Diseño, objeto y función simbólica
El diseñador puede darle a los objetos capas de sentido que trasciendan sus funciones elementales.
AutorMijaíl Silva Seguidores: 10
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«Nosotros explicamos la naturaleza pero comprendemos las almas».
Wilhelm Dilthey
El significado e interpretación que agregamos al objeto siempre depende del tiempo, espacio, cultura e incluso de nuestro estado emocional. De manera que cuando hablamos de objetos, hablamos de una lectura simbólica —similar a cuando nosotros leemos—. Sin embargo, así como aprendemos a leer los símbolos numéricos y alfabéticos, así también comenzamos aprender a interpretar los colores, formas, texturas, materiales, tamaños, pesos, movimientos, posiciones, luces, sombras, es decir, todas aquellas cualidades que conforman a los objetos. Cuando nosotros colocamos una silla con una mesa y un conjunto de símbolos que entendemos como cocina, sabemos que podemos comer, o bien realizar una actividad recreativa, en el caso de que dichos objetos estén al aire libre. Sin embargo, la misma silla colocada en frente de una puerta o en la esquina de un salón de clases, comunica diferentes interpretaciones que, dependiendo de la cultura y tiempo, pueden significar diferentes cosas.
Un objeto por sí sólo no existe, porque cualquier objeto se ve rodeado por un entorno y éste se interpreta sensorialmente, a medida que evocamos el recuerdo del objeto, nos llega una re-experimentación de sensaciones que traen a la mente no sólo la parte semántica per se del objeto recordado, sino también todas las actividades y emociones que lo rodean, es decir, el objeto es como una obra literario; impacta y se diluye en nosotros. Por lo mismo, la sensibilidad que descubrimos en los objetos sólo nos proporciona interpretaciones, y de aquí partimos para decir que los objetos transmiten un discurso. Es decir, los objetos son una representación abstracta de nuestra razón y emociones, en donde interviene una multiplicidad de elementos holísticos que definen nuestra vida cotidiana.
Siempre somos afectados por los objetos, y la razón es simple, pues cada objeto representa una extensión tangible e intangible de nosotros; regresando al ejemplo de la silla, cuando nosotros nos sentamos en ella, estamos extendiendo nuestras propias limitantes físicas y por un momento, el objeto y la persona se unifican para desarrollar actividades y experiencias que no podrían suceder sin los apoyos de los objetos. Se crea un ambiente de intimidad con el sentido personificado que agregamos al objeto, nos representamos en él y de ahí que coloquemos nuestras experiencias y aspiraciones en un objeto, dándole una clase de valor que ya no es sólo funcional y monetario, sino espiritual.
El objeto no es sólo la cosa en sí, sino la cosa que da forma a todos los fenómenos de nuestros sentidos, y así las condiciones personales y subjetivas de nuestra sensibilidad se modelan mediante una interpretación que va del exterior al interior. Curiosamente, en el trabajo de diseño, conceptos tan abstractos como son el amor, la libertad, la sabiduría, etc. una vez interpretados, se postran en lo más interno de nuestro ser y mediante el uso creativo de los símbolos, se puede expresar un objeto tangible o intangible que de remembranza a aquellos conceptos que aparentemente no pueden verse. El diseño tiene el potencial de despertar las cualidades que ennoblecen a las personas por medio de los objetos.
El punto de entender el potencial de la interpretación del objeto como símbolo en su amplio término es para maximizar la práctica del diseño y crear una mejor lectura, una lectura que, como los buenos libros, reconfigura nuestro estado más intimo y nos obliga a reestructurar nuestro mundo con reflexiones y enseñanzas que dan nacimiento a proyectos nuevos y ambiciosos. El diseño constantemente maximiza cualquier espacio intervenido por el hombre y no sólo porque todo sea sensorialmente más funcionalista y de mayor intuición, en suma y lo más importante, es que permite a hombres y mujeres desarrollarse plenamente en cualquier campo, y en la medida de emplear hábilmente «el objeto» poco a poco se podría ir creando una humanización, sensibilización y racionalización de nuestro estado físico y espiritual (y aquí hago una aclaración sobre el término espiritual, que si bien es en extremo abstracto, en esta ocasión, lo estoy empleando para referirme a la parte emocional, sensitiva, mental, de creencias, de fe, sin atribuirle algún tipo de modelo religioso en específico, sino a la misma necesidad de buscar una realización interior).
En la misma línea, consideremos que los objetos en definitiva, son parte de nosotros y dependemos de ellos en su totalidad, desde que nacemos hasta que morimos.
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