Inteligencia artificial: ¿Queda lugar para el ilustrador en este mundo?
Más grande que el universo
En solidaridad con los artistas ilustradores.
AutorJoan Costa Seguidores: 2581
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«Solo hay una cosa más grande que el universo» —decía Albert Einstein—: «la estupidez humana».
Además, igual como el universo que se expande indefinidamente, la estupidez sigue creciendo sin límites. Encima, la invasión de las herramientas artificiales, que son estúpidas porque no sienten ni se emocionan ni se equivocan (son inhumanas), ha alcanzado el récord de la superestupidez. Que es precisamente lo contrario de la inteligencia creativa de sapiens.
(No estoy contra la tecnología sino contra quienes la utilizan con fines espurios).
El precedente
Ya en 1970, Michael Noll había extraído en el ordenador el repertorio de signos: el «lenguaje» (formas, datos, frecuencias) que caracteriza la obra original de Piet Mondrian. Con la apropiación de ese repertorio ajeno, Noll había robado literalmente un patrimonio: el «estilo», el «concepto» creados por Mondrian. Con esta usurpación Noll podría producir tantos falsos mondrian como quisiera. La pregunta es: Total, ¿para qué?
¿Dónde está la ética?1
Ahora les ha tocado el turno a los artistas ilustradores. Y la cosa es peor porque les perjudica directamente. La base de datos de Dall-E creada por Elon Musk y la plataforma Midjourney o la Stable Diffusion crean ilustraciones en plan industrial para los periódicos y revistas. Siempre con el lenguaje creado por artistas ilustradores como Banksy, Basquiat o el navarro Jon Juárez, quien precisamente denuncia que en Dall-E han usado una imagen suya sujeta a copyright sin su consentimiento. «Ya está dentro del sistema, el programa puede usarla para mimetizar mi estilo y el daño es irreparable. No podemos llamarlo plagio porque lo que hace es más sofisticado, es un perfeccionamiento del plagio».
Amigo Jon, robarle el lenguaje con el que un artista se expresa y que es una creación propia, un patrimonio personal, es mucho más grave que falsificar una obra concreta. Y si eso está penado, más debería estarlo falsificar el lenguaje.
¿Qué hacer? El profesor de Derecho de la Propiedad Intelectual de la Universidad de Sussex, Andrés Guadamuz no lo ve así: «Los estilos no pueden ser protegidos por derechos de autor». ¡Pues hay que cambiar las leyes! Quien crea un lenguaje o un estilo de lenguaje es, con todo derecho, su Autor. El problema es ético. Un fraude. Pero la verdadera causa está en el poder del dinero, que han puesto por encima de todos los valores.
Los ilustradores están apenados y les indigna que otras personas puedan explotar impunemente el estilo que cada uno de ellos ha creado. Realmente, ver en los periódicos ilustraciones hechas por máquinas que repiten tu lenguaje, que suplantan tu talento, es una situación inaceptable. Pero es la ley del más fuerte... mientras el sistema no cambie.
Sin embargo, tú tienes un valor que ellos no tienen. Es el talento para crear: la proximidad para dialogar con tus clientes. La capacidad de llevar a cabo un movimiento colectivo internacional con tus propias herramientas: el lenguaje gráfico.
¡Contra la estupidez, talento!
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Traducir al inglés Traducir al italiano Traducir al portugués- Ver El País, 23/08/22, pág. 25, Madrid.
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