Pseudo-diseño
Lo más vistoso del diseño mexicano parece no ser la mejor respuesta a las necesidades del país.
AutorMizraim Gopar Seguidores: 17
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No hace mucho la Ciudad de México fue seleccionada para ser capital mundial del diseño. Esto generó mucho entusiasmo en la comunidad de los creativos, incluso el jefe de gobierno Miguel Ángel Mancera, precedió una rueda de prensa en la que habló del diseño como un motor de cambio en la sociedad, del mejoramiento de nuestro espacio público y del enfoque de sustentabilidad que tiene. Entre otras cosas mencionó que este evento pronosticaba una gran derrama económica en «materia de turismo», pues el evento atraería la atención del mundo.
Detengámonos un momento en este último comentario. Resulta deprimente que en lugar de buscar que el diseño en México resulte un atractivo para inversores que permitan aumentar la creación de productos hechos en México, que generen nuevos empleos y se incremente el PIB, se busque atraer turistas para ver objetos «bonitos» o para presumir nuestro talento frente a diseñadores extranjeros.
Si bien es respetable la decisión de cada diseñador por dedicarse a cualquier área profesional (industria, moda, arte, tecnología, social, etc.) parece haber un desbalance en la enseñanza de las diferentes ramas, sobre todo ahora que surgen nuevos campos de estudio como el UX/UI, IxD, Service Design, Design X, por mencionar algunos. Podemos observar que existe una fuerte tendencia a incurrir en una vida profesional de pseudo-diseño, en la que se proyecta trabajar bajo conceptos poéticos y realizar bancos, mesas, lámparas y demás objetos básicos, con el plus de utilizar técnicas artesanales bajo la excusa de apoyar a las comunidades indígenas y valorar más su trabajo. Lo que en realidad sucede es que el artesano solo realizará un trabajo más para un pseudo-diseñador que expondrá su trabajo en infinidad de exposiciones nacionales e internacionales, consiguiendo difícilmente comercializar el producto obtenido, pues fue pensado para exhibirse y no para utilizarse.
Mucho se habla del diseño como factor de cambio en la sociedad y sobre cómo puede mejorar la vida de las personas. Esto no se esta viendo en la realidad. El ochenta porciendo de la población mexicana pertence a las clases sociales media-baja, baja-alta o baja-baja y difícilmente tenga acceso a gozar de objetos, espacios y servicios que nazcan de una planeación de diseño que pretenda efectivamente crear buenos productos. Parece ser que desde la formación académica se nos inculca la mentalidad de ser trabajadores en una cadena de producción o de crear piezas dignas de ser exhibidas en un museo, y jamás se nos motiva a realizar nuestro trabajo con una intención más humana y empática respecto a los problemas que aquejan a nuestro territorio.
Desde hace ya unos años existe la fuerte tendencia de trabajar con artesanos y comunidades indígenas, para mejorar su calidad de vida mediante la venta de sus bordados, muebles, artesanías y demás piezas tradicionales. Me pregunto: ¿por qué si hay tantos diseñadores trabajando desde hace años con este sector de la población, aún siguen sufriendo de condiciones precarias? ¿Si tan buenos han sido los objetos que lograron producir con los artesanos, cómo que estos no han mejorado sus condiciones económicas?
Invito a los diseñadores a que si de verdad pretenden generar algún cambio a través del diseño, propongan proyectos que realmente impliquen el uso de sus habilidades como solucionadores de problemas, dejando de lado la aplicación de fundamentos y estudios de la forma, ya que eso algo que de facto deberíamos dominar. En su lugar propongo aplicar nuestras aptitudes para crear productos entendibles y comprensibles para las personas, que faciliten de verdad sus labores, tanto domésticas como industriales. Sin duda, diseñar un baño seco para comunidades en las que no hay agua potable, reprensenta un reto mayor que buscar cómo expresar el concepto de «aguacate efímero» en un espejo; por poner un ejemplo.
Quien quiera diseñar arte-objeto es libre de hacerlo y presumirlo, pero que reconozca que su intención es hacer piezas únicas y costosas para exhibiciones, y que no pretenda ser el diseñador que está «rescatando las raíces ancestrales de nuestra cultura», que no es nuestra, pues somos una mezcla de culturas que se dio después de la conquista.
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