial del ser humano antes de un estado objetivo. Heidegger, adoptando la teoría gnoseológica de Husserl, también reconoce a la experiencia como un espacio necesario en el cual se pueden dar sujeto y objeto; por lo tanto, el conocimiento no debe buscarse en uno o en otro, sino en el encuentro entre ambos, es decir, en la experiencia. Este terreno contempla una mediación entre ambos estados del conocimiento, es decir, que observador y observado, sujeto de conocimiento y objeto conocido, son las esferas necesarias para la construcción de juicios y comprensión. Ni el objeto que se conoce es previo al sujeto, tal y como lo afirman las ciencias empíricas, ni el sujeto es previo al objeto, tal y como se considera desde la perspectiva de la ética. La manera propia del hombre de estar en el mundo es de orden individual, como un estar arrojado en un horizonte de significación, es decir, en un trascender de datos sensibles puros que nos llegan a través de los sentidos, y que nos ubican en un horizonte de significación de acuerdo a nuestro contexto sociocultural; posterior a ello se construyen jerarquías de acuerdo a objetos útiles, o personas, instituciones, o cualquier otro elemento de clasificación que nos sitúe dentro de las esferas simbólicas de coexistencia, con respecto a uno mismo y con respecto a otros.
- Desde esta perspectiva, observador y observado quedan integrados en el acto creativo del conocimiento. Los esquemas de distinción en cada individuo poseen una serie de variables propias de cada quien, lo que convierte a la experiencia en un insumo mucho mas fructífero para las validaciones científicas: «en la ciencia no se explica el mundo, sino en la experiencia».
- Cada célula en sí es similar, mas no idéntica en sus procesos; y esas pequeñas variables diferenciales son las que otorgan la posibilidad de individualizar un modo especifico de operación, que se realiza al y solo al interior de cada una de ellas. De esta manera se individualiza un nivel íntimo y entrañable de constitución de sistemas autopoiéticos, caracterizados cada unos de ellos por operaciones específicas.
- En principio, se indica que las operaciones que llevan a la producción de elementos nuevos de un sistema dependen de las operaciones anteriores del mismo sistema y constituyen el presupuesto para las operaciones ulteriores.
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