Profesor... ¿qué es el diseño?
En unas jornadas de estudiantes de Diseño y Comunicación Social, una estudiante me hizo esta pregunta. Le respondí casi textualmente lo que sigue.
AutorAlfredo Yantorno Seguidores: 49
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Para mí es esto:
El Diseño Gráfico es una forma de pensamiento. Es el desarrollo consciente de la capacidad, ontológica, del ser humano, de crear un universo de signos, símbolos y señales. Y es la posibilidad de producción de cambios sociales, antes que un emergente de ellos.
Entendiéndolo como una disciplina formadora de profesionales, el Diseño Gráfico puede, y se obliga a, promover la adquisición de una conciencia plena sobre las herramientas y procesos que se ponen en juego en el desenvolvimiento de la tarea. Esto quiere decir que, como profesionales de Diseño, los diseñadores tienen, ante todo, la misión y la responsabilidad de ser conscientes de qué es lo que ocurre, cuando son puestos en marcha los procesos de ideación y concreción de actos de comunicación.
En esa exploración hacia el estado de conciencia descubriremos, esencialmente, cuál es el alcance –y, por ende, el poder– de nuestros actos como modificadores de la realidad, tanto de los que producimos como de los que dejamos de producir. En consecuencia, habiendo descubierto nuestro poder, también comenzaremos a descubrir el deber de hacernos responsables por obtenerlo, desarrollarlo y, sobre todo, por aplicarlo.
Lo que diferencia a la enseñanza del Diseño Gráfico, como disciplina universitaria, de otras experiencias de enseñanza-aprendizaje, no es la profundidad o complejidad con la que es encarada sino, exactamente, aquel estado de reflexión respecto de la responsabilidad que se encuentra implicada en el accionar.
La sociedad invierte en todos y cada uno de los alumnos que decide encarar el camino de esta disciplina, con la fe puesta en que la institucción universitaria sabrá producir, ante todo, personas con la conciencia y la capacidad necesarias y suficientes para transformar la realidad de manera positiva, lo que implica una clara responsabilidad respecto de la modificación de los contextos y de la forma en que son afectados quienes los habitan.
Si esto es así, queda rigurosamente justificada la inversión social en la producción de profesionales. La sociedad, sabiamente, está formando y comprometiendo a aquellos actores que la transformarán para hacerla mejor. Pero, aunque parezca que eso es claro y obvio, nada que tenga las implicancias que se declaran, debe considerarse suficientemente claro ni, mucho menos, obvio.
Por eso vale preguntarse: ¿Cuál es la capacidad concreta de modificación de la realidad que encierran las operaciones de Diseño Gráfico? Un cartel que publicita una bebida y hace nacer nuestra sed, modifica nuestras conductas y, a través de ello, nuestra realidad; la ausencia de señalización visible y comprensible, es una de las causales de accidentes de tránsito; mueren, por año, en nuestro país, unas 10.000 mujeres, víctimas de una enfermedad cuyo principal componente es la falta de comunicación adecuada.
Por esta razón:
Toda entidad –singular o plural, empresa o persona de carne y hueso– emite mensajes, que construyen los referentes simbólicos que gobiernan factores, tan importantes, como la identificación y la credibilidad: La capacidad de modificar la realidad, que posee este instrumento, es inmensa.
Bien lo expresa sin dudas Baudolino, héroe de la novela homónima de Umberto Eco: “…cuando no era presa de las tentaciones de este mundo, dedicaba mis noches a imaginar otros mundos. Un poco con la ayuda del vino, y un poco con la de la miel verde. No hay nada mejor que imaginar otros mundos para olvidar lo doloroso que es el mundo en que vivimos. Por lo menos así pensaba yo entonces. Todavía no había entendido que, imaginando otros mundos, se acaba por cambiar también éste.”
En los cursos de la carrera universitaria, los docentes y los alumnos, todos juntos, buscamos respuestas y es en esa búsqueda que se pone en evidencia la responsabilidad que cabe a los diseñadores en la transformación de la realidad. Es la piedra de toque de nuestro trabajo. No estamos intentando aprehender una serie de habilidades, estamos intentando conocer nuestro rol y nuestra responsabilidad como actores sociales para una transformación positiva, para ejercerlo y para ser demandados si así no lo hiciéremos.
Conciencia y responsabilidad son las dos caras de una misma moneda; somos responsables porque tenemos capacidad de modificar, somos responsables por haber modificado y lo somos respecto del resultado final. Y también somos responsables si decidimos no hacer nada. Por eso trabajamos para el desarrollo y la promoción de la conciencia.
Es un camino largo y tortuoso, lleno de peligros, en el que a cada instante corremos el riesgo de no darnos cuenta de que la misma luz que nos atrae puede ser la que, como a las polillas, nos enceguezca y nos queme. Es una jornada larga en cuyo transcurso podríamos terminar vencidos por el cansancio y el sueño, en la cual lo único que podría liberarnos de despertar súbitamente solos en medio de lo desconocido, es la vigilia de quien camina a nuestro lado y es su recuerdo el que nos salva de olvidar la razón para haber emprendido el viaje. En el viaje, a veces, podremos enfrentaremos con situaciones que, por su naturaleza incomprensible, nos llenen de pavor, hasta darnos cuenta de que la sombra que nos atemoriza es nuestra propia sombra y que la solución para que el temor se desvanezca es tan simple como pararse exactamente debajo de la luz.
Por eso, antes de comenzar debiéramos tener en cuenta dos cuestiones básicas: Es absolutamente imprescindible elegir muy cuidadosamente qué llevaremos y determinar suficientemente qué atributos demandaremos a quienes serán nuestros compañeros de jornada.
No podremos emprender el viaje con las mochilas llenas de prejuicios y preconceptos, tendremos que aceptar que la perplejidad es un estado natural para el viajero. Será necesario despegarse de la idea de que toda pregunta tiene, necesaria e invariablemente, una respuesta y habrá que reconocer que, muchas veces, son las respuestas las que, a través de nosotros, encontrarán su pregunta.
Preferiremos compañeros de viaje con intención de construir un pensamiento autónomo, con voluntad para pararse frente a los problemas y deseos de aprender a elegir y diseñar las estrategias de resolución. Que demanden autonomía para la toma de decisiones en el planeamiento y la gestión académica y en sus propias vidas, que deseen desarrollar la capacidad de innovar y crear.
La capacidad de gestionar la realidad lleva un compromiso implícito, y puede ser desarrollada la capacidad de sobreponerse a la realidad en la que se está, proponiendo que sea releida con el sentido de encontrar una respuesta nueva, que no sea solamente un emergente sino que, por su fuerza anticipatoria, implique una evolución.
La conciencia puede ser feroz como el acero, pero para las mentes lúcidas es tan dulce como la miel; estar despierto es una tarea dura, pero esa es la tarea que he elegido para hacer.
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