La portada del libro electrónico
En tiempos en que el libro electrónico va ganando terreno, ¿hacia dónde evoluciona el diseño de portada del libro?
AutorElena González Miranda Seguidores: 20
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A lo largo de los siglos, la historia de la identificación de cada libro nos ha sorprendido con variados e ingeniosos procedimientos en una continua evolución e innovación moderada: el invento de una simple etiqueta colgante del papiro, la invención de la página y, con ella, de la portada tipográfica, la ideación de la encuadernación protectora, y asociado a esta, el concepto de cubierta de libro. Con la encuadernación surgió la creación del lomo, «gran motor de búsqueda» (boca arriba, boca abajo…) en nuestras bibliotecas. La interacción visual y táctil con el lomo nos impulsa a sacarlo de la estantería y la observación de su portada es una comprobación de que hemos hallado lo que buscábamos, ratificada por el afecto que sentimos hacia nuestro ejemplar. También la coordinación visual de este lomo nos conduce al concepto de colección, en el que la cubierta moderna actual es fundamental, con variadas soluciones que combinan texto e imagen, o que solo contienen texto, como en el caso de las portadas tipográficas.
Hoy en día, con la aparición del libro electrónico, la solución visual que permite identificar cada publicación, debe responder a otros planteamientos y a otros indicadores gráficos diferentes a los de la versión impresa. Este encargo tiene otra naturaleza. Es necesario que cuestionemos otros factores de accesibilidad y uso, otros objetivos relativos a la resolución en pantalla, a la legibilidad de la información y a otros criterios de síntesis formal que permitan visualizar la imagen, interpretar las connotaciones y leer los datos de la portada en varios tamaños. Entre estos factores, podemos cuestionar el tamaño del texto identificador (título y autor), que deberá ser más grande y optimizado para la pantalla, de modo tal que resulte legible en tamaños reducidos. Aunque esos datos se repiten en listados, la mini-portada de cada libro aparece en las estanterías virtuales de los smartphones, tabletas y otros dispositivos electrónicos. La aplicación de criterios de color con respecto a la luminosidad, el contraste, el tono y la saturación, también debe de ser pensada expresamente para este tipo de proyectos.
El diseñador traduce referencias verbales a un lenguaje visual/gráfico. La portada es una interpretación, por parte del diseñador, del contenido textual del libro.1 Muchas de las portadas de hoy en día transmiten significados irrelevantes. En la traducción de la esencia de ese contenido a la portada, el diseñador tiene que aportar al usuario significados precisos, sin componentes superfluos, innecesarios o confusos que enturbien la decodificación de la idea y de la información.
En diciembre de 2011, Norberto Chaves impartió una conferencia en Bilbao (Foro de Diseño/Diseinu Foroa, READ). En un momento de su certero discurso, puso en tela de juicio la necesidad de incluir imagen en una portada. Si aplicáramos en extremo criterios de economía gráfica, en algunas portadas concretas, la orientación conceptual tendría que ser sólo tipográfica, donde la tipografía se torne imagen con función identificadora, informativa (y persuasiva), ¿deberíamos potenciar o reinventar la portada tipográfica?
El medio también se presta a considerar la posibilidad de crear portadas de libros animadas. Cuando resulte adecuado y relevante utilizar el recurso del movimiento para enfatizar o completar la idea. Ya existen trailers para libros pero ¿son realmente necesarios?
Un problema bien planteado es un problema casi resuelto. Un encargo de diseño gráfico responde a un planteamiento previo, en el que se explica una necesidad de comunicación, que siempre debería ser relevante. Las aclaraciones, por lo general de naturaleza lingüística, son imprescindibles para comprenderlo. A partir de estas referencias verbales, el diseñador va proponiendo la manera de conducir esa cuestión planteada, hacia una solución viable y así concluir, o al menos reducir ese problema. Pero el sentimiento de insatisfacción del diseñador le lleva a hacerse nuevas preguntas. En primer lugar, a replantearse el encargo (brief), corregirlo o completarlo con su experiencia en el análisis crítico de los productos de su ámbito de estudio.
Ahora estamos analizando y aprendiendo a diseñar la interfaz de los dispositivos electrónicos. En la actualidad, no siempre la innovación va unida a una mejora de la calidad. Sin embargo, en este caso, podría haber un cambio destacable y generalizado en la evolución del concepto de portada de libro. O en el sistema para identificarlo.
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Traducir al inglés Traducir al italiano Traducir al portuguésAgradezco la contribución en estas reflexiones, de José Antonio Morlesín Mellado, ya que está realizando su Tesis Doctoral bajo mi dirección, sobre cubiertas y portadas de libros, gracias a una beca del Gobierno Vasco; y a Tania Quindós González, por el diseño de las versiones de portada de «Senderos de investigación en Diseño Gráfico» que ilustran el artículo.
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