El dibujo del cuerpo humano

Las diversas representaciones del cuerpo a través de la historia han permitido investigar sistemas de medición sobre los cuales debería construirse el canon de la figura humana.

Miguel Angel Aguilera Aguilar, autor AutorMiguel Angel Aguilera Aguilar Seguidores: 67

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Los primeros estudios anatómicos del cuerpo humano, con cierta autoridad, fueron realizados hacia el año 300 a. de C. por Erisístrato y Serófilo, pertenecientes a la escuela médica tolemaica de Alejandría. Hacia 400 a. de C. destaca por la observación de la naturaleza y el paisaje, la plasmación del movimiento y la ampliación de los temas. Aparece el desnudo, el cuerpo humano se representa en sus proporciones correctas.

Platón, en su tratado de la naturaleza del universo, menciona que cuando Dios plasmó al hombre, le puso la cabeza en la cima, para que sirviera de guardia a todo el edificio corporal. Es decir, a todos los otros miembros inferiores. Armó siete agujeros, dos orejas, dos ojos, dos agujeros de la nariz y la boca. De ahí que las sensaciones humanas son cinco, ver, oír, oler, tocar y gustar.

Antiguamente la disposición del cuerpo humano se manifestaba en todas las obras, partiendo con base en dos figuras, la circular y la cuadrada, considerando que si un hombre abre bien las piernas y los brazos, el ombligo será justamente el centro de todo el lugar ocupado. Girando un hilo tomando como centro el ombligo, este tocará la cabeza, las puntas de los dedos, las manos y los dedos gordos de los pies. Cuando se abren los brazos bien derechos, dan exactamente la altura o longitud del hombre, si es que está bien formado, como dice Vitruvio.

Los estudios realizados para establecer una norma o canon de proporciones entre las medidas del cuerpo humano, tienen orígenes remotos. El renacimiento dio lugar a estudiosos como Petronio, Durero, Miguel Ángel o Leonardo Da Vinci. Vitruvio no sólo estaba interesado por las proporciones del cuerpo, sino también por sus implicaciones metrológicas, obteniendo de los miembros del cuerpo humano las dimensiones proporcionadas, como el dedo, el palmo, el pie y el codo. Dos mil años después de que Vitruvio escribiera sus diez libros de arquitectura, Le Corbusier revivió el interés hacia la norma de Vitruvio creando El Modulor.

La Venus de Willendorf.
La Venus de Willendorf.

La primera obra de arte conocida en la historia de la humanidad es la figura de una mujer desnuda, una pequeña estatua de piedra caliza conocida como la Venus de Willendorf. Durante la Edad Media, Dionisio escribió «de altura, nueve cabezas», Cennino Cennini, Italiano del siglo XV describió la altura del hombre como igual a su anchura con los brazos extendidos. Luca Pacioli en su libro La divina proporción, refiere en su primer capítulo «De la medida y proporciones del Cuerpo Humano […] de la cabeza y de sus otros miembros».

Leonardo Da Vinci concibió su famoso dibujo de figura humana basada en el hombre-norma de Vitruvio. Cualquier comentario acerca del tamaño y dimensión del cuerpo sería incompleto si no se menciona la denominada sección áurea, que en el inició del siglo XVI, Luca Paccoli —probablemente el matemático más famoso del momento—, escribió un libro sobre el tema titulado Divina proporcione, donde atribuye a la sección áurea muy diversas propiedades místicas en el campo de la ciencia y el arte.

El más entusiasta defensor de los conceptos áureos fue Le Corbusier, que en 1948 escribió un libro cuyo tema central era las proporciones en la figura humana. Si se traza una horizontal por el ombligo, en el cuerpo se forman tres medidas, una es la distancia desde la parte superior de la cabeza hasta el suelo, otra es la que hay entre el suelo y el ombligo y finalmente la tercera desde el ombligo hasta la parte superior de la cabeza. Se deduce que la medida entre la estatura y la altura ombligo cabeza se aproxima normalmente a 1,618. La proporción entre las tres medidas respeta con bastante exactitud la razón media y extrema de Euclides.

La enseñanza en las escuelas de Bellas Artes, ha dado siempre gran importancia al dibujo de figura y al dibujo al natural. El canon de división renacentista que se maneja, está representado con una figura de frente, dividida en 8 partes iguales, cada una de las cuales es igual a la altura de la cabeza, desde la barbilla hasta el ápice del cráneo, esta corresponde a la primera cabeza, la segunda da aproximadamente en las tetillas, la tercera toma como referencia el ombligo, la cuarta el miembro, la quinta a mitad del muslo, la sexta en el centro de las rodillas, la séptima en las espinillas y la octava hasta la planta del pie.

El cuerpo humano siempre ha sido el mismo, el hombre a través del tiempo lo ha entendido de muy diferentes maneras. La idea e interpretación del cuerpo siempre ha ofrecido un alfabeto de semántica ambigua y suele superponer diferentes planos de significación.

El cuerpo es núcleo y vínculo general de nuestro cosmos, centro de nuestras percepciones, generador de nuestro pensamiento, principio de nuestra acción, así como víctima de nuestras más diversas pasiones.

La actitud del hombre hacia su propio cuerpo es siempre ambivalente, nuestro cuerpo no es solo la imagen que proyectamos a los demás, es también el lugar donde conviven nuestros anhelos, frustraciones y estados sensibles que nos caracterizan como seres humanos. Son innumerables los posibles modos de entender nuestro cuerpo. Se dice que uno de los rasgos esenciales de la vida social de nuestro tiempo es el culto al cuerpo, a través del deporte, la vida sexual, la dietética, la cosmetología, la salud y la moda.

Algunas veces el cuerpo comunica por sí mismo, no sólo por la forma en que se mueve o por las posturas que adopta, también puede haber un mensaje en la forma del cuerpo en sí, así como en la distribución de los rasgos faciales. El cuerpo es una especie de teatro. En él se escenifican la juventud y la vejez, el placer y el dolor, el amor y el miedo, lo mismo las pasiones que los movimientos más banales que conforman la rutina cotidiana. El cuerpo es el vehículo que nos permite transitar a través de la realidad durante el periodo entre nuestro nacimiento y hasta nuestro fallecimiento.

Recordemos que el cuerpo no sólo es capaz de gozar sino también de sufrir, y es a través de sus estrategias de dolor y placer, que el individuo se relaciona con el mundo y su espacio. En la sociedad actual, el cuerpo ha quedado reducido a un objeto capaz de responder a las exigencias del sistema imperante, transformándolo en fuerza productiva, obediente, rentable al máximo y como instrumento de consumo (expuesto, vendido y consumido como una mercancía). Cabe señalar que la pornografía, la publicidad, la cosmética y los medios de comunicación están involucrados.

El cuerpo de la vida cotidiana nos muestra como referente un cuerpo siempre sano y joven, como si se tratase de una máquina a la cual es necesario sacarle el máximo rendimiento posible. La juventud, la salud, el estar en forma, la seducción física, son valores que convierten al cuerpo en una pantalla donde se muestran los elementos del narcisismo. El cuerpo es en este mundo el instrumento de goce, de sensualidad y deseo fácil. Eso lo que nos muestran los modelos en este universo de belleza, nos invitan a ser como ellos mediante el consumo, dejando en el olvido la realidad.

El cuerpo humano sigue y seguirá siendo un objeto de inagotable admiración, porque la exploración del cuerpo siempre adquiere carácter de confirmación, de autoafirmación existencial. Pero las representaciones del cuerpo deben asignar a este una posición determinada en el seno del simbolismo general de cada generación.

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Bibliografía:

  • Balmori, Santos. Áurea Mesura. Universidad Nacional Autónoma de México, 1986.
  • Campbell, Keith. Cuerpo y mente. Dir. General de Publicaciones UNAM, México 1970.
  • Da Vinci, Leonardo. Leonardo on the human body. Dover Publications Inc., New York.
  • Gordon, Louise. Dibujo anatómico de la figura humana. Edit Daimon, Madrid.
  • Guiraud, Pierre. El lenguaje del cuerpo. Fondo de Cultura económica, México 1994.
  • Pacioli, Luca. La divina proporción. Editorial Losada, Buenos Aires.
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