¿Quiere usted formar una sociedad?

El dilema de todo emprendedor: ¿cómo construir un proyecto con otras personas?

Joel Alejandro Villarreal Bertoldi, autor AutorJoel Alejandro Villarreal Bertoldi Seguidores: 29

Luciano Cassisi, editor EdiciónLuciano Cassisi Seguidores: 2031

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¿Se ha planteado usted en algún momento las implicancias y las consecuencias de formar una sociedad?, ¿es lo que le hace falta? Este artículo no se refiere a cuestiones legales sino a los problemas a los que se enfrentan los emprendedores que deciden trabajar en sociedad; emprendedores que, al contagiarse el deseo de crear, entienden que lo que tienen entre manos es suficiente para convertirse en los cimientos de una compañía.

Una sociedad es un compromiso entre personas, más allá de los términos legales y contractuales; es comprometerse a una meta en común, a un ideal, a una filosofía; es la combinación de talentos, y, por lo tanto, es más que la suma de los talentos individuales; es un espacio (no necesariamente físico); es un ente que respira y vive, con identidad propia, y a la vez, con un poco de la identidad de cada uno de los socios.

Al comprometerse, los socios asumen la responsabilidad de velar por la sociedad: cuidarla, protegerla, nutrirla, hacerla crecer; y esto, naturalmente, implica que se establezca una serie de «pautas» entre los socios. Así, una sociedad en la que sus miembros piensan todos igual, en la que reina la constante unanimidad y no hay debate, sufre de monotonía; una sociedad en la que resulta imposible llegar a un acuerdo porque cada uno vela por sus intereses e ideales personales, sufre por el ego de sus partes; una sociedad en la que se debate mucho y se hace poco, padece de impotencia. Por último, una sociedad en la que falta la confianza, la transparencia o la opinión abierta entre sus integrantes, está gravemente enferma.

Los síntomas siempre están a la vista, pero es muy fácil enmascarar la realidad bajo el velo de la negación. Es lo más cómodo, es una forma de procrastinación, de postergar el «estallido». Tarde o temprano las cosas simplemente suceden, y de un día para el otro, puede que la sociedad ya no exista.

Es vital la comunicación entre los socios. Por teléfono, por correo electrónico, por videoconferencia, por mensajes de texto, personalmente, pero por sobre todas las cosas, es vital la comunicación clara y concisa. Cada socio debe demostrar que está ahí, por y para el equipo. La motivación mutua es el mejor combustible que una sociedad puede tener.

Es necesaria la convivencia de las ideas, y la opinión de las partes. Recordemos que una sociedad en la que todos piensan exactamente lo mismo no sirve, del mismo modo que una sociedad en la que no se pueden lograr acuerdos, tampoco tiene sentido. Se trata de encontrar el equilibrio entre las ideas personales y las ideas de los demás. Se trata de aprender a aceptar que el otro puede votar en contra de una propuesta, argumentando los motivos. Se trata de ser firme en las propias convicciones, pero estar abierto a otras ideas y conceptos que tal vez uno jamás hubiera considerado. Se trata de saber ceder, no en el sentido de «rendirse» y desentenderse del tema, sino por el hecho de darse cuenta de que la razón absoluta no existe, y que hay diferentes matices de soluciones para un mismo problema.

Para lograr los acuerdos necesarios para avanzar y crecer como empresa es fundamental la negociación interna. Las decisiones tomadas por los miembros de la sociedad afectan a todos. Es importante debatir, discutir, explorar alternativas, porque la primera idea que a uno se le ocurre, no necesariamente ha de ser la mejor. Obviamente, todo en su justa medida. De nada sirve debatir semanas sobre una oportunidad porque, sin darse cuenta, el tiempo pasa junto con la oportunidad. Los debates dentro de la sociedad deben gestarse en tiempos razonables.

Es muy importante saber delegar tareas, a la hora de trabajar en equipo, porque se logra más eficiencia y mayor rapidez; porque las tareas se realizan en forma paralela en la medida de lo posible. Y para poder delegar, es requisito indispensable que exista confianza: confiar en la capacidad del otro para resolver una tarea; confiar en el criterio y en la experiencia del otro, confiar en su conocimiento. Confiar no significa aceptar ciegamente, cuestionar también surge de confiar. Cuestionar constructivamente, claro está; cuestionar para aprender, para entender, para contribuir, para generar un flujo constante de intercambio de conocimiento. Al fin y al cabo, una sociedad no solo sirve para ganar dinero, también sirve para aprender constantemente.

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