¿Por qué odiamos PowerPoint?

En el contexto profesional producir una presentación suele ser irrelevante. ¿Por qué sucede esto?, ¿y por qué se deriva la responsabilidad de realizarla en diseñadores gráficos?

Juan Cruz Gonella, autor AutorJuan Cruz Gonella Seguidores: 4

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La respuesta es universal: sí, lo odiamos. Es difícil encontrar una persona que diga «¡me encanta PowerPoint, es mi software preferido!». Habría que cambiar la pregunta por: ¿por qué odiamos PowerPoint?

Empecemos por el principio: debemos recordar que PowerPoint fue creado para producir y reproducir presentaciones ¿Qué es una presentación? Convengamos que una presentación es un acto comunicacional, que es persuasivo y performativo en el que un expositor, con ayudas visuales,1 propone un nuevo proyecto a un auditorio.

Esas «ayudas» tienen mucho que ver con el asunto a tratar. Hasta 1987, un presentador tenía a su disposición diversos soportes para sus ayudas visuales. Ese año se presentó un software que permitía reproducir una serie ordenada de diapositivas, simulando (Manovich, 2013) un proyector de diapositivas con algunas variables tipográficas e ilustraciones básicas, que más adelante se conocerá como Microsoft PowerPoint.

Pero en 2003, Edward Tufte, un respetado académico especializado en la representación visual de información cuantitativa, publicó un artículo titulado El estilo cognitivo de PowerPoint» (2006). El trabajo surgió de una investigación en la que el autor participó sobre el accidente del transbordador espacial Columbia. Ahí se dedujo que una de las causas del accidente fue la incorrecta lectura de una línea en un PowerPoint, que llevó a dejar pasar información sobre un pegamento especial, usado erróneamente.

A partir del trabajo de Tufte los ataques al software llovieron. La respuesta fue enorme, posiblemente debido a la extendida presencia del programa, sea para producir presentaciones, listados, folletos, los primeros memes e incluso, horresco referens, como material pedagógico. Incluso se puso de moda una expresión: «death by PowerPoint»,2 en referencia al «atroz aburrimiento producido por el uso de este software en cualquier evento».

Un grupo de teóricos como Adams (2006), Cyphert (2004), Doumont (2005) o Farkas (2005), revisaron las críticas de Tufte. Repasemos alguna de ellas y sus refutaciones:

Crítica: El excesivo esquematismo simplifica la complejidad

Es verdad, para el análisis serio de la información «dura» es necesario un espacio y un tiempo de reflexión. Pero Tufte subestima las virtudes de una presentación in situ al compararla con un texto leído en la comodidad de nuestra casa. El objetivo de una presentación es un llamado a la acción. En otras palabras se desconoce el valor performativo de la presentación.

Crítica: PowerPoint ayuda al orador, no al público

Totalmente de acuerdo. Eso sí, siempre y cuando esté mal diseñado. Volveremos.

Crítica: La baja resolución resulta en mala transmisión de tablas, cuadros y esquemas

Don Norman, el creador del concepto de diseño UX, en un artículo (Norman, 2018) destaca que la función de una presentación no es transmitir ese tipo de información. No sólo un especialista sería el único que podría entenderla sino que además no tiene sentido si se puede analizar en la comodidad de nuestro sillón preferido con buena luz y sobre todo mucho tiempo.3

En líneas generales podemos concluir en que Tufte tenía razón. PowerPoint perpetúa la ideología sintetizadora de Microsoft y el death by PowerPoint existe. Sin embargo se confunde cuando culpa al software por los errores de quienes lo usan. Incluso en el caso del transbordador, no se equivocaron: el dato presentado era correcto. Entonces, ¿Cuál fue el problema?

Volvamos de nuevo al primer punto, el de que el excesivo esquematismo simplifica la complejidad. Una de las características de la visión UX del diseño es que el uso del producto debe ser intuitivo. El problema que tiene PowerPoint, al igual que muchas aplicaciones de diseño, es que hace parecer simple una actividad extremadamente compleja.

El problema del Columbia no fue culpa de PowerPoint, ni de la buena fe de los ingenieros que redactaron el documento. Fue un problema de diseño. Como en cualquier caso en el que se necesite de ayuda visual, un problema de diseño gráfico.

Entonces volvámonos a replantear la pregunta que nos hicimos al principio: ¿Para qué hacer una presentación PowerPoint?

  • ¿Como un ayuda memoria que sirva para evadir el miedo de hablar en público y de olvidarse lo que se tenía que decir? No. Eso se logra con técnicas de oratoria que se usaban ya en la época de Demóstenes gritándole al viento o poniéndose piedras en la boca. Hay recursos más prácticos; por ejemplo: un anotador.
  • ¿Para tener un documento que repartir después de la charla? Menos. Ahí las críticas de Tufte dan en el blanco. Si tengo tiempo de leer un documento este no debe ser resumido. Para producir documentos hay algo maravilloso que funciona mucho mejor que PowerPoint: Microsoft Word.4

Lo que es indiscutible es que el auditorio se tiene que ir convencido de lo que se presentó. Por eso es inevitable considerar a la presentación como una actividad retórica y argumentativa. Y sobre todo persuasiva. Entonces, ¿en qué consiste una presentación?

La presentación es un acto retórico-argumentativo. De la misma manera que sucede con el diseño, la retórica es una actividad que necesita de otras, es decir que integra disciplinas. Por ello, no corresponde teorizar sobre el contenido de una presentación, ya que este cambia dependiendo de cada caso. Los problemas de la presentación, como los de la retórica, el diseño, son diferentes porque son particulares de la circunstancia de la misma.5

Desde una mirada superficial, este acercamiento con el diseño respondería a la simple «confección» de las ayudas visuales. Sin embargo esas particularidades tienen más que ver con el diseño, en este caso gráfico, como metodología de pensamiento que con el elemento «cosmético» (Maldonado, 1993).

De ahí que buena parte del «odio» que se pueda tener contra PowerPoint esté muy relacionado con el proverbial desprecio que existe –al ñudo negarlo– contra el Diseño Gráfico como disciplina.

Hay muchas críticas que hacerle a PowerPoint como software pero la principal tiene que ver con su «intuitividad», como dirían los fans del diseño UX. O como propone el mismo Tufte, al hecho de que que simplifica algo que es muy complejo, que es el diseño gráfico.

Una presentación no es «un PowerPoint». Una presentación es un acto de diseño. No hay que culpar al burro sino a quien le pide que le enseñe a cantar ópera.

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  1. Si es que las considerara necesarias. Desde la elemental pizarra hasta los proyectores de diapositivas o los «retroproyectores» de transparencias.
  2. Acuñada por Carmine Gallo (2013).
  3. Con delicada ironía, Don Norman le llega a recomendar a Tufte un maravilloso libro: The Visual Display of Cuantitative Information, obra maestra del género, escrito por un tal Edward Tufte (2001).
  4. O cualquier otro procesador de texto.
  5. Son lo que Rittel denomina wicked problems, distintos a los de las ciencias naturales que son «definibles, separables y que pueden tener soluciones factibles» (Rittel y Webber, 1973; 160. Traducción propia).

Referencias Bibliográficas

  • Adams, C. (2006). PowerPoint, habits of mind, and classroom culture. En Journal of Curriculum Studies, 2006, VOL. 38, NO. 4. Pp. 389–411. DOI: 10.1080/00220270600579141
  • Cyphert, D. (2004). The Problem of Powerpoint: Visual Aid or Visual Rhetoric? En Business Communication Quarterly, Volume 67, Number 1. Pp. 80-84.
  • Doumont, J.L. (2005). The Cognitive Style of PowerPoint: Slides Are Not All Evil. En Technical Communication. Feb 2005: 52, 1; Humanities Module p. 64
  • Farkas, D. K. (2005b). Understanding and Using PowerPoint. En STC Annual Conference Proceedings, May 8-11, 2005, pp. 313-320.
  • Gallo, C. (2013). How To Turn 'Death By PowerPoint' Into A Career Advantage. En Forbes, Nov 22, 2013.
  • Maldonado, T. (1993). El diseño industrial reconsiderado. México: Gustavo Gili.
  • Manovich, L. (2013). El software toma el mando. Barcelona: UOC.
  • Norman, D. (2018). In Defense of PowerPoint.
  • Rittel, H.W.J. y Webber, M. M. (1973). Dilemmas in a General Theory of Planning. En Policy Sciences, 4. Pp. 155-169
  • Tufte, E. R. (2001) The Visual Display of Quantitative Information. Graphics Press: Cheshire, Connecticut.
  • Tufte, E. R. (2006). The Cognitive Style of PowerPoint: Pitching Out Corrupts Within. Cheshire, CN: Graphics Press LLC.

 

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