Vestirse como creativo
¿Alcanza con ser creativo?, ¿o también hay que parecerlo?
AutorJuanjo Junoy Seguidores: 164
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Este texto surge como respuesta al artículo «La imagen del creativo juega en contra», de Luis Ramírez.
Definitivamente la imagen es importante. ¿No lo sabemos más que nadie quienes nos dedicamos a esto de vender mediante la comunicación, el diseño y los textos? En eso estoy de acuerdo. Como te ven, te tratan o. Mejor dicho, por los zapatos se conoce a la persona —¿se acuerdan?—. Pero hay mucho más que eso involucrado en lograr una mejor remuneración por nuestro trabajo o en obtener el respeto del cliente, de nuestro jefe y de los compañeros en la agencia (en particular de los de cuentas). Vestirse de manera extravagante es un permiso que tienen los creativos, claro, y de hecho es algo que los clientes esperan.
Alguna vez trabajé con un gran creativo que vestía de Armani, con un pañuelo que combinaba con la corbata. Al principio los clientes «no se lo compraban». Lo confundían con el de cuentas o, simplemente, creían que él sólo presentaba el trabajo de los verdaderos creativos. Pero poco a poco se los fue ganando. Con sus palabras, sus respuestas y, claro, las ideas que aportaba en las reuniones. De eso se trata en realidad. A mí, en 26 años de trabajo siempre me han identificado como creativo en reuniones que, en muchas ocasiones, han sido con gente de finanzas. Que me perciban así tiene que ver con cómo visto, claro. Pero también con cómo «vendo», qué digo y todas esas cosas que, a veces, son incluso más importantes para la venta que la idea misma.
Una cosa es vestirse de manera distinta, extravagante, relajada o a la última moda, y otra muy distinta estar sucio, desaliñado, descuidado. Eso sí produce el rechazo de la gente. Pues lo entiendo, ¿a quién le gusta estar en una sala de juntas a lado de alguien que huele mal? A mí no.
Respecto al tema de la remuneración, tiene más que ver con la percepción del valor del pensamiento creativo. A mucha gente le cuesta dárselo, pues es intangible. Y, claro, si se te puede ocurrir una idea en un ratito, ¿por qué te debo pagar más? Yo les contesto: porque estás pagando todos los libros que me leo, todas las películas a las que voy, todas las exposiciones, los museos, los congresos y un sinfín de actividades a las que acudo o realizo para «amueblar» mi cabeza y poder tener las ideas que necesitas tú. Es así de sencillo. Y la verdad, sí, es percepción.
La imagen que proyectas, tu seguridad, la manera en que hablas, los comentarios que haces y por supuesto, si llegas temprano o tarde a la reunión. Creo que fue Óscar Wilde el que dijo que sólo había una cosa que le molestaba más que alguien que llega tarde, y es alguien que llega antes de tiempo. O algo así.
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