Innovar es cuestión de actitud
¿Tienes en claro qué quieres lograr? ¿Sabes qué hacer para conseguirlo? ¿Cómo lidiarás con las opiniones negativas de las personas?
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Pensar en innovar suele generarnos cierto temor. Sabemos que crear objetos de la nada o inventar algo completamente nuevo implica mucho esfuerzo. Para muchos resulta algo tan misterioso y difícil de alcanzar que decidimos alejarnos y limitarnos a hacer lo que ya sabemos. Esa es la razón exacta por la cual la innovación no se explota lo suficiente en algunos países.
La innovación es la razón de éxito de muchas de las actuales compañías multimillonarias. Un ejemplo claro es el de Apple. Desde que comenzó su visión de la compañía, Steve Jobs siempre pensó en innovar. Jamás quiso compararse con las marcas ya reconocidas y respaldadas en su época, sino que prefirió tomar el riesgo de transitar por caminos que aún no habían sido recorridos por nadie. Para él era muy importante que sus productos tuvieran un diseño agradable, que las tipografías fueran de buena calidad y que la experiencia del usuario fuera excelente. Creó una marca que la gente ama, que no solo se vende por su funcionalidad, sino que además tiene un estilo único.
Las personas somos temerosas. Pensar en dejar un trabajo para hacer lo que nos apasiona es algo que, en la mayoría de los casos, ni considera como posibilidad, ya que implicaría esforzarnos más y correr el riesgo de fracasar. Sin embargo son precisamente los fracasos los que nos hacen más fuertes y nos motivan a poner mayor esfuerzo y dedicación para conseguir nuestros objetivos.
La clave de la innovación es la determinación. Esta actitud es la que nos lleva a saber qué queremos, y conforme vamos trabajando y desarrollando un proyecto, se van dando las oportunidades. ¿Conoces a alguna persona actualmente exitosa que no haya tenido algún fracaso en el principio? ¿Cuántas veces le dijeron a esa persona que no lo iba a lograr, que su proyecto era demasiado riesgoso? Efectivamente, si esa persona hubiese hecho caso, hoy no sería exitosa.
La innovación gira en torno a nuestra capacidad para ver la necesidad y lograr crear soluciones que la resuelvan. Las necesidades existen, todos los días, pero estamos acostumbrados a llevar la vida con cierto orden y estructura preestablecidos —que se nos enseñan en la escuela, en la universidad, en el trabajo—. La repetición del modelo aprendido nos aleja de las soluciones innovadoras. Damos por hecho que existe una única solución para cada problema. No estamos acostumbrados a innovar.
«No pretendamos que las cosas cambien si siempre hacemos lo mismo».
Innovar implica querer obtener resultados diferentes y mucho mejores de los que se han obtenido hasta el momento, y para eso es necesario hacer cosas nuevas o cambiar la forma de hacer las cosas. La innovación siempre requiere de la toma de riesgos. Sin riesgos no hay innovación. Es importante tener una visión amplia de lo que se busca, luchar para conseguirlo y no dejarse llevar por las opiniones negativas de las personas.
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