El diseñador no es corrector de estilo
¿Herramienta de trabajo o recurso obsoleto? Una buena ortografía es mucho más que la carta de presentación del diseñador gráfico.
AutorAriel Castillo Seguidores: 15
EdiciónJuan Miguel Lorite Fonta Seguidores: 17
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¿Cuántas veces habré escuchado y leído la frase «El diseñador no es corrector de estilo»? Es muy fácil: si el diseñador es quien se encarga del aspecto creativo y es la mente maestra, no tiene por que preocuparse de cuidar los detalles ortográficos, que son responsabilidad del corrector de estilo. Afortunadamente para algunos, cuando trabajamos en diseño editorial, por lo general hay alguien encargado de cuidar estos detalles, en el mejor de los casos; sin embargo, ¿qué pasa si el diseño que trabajamos no pasa por las manos de un corrector de estilo? Cuando el diseñador es freelancer, muchas veces no lo sabe, pero todo su trabajo está expuesto al escrutinio constante, ya que cada trabajo es su carta de presentación y le puede abrir las puertas a un siguiente proyecto o cerrárselas para siempre, ya sea con la misma empresa o con alguna otra mediante recomendación. ¿De qué depende esto?: de llevar a cabo un trabajo que cumpla y, en la mayoría de los casos, supere las expectativas del cliente (que, por lo general, son bastante altas).
Es muy penoso ver diseños con un notorio descuido en el contenido, particularmente hablando de la ortografía, ya que de por sí hay muchas ideas (erróneas en su mayoría) sobre los diseñadores gráficos como para, además, hacernos ver como incultos o mal preparados académicamente. Es cierto que el diseñador no es corrector de estilo, pero también es cierto que la redacción y, principalmente, la ortografía son una carta de presentación muy importante, por lo que es demasiado cómodo, si no irresponsable, justificarse en esta «máxima».1 Tal vez lo único peor que justificarse de esa manera es acomodarse en la frase tan escuchada en boca de casi cualquier estudiante de secundaria: escribir mal está de moda. ¿Cuánto hay de cierto en esta expresión? ¿La incultura puede estar a la moda? ¿Escribir mal está realmente de moda o, mejor dicho, se está haciendo costumbre?
¿A dónde debe apuntar nuestro índice a la hora de buscar a los responsables de esta penosa realidad? Definitivamente, al espejo. Justificar la incultura en una sociedad que no está privada de la literatura con el argumento que sea no podría demostrar de manera más clara que, además de incultos, somos unos cínicos irresponsables. Tal vez los avances tecnológicos y el pragmatismo que hoy buscamos en todo comenzaron a empujarnos hacia la desatención a los detalles, pero no podemos responsabilizar a terceros de lo que debe ser un compromiso, primero personal y luego social. Quizá, más que buscar responsables, valdría la pena buscar el origen del problema mismo que, creo, se agudizó cuando los teléfonos celulares comenzaron a llevar a cabo las funciones que eran de un bíper a finales de los noventa. Con la llegada de los SMS y su límite de 160 caracteres, empezó la creación de contracciones de palabras y el extremo abuso de la sustitución de algunas letras por otras, como la K por la Q, que luego sustituyó también incluso a la C. Después nació Messenger y la fluidez en la escritura exterminó en internet a las mayúsculas, los acentos y los signos de puntuación e interrogación (que por cierto, en español son dos). Por otro lado, apareció el ampersand en el lenguaje español como conjunción en lugar de la «Y», una verdadera aberración. Pero se ve chido.2
Ahora, ¿cuál es el papel que juega el diseñador gráfico en todo esto? Pues podríamos empezar por decir que el diseñador gráfico es un comunicador visual y, como tal, debe ser minucioso y un detallista extremo. Irónicamente, la redacción y ortografía tienen que ver con la atención a los detalles (de escritura en este caso); entonces, si estos aspectos son parte del perfil profesional del diseñador ¿cómo podemos justificar una mala ortografía? Hasta hace un par de décadas, cuando todos los contenidos de los medios pasaban bajo la lupa de la Secretaría de Gobernación antes de publicarse, había una atención a estos detalles que ya no existe hoy en día. Es increíblemente vergonzoso encontrarnos con faltas de ortografía en impresos y en televisión cada vez más frecuentes, sin mencionar que en la publicidad se ha llegado al abuso. Ni siquiera la radio (que no es un medio visual) está exenta del todo, pues no es precisamente extraño escuchar palabras mal pronunciadas. Pareciera que como el cuidado en la ortografía ya no es obligación impuesta por Gobernación, no lo es tampoco a nivel personal ni como parte de nuestro compromiso social. En la región del Bajío y México D.F., hay una revista del Jet set muy conocida y con una tirada muy importante que he tenido oportunidad de leer en tres ocasiones y la cantidad de errores en cada publicación es tan indignante que, en alguna ocasión, escribí a la editorial para hacer la observación de que debían tener más cuidado con su corrector de estilo, si es que lo tienen. No recibí respuesta.2
El colmo de todo es que si uno escribe el texto que empleará en su trabajo en un documento de Word, el propio programa puede corregir de manera automática todos los errores o subrayarlos para hacerlos notar; entonces, ¿qué justificación queda? El diseñador tiene muchas herramientas, pero hay una que no consideramos como tal y que no deberíamos omitir cada vez que encendemos la computadora o nos sentamos ante el restirador: el diccionario. En alguna ocasión, les comenté a mis alumnos de segundo grado de secundaria que les recomendaba el mejor libro que podrían leer y que debían considerarlo como libro de cabecera si era necesario; les dije: «Se llama El pequeño Larousse». No supe si reír o llorar cuando una alumna me preguntó, mientras escribía el nombre, cuál era el autor.
Parte de la responsabilidad social del diseñador gráfico es, no sólo cuidar el contenido de la información, sino también la manera como la presenta. Si McLuhan tenía razón al exponer que el medio es el mensaje y el objetivo del diseñador es crear un mensaje, entendemos la importancia de lo expuesto hasta ahora.
Es cierto, el diseñador gráfico no es corrector de estilo pero, más comprometedor aún, es diseñador gráfico.
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- N. de la R. «Chido» en México se utiliza para referirse a algo «cool».
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