Félix Beltrán
Mago y maestro de la forma expresiva precisa.
AutorJoan Costa Seguidores: 2581
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Félix Beltrán no es un graphic designer al uso. Es un auténtico artista gráfico. Un grafista en el pleno sentido del término. Él encarna una institución del pensamiento visual y de la expresión plástica. En Latinoamérica y en el Mundo.
Sin adornos, sin elementos innecesarios ni decorativismos fáciles y gratuitos —pero también sin funcionalismos estériles—, la obra de Félix Beltrán enlaza la mejor tradición del grafismo en Occidente con la más serena y consistente modernidad. Félix es el paradigma de ese difícil arte que es capaz de absorber una idea compleja y traducirla en una síntesis formal depurada y perdurable. En el tiempo y en la memoria.
Su trabajo no es ajeno a la Gestalttheorie, a las leyes de la percepción. De ahí procede la eficaz concreción de su obra, su pregnancia y, por ello, el secreto de su longevidad y de su universalidad.
El lenguaje gráfico de Félix Beltrán hunde sus raíces en tres visiones específicamente humanas:
- Espacio
- Tiempo
- Geometría
Por eso su trabajo, incluso el de los inicios de su carrera, no envejecen. No son productos de la moda. Son ideas. Cultura. Una cultura asentada en el estudio (Nueva York, Washington, Madrid) y consagrada con dos doctorados honoris causa.
Pero Félix no nos ofrece la herencia única de su Maestrazgo. Su obra es indisociable de un ejemplo de vida. Sus amigos y sus alumnos, que somos muchos, somos testigos de su generosidad y, al mismo tiempo, transmisores de su original y sólida concepción del arte gráfico. Que como su propia persona, bajo la sencillez de las formas alberga ricos y profundos contenidos. Así es Félix Beltrán y así es su obra. Su Maestrazgo es la destilación de sesenta años de vida profesional y, entre ellos, cincuenta de vida docente. Impresiona la excelencia y la cantidad de distinciones, premios y altos cargos internacionales que Félix Beltrán ostenta en todo el mundo, desde México a Italia, de Alemania y Suiza a Gran Bretaña, de Nueva York a Japón.
Sin embargo, una enfermedad social que hoy padecemos es la indiferencia y el olvido. Félix Beltrán merece... No. Rectifico. Las nuevas generaciones de grafistas merecen: que la obra de Félix ilumine sus itinerarios en este mundo cotidiano donde hay tanta confusión, tanta devaluación de lo auténtico, tanta pérdida de lo esencial.
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