Hermann Zapf, el tipógrafo que marcó una era
Zapf no sólo fue testigo de la evolución tipográfica del siglo XX, sino también un agente de cambio que marcó la transición a la era digital.
AutorMario Balcázar Seguidores: 617
EdiciónFabián Bautista Seguidores: 54
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Pocos han tenido la oportunidad de presenciar la evolución de la tipografía en el siglo XX. Desde los tipos móviles, la fotocomposición, hasta la era digital. Y la lista se reduce aún más al buscar los agentes de cambio que moldearon la manera en que hoy interactuamos con el mundo de las letras y los signos. En esa pequeña lista está Hermann Zapf, tipógrafo alemán nacido en Nuremberg en 1918, un día antes que su país pidiera un armisticio para terminar con la Primera Guerra Mundial y un año antes de que la fiebre española cobrara la vida de más de 10 millones de europeos, incluyendo la de dos de sus hermanos.
Desde pequeño comenzó a mostrar sus dotes como tipógrafo, cuando jugaba con su hermano creando un «código secreto» para comunicarse entre ellos, configurado con letras y símbolos parecidos al cirílico y que solo se podían descifrar conociendo un código de encriptación. En la escuela fungió como calígrafo y le animaron a conseguir su primer trabajo como retocador de originales mecánicos en un taller de linotipos. Fue técnico de radios de transistores e instaló sensores de movimiento en su casa, a manera de juego, para que cada vez que alguien abriera una puerta o entrara a un cuarto sonara una alarma.
Durante la guerra, tuvo que ser retirado del campo de batalla por una afección en el corazón y por su torpeza para manejar armas, convirtiéndose en el cartógrafo más joven del ejército. Antes de los 25 años, era capaz de dibujar con una precisión sorprendente letras no mayores al milímetro de altura. Cuando el ejército se entregó, fue prisionero de guerra por cuatro semanas, con la salvedad de que «El Artista», como lo llamaban los franceses, podía tener consigo todo su equipo de escritura.
A la edad de 20 años diseñó su primera tipografía «oficial» llamada Gilgengart, trabajando para D Stempel AG y Linotype GmbH en Frankfurt. Pero fue en 1948 cuando logró diseñar una fuente y producirla en masa para tipos móviles y de fotocomposición: la Palatino. Esta fuente honra al escritor del siglo XVI Giambattista Palatino. En aquella época, Zapf ejercía también la docencia en su natal Nuremberg en una escuela bombardeada, sin ventanas ni iluminación. La escasez los llevaba al grado de tener que pedir bombillas de luz en la dirección, que debía devolver una vez terminada la clase.
Cuatro años después diseñó su segunda fuente insignia: la Optima, una tipografía humanista que carecía de patines y cuyo nombre fue pensado por el departamento comercial de D Stempel AG en 1958, cuando salió a la venta. Aunque su intención era crear una fuente para cartel, Monroe Wheeler del MoMA (Museum of Modern Art) en Nueva York, lo convenció de que la fuente funcionaba mucho mejor para textos.
Tanto la Palatino como la Optima se encuentran hoy en prácticamente cualquier computadora, sea PC o Mac. Junto a ellas, la Zapfino, una tipografía que recién pudo ver la luz en la era digital. Nacida de la caligrafía misma de Zapf, retomada de sus cuadernos de bocetos en 1944 que viajaron de Alemania a Estados Unidos en la década de los sesenta. El país del norte resultaba ser mucho más abierto y receptivo a las nuevas tecnologías electrónicas y de cómputo, en las cuales Zapf se había interesado mucho.
Como en Alemania no había encontrado el interés suficiente —por el contrario, había sufrido hasta burlas de sus colegas que incluso llegaron a llamarlo «El Loco de Zapf» en referencia a a sus nuevas ideas de programar las fuentes—, comenzó su andar por América dando clases en varias universidades, hasta que llegó a Stanford, donde desarrolló una fuente para composición matemática con David Siegel, quien al finalizar el proyecto le pidió su ayuda para una idea que tenía para el programa de Arte Caótico de la escuela, y para la cual necesitaba una nueva fuente con una gran cantidad de variaciones. Para su realización colaboraron de Gino Lee, un programador de Boston con quien comenzaron a desarrollar la idea. El proyecto quedó inconcluso cuando Siegel perdió el interés tras la ruptura con su novia. Años después Zapf le presentó aquel proyecto a Linotype y pudo terminarla. Compuesta por cuatro abecedarios, se logró una impresionante y hermosa tipografía sobreexplotada por diseñadores y extraños.
Hermann Zapf se casó con la también tipógrafa, calígrafa y maestra Gudrun von Hesse. Falleció el 4 de junio de 2015 en su natal Nuremberg a la edad de 97 años, siempre atento al desarrollo tipográfico con las nuevas tecnologías. Diseñó muchas fuentes más, entre las que se cuentan: Zapf Dingbats, Humanist, Aldus, Antiqua, Michelangelo, Melior, Zapf Book, Zapf Chancery, Medici Script, Palladio, Zapf International y Zapf Calligraphic, entre otras.
Sin duda alguna el mundo pierde a uno de sus más talentosos calígrafos y tipógrafos, pero, afortunadamente, su legado perdura cada vez que editamos un texto y desplegamos la lista de fuentes.
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