Diseño y nuevas reformas estatales en Cuba

La aparición de los negocios privados en Cuba ha contribuido a reanimar la profesión.

Annick Woungly-Massaga, autor AutorAnnick Woungly-Massaga Seguidores: 35

Fabián Bautista, editor EdiciónFabián Bautista Seguidores: 54

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Las recientes reformas emprendidas por el Gobierno cubano con la intención por dinamizar la desanimada economía, están fomentando de manera inédita la existencia de los negocios privados. Con ello se ha desplegado un abanico de oportunidades para la profesión de diseño en Cuba.

El diseño en Cuba, una profesión marcada por carencias económicas y culturales

Las dificultades económicas y tecnológicas en las que ha estado sumido el país durante décadas han obstaculizado el desempeño de la profesión de diseño en Cuba. La estrechez del mercado ha provocado la instauración de una cultura en la que prevalece un ejercicio empírico del marketing.

La necesidad de la gestión del diseño y su integración dentro de las estrategias corporativas son aspectos que aún no han sido totalmente asimilados por los actores del mundo de negocios. No es raro que los diseñadores cubanos, luego de su inserción en el mercado de trabajo, se enfrenten a un clima de incomprensión que origina frustración profesional.

Una fuente de trabajo para los diseñadores cubanos

Las nuevas medidas para flexibilizar y estimular el trabajo privado han engendrado profundos cambios en la realidad cubana. El Estado ha legalizado más de 200 oficios, y la cifra de las personas que incursionan en el negocio privado se eleva ya a más de 430 mil. Hoteles para animales de compañía, clubes de paint-ball o psicólogos a domicilio, son algunos de los pintorescos servicios que se ofrecen hoy a los cubanos.1

Dado que conceptos como «mercado» y »competencia» han tenido históricamente una connotación negativa en Cuba, la mayoría de los nuevos empresarios no cuenta con la formación y experiencia adecuada para enfrentar los desafíos que impone esta nueva forma de actividad económica.

Esta dinámica resulta favorable a los diseñadores cubanos, que ya han comenzado a insertarse en este engranaje, proponiendo sus conocimientos de las técnicas de mercadeo y publicidad, gestión de marcas o diseño de soportes promocionales.

Un incremento de la cultura de diseño en Cuba

La tendencia a la inclusión de los profesionales del diseño en las iniciativas privadas va en aumento. Los pequeños empresarios privados cubanos recurren cada vez con más frecuencia a los servicios del diseñador. Comienzan a poner en práctica estrategias de mercado y se valen del marketing, el diseño y la publicidad de una manera más dinámica y abierta.

La sociedad cubana está tomando conciencia de las potencialidades del diseño como instrumento para asegurar el triunfo en los negocios. Esta reanimación de la profesión incrementa unas perspectivas favorables de trabajo para el futuro cercano, y colorea con una veta de entusiasmo el ámbito actual del diseño en Cuba.

Proteger y controlar la profesión de diseño

El desarrollo de la pequeña empresa cubana ha contribuido a incrementar el atractivo del ejercicio del diseño en Cuba. Las instituciones oficiales encargadas de gestionar el diseño en el país han emprendido acciones de control. La Oficina Nacional de Diseño (ONDi) ha creado un registro nacional de diseñadores.

La base de datos, cuyo anuncio ha generado escepticismo en la prensa y entre los propios profesionales del ramo y cuyo efecto concreto en favor de los diseñadores aún está por demostrarse, permitirá, según la directiva, «mayor control sobre la práctica de la especialidad y sus profesionales» y servirá de «garantía a las organizaciones empresariales, porque deberán contratar a quienes estén debidamente inscriptos, para no incurrir en ilegalidades».2

Promover el diseño en Cuba

Ahora que los cambios en la legislación oficial han convertido a cada cubano en un posible dueño de empresa, los diseñadores cubanos tienen mucho que aportar. La todavía insuficiente cultura de diseño y la escasez de vías de acceso a información sobre los profesionales existentes y los servicios que estos ofrecen (principalmente las limitaciones de acceso a Internet), constituyen una barrera que separa a los diseñadores cubanos de estos clientes potenciales.

Se hace necesario en la Isla un trabajo de promoción profundo y planificado que dé a conocer el quehacer de los diseñadores cubanos y que divulgue los aportes del diseño. Un sector privado eficiente y con una cultura de trabajo elaborada podría convertirse en una vanguardia que contribuya a demostrar el impacto social y económico del diseño en Cuba.

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