¿Qué comunica mi diseño?

Estamos invadidos de diseños por todas partes. Pero ¿cuándo comunica efectivamente? La mayoría de los diseñadores nos hemos encargado de hacer diseños que logran un impacto visual, pero muchas veces no funcionan. Para lograr que el diseño realmente sirva, es necesario considerar algunos aspectos de la comunicación, particularmente al emisor, quien en este caso es el que se encargará de fabricar algo que llegue al receptor, que es quien recibirá e interpretará el mensaje. Así pues lo que une al emisor y al receptor es el mensaje, que tendrá que ser preparado para que el receptor pueda recibirlo bajo la concepción del emisor, y que en ocasiones estará en manos del departamento creativo o en el diseñador. Ellos buscarán codificar el mensaje para hacerlo más atractivo visualmente. La comunicación visual es el sentido natural del diseño, es la expresión gráfica de un mensaje que pretende convertirse en un lenguaje, que a simple vista tratará de llamar la atención en un entorno saturado de información.

En ese proceso surge el problema de la comunicación, por diversas razones como:

• Tiempo: la urgencia de realizar un diseño que el cliente demanda para comunicar una necesidad y la imposición del diseño sin considerar lo necesario para la efectiva comunicación.

• Repetición: La misma exhibición de un diseño en un ambiente visualmente sobre-saturado que carece de la importancia de lo que nuestro ojos ven, considerando que en unos minutos nuestra vista puede llegar a ver cientos y hasta miles de imágenes en un periodo corto, emitir una conclusión y finalmente evadir nuestro mensaje.

Los diseños generalmente tienen el sentido particular y propio de cada diseñador. Pero en ocasiones se nos olvida quién lo ve, lo lee, y se engancha con ellos. El target es importante para que el receptor acepte el mensaje a través de la comunicación visual, pero el emisor en ocasiones se olvida que no es sólo su criterio el que importa, sino que debe ponerse en el lugar del público.

¿Cómo piensa el público?, ¿qué espera?, etc. En mas de una ocasión hemos tratado de imponer nuestro diseño por encima de lo que el público busca de cara a un producto. En ese sentido, es importante considerar dos factores importantes. El primero es la propia necesidad del cliente que contrata al diseñador (o estudio de diseño). Esta es una historia en ocasiones complicada. Para empezar, el cliente busca un factor de satisfacción personal; es decir, si a él no le gusta el diseño, entonces no está bien. Esto se complica aun más porque el diseñador (que debe tener una visión del mercado) espera darle al cliente como receptor lo que él espera ver.

Es aquí donde surge el segundo factor importante: ¿para quién hago el diseño?, ¿para el que paga o para el mercado? El público es quien debe verse seducido por el producto y comprarlo. De esta forma los factores básicos de comunicación deberán permanecer por encima de los gustos del cliente que nos contrata. La recomendación del profesional en el diseño siempre deberá estar presente. Hay que tener la capacidad de defender el diseño y persuadir a nuestro cliente de que el diseño que se le realizó es lo que necesita para comunicar. En este punto hay que tener mucho cuidado, porque en ocasiones tratamos de imponer el diseño al cliente cuando este no parece cumplir su cometido. No se trata de ser impositivos con el diseño sino de ayudar a comunicar la necesidad de nuestro cliente.

Para concluir vale la pena tener muy claro si nuestro diseño realmente cumple el propósito de comunicar lo que el cliente necesita, o si es solamente la imposición de gusto un propio. Por otro lado, no hay que dejar que el cliente cambie, transforme, modifique, altere o deforme nuestro trabajo por cumplir su capricho. Hay que ser congruentes y que nuestro diseño cumpla el objetivo principal, que es comunicar lo que el cliente necesita comunicar.

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