Al Maestro con cariño

Bosquejo personal de Roque Pronesti, un talentoso ilustrador argentino del siglo XX.

Victor Garcia, autor AutorVictor Garcia Seguidores: 188

Al Maestro con cariño
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El texto que se publica a continuación fue escrito originalmente para despedir a un amigo y a una gloria de la ilustración que emprendía su último viaje, y fue publicado en otra gloria, desafortunadamente también desaparecida: la revista tipoGráfica de Buenos Aires.

En aquella oportunidad, el texto fue inspirado por la pérdida irremediable. En el momento presente lo inspira la necesidad de rescatar del olvido a uno de nuestros ilustres predecesores. En realidad la idea era escribir un texto nuevo, pero en mi búsqueda de antecedentes releí mi artículo publicado en tpG, comprobé que, pese a algunos inevitables anacronismos, en lo medular —esto es, en la falta de difusión de la obra entre las nuevas generaciones— su contenido sigue vigente. Esa circunstancia, sumada a que los tópicos tratados antes eran similares a los que estaban rondando mi cabeza ahora, determinó que careciera para mí de sentido escribir otro texto para decir casi lo mismo. Antes de tomar la decisión definitiva, le comenté al colega Rubén Fontana —en su doble condición de director de tpG y también amigo personal de Roque— acerca de mi intención de exhumar estos textos y Rubén tuvo la inconciencia de alentarme calurosamente.

El resultado es apenas un esbozo; Roque fue una personalidad rica en matices, un porteño bohemio que encontró en la publicidad un vehículo para desplegar su talento. Pero fundamentalmente, era un artista, amigo de otros artistas, como Roberto Páez, Menchi Sába1 y Carybé2, entre muchos otros. Con esos auspicios, no poca temeridad y unas pocas adiciones y ajustes, se puede leer a continuación.

Cómo decíamos ayer en tpG...3

El amigo ya no está, al menos desde el punto de vista físico, conclusión inevitable, a partir de la cual intentaré emprender la paradójica empresa de ilustrar la semblanza de un ilustrador. Ilustrándola —o, mejor dicho, diseñándola— de la manera más difícil para un diseñador: a partir de la ausencia.

El ilustrador haciendo story boards para comerciales publicitarios. Gowland Mc. Cann-Ericksonn Publicidad. Buenos Aires, abril de 1979.
Roque Pronesti con el autor del presente artículo; ante una pintura mural de Pronesti en su oficina de Gowland Mc. Cann-Ericksonn Publicidad. Buenos Aires, abril de 1978.

La infausta novedad de la reciente y sorpresiva desaparición física de un prócer del lápiz: Roque Pronesti —alias «el Maestro»—, movilizó en mi interior una serie de sentimientos diversos, que experimenté la necesidad de compartir. No porque el querido Roque necesitara de mi deficiente prosa para ser quien fue, ya que su fama entre los publicitarios de mi generación es merecidamente óptima y extensa, sino con el propósito de intentar dejar un testimonio personal sobre su calidad humana y profesional entre las jóvenes generaciones de estudiantes y diseñadores que frecuentan esta publicación.

Alejandro Dolina por Roque Pronesti. Ilustración para «Lo que me costó el amor de Laura», opereta criolla de Dolina. Buenos Aires, 1998.

Quizá algunos de esos jóvenes hayan podido entrever algo de la calidad de su pincel, en las tapas del CD del poeta Alejandro Dolina «Lo que me costó el amor de Laura», uno de los últimos trabajos del Maestro.

Roque, era un amigo afectuoso, de mal disimulada timidez y fina sensibilidad, acorazadas detrás de sus ingeniosas ironías y sus inesperados exabruptos. Era una persona generosa, de amplios intereses intelectuales y ecléctica curiosidad literaria, y que sabía acercarse a los jóvenes. Por otra parte, flaco favor se le haría a su memoria si se lo pretendiese de bronce: podía ser extraordinariamente ocurrente y gracioso cuando estaba en vena, tanto como mordaz e irascible en ocasiones. Afectuoso siempre.

Profesionalmente, podría decirse que era un ilustrador clásico, uno de esos tipos cuyos trabajos figurarían naturalmente en la sección Masterʼs Works de las más importantes publicaciones de diseño e ilustración del mundo… si tan solo hubiera tenido la sensatez de nacer al norte del Río Bravo o en la Europa de sus ancestros.4

Artista plástico de formación académica, desarrolló la habilidad de entenderse con estilos y técnicas diversos con extraordinaria solvencia profesional. Supo adaptarse desde siempre a la frívola dinánica de la publicidad, en cuyos fugaces altares sacrificó océanos de tinta, inmolados en ilustraciones para bocetos —que usualmente luego eran reemplazadas por fotos en las publicaciones— y parvas de story boards, como para documentar toda la filmografía de Occidente en esos cuadritos; un vasto repertorio de ars ephemera para desarrollar ideas ajenas.

El artista ante algunos de sus croquis murales espontáneos en el departamento creativo de Gowland Mc. Cann-Ericksonn Publicidad. Buenos Aires, agosto de 1980.

Todo esto, ocioso es aclararlo, sin la participación de las técnicas digitales —excepción hecha de sus propios dedos, una suerte de permanente catálogo Pantone—: a puro grafito, pastel, marcador, pincel, Rötring, anilina, témpera, acrílico y talento.

Ese mismo desinterés suyo por las técnicas digitales —pertenecía a la remota e inimaginable era preMac, una suerte de pleistoceno de la gráfica tal como hoy es concebida—, tal vez fuera el motivo por el cual, muchos de los jóvenes diseñadores de las agencias de publicidad, últimamente no parecían saber quién era «eseseñorquehabíasidollamadoparaunfreelance», según comentarios que solía hacer el propio Roque.

Quiénes tuvimos la gratificación y el privilegio de conocerlo como amigo, sentimos que el olvido o la indiferencia, no son el destino merecido por una persona de una vitalidad tan intensa y un ilustrador tan inmensamente valioso.

- Buenos Aires, Abril de 1999.

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  1. Hermenegildo Sábat, artista uruguayo de vasta trayectoria en Argentina.
  2. Seudónimo de Héctor Bernabó, artista argentino e hijo adoptivo dilecto de la ciudad brasilña de San Salvado de Bahía, desde la cuál se hizo internacionalmente célebre y donde desarrolló lo más significativo de su obra.
  3. Publicado originalmente en la revista «tipoGráfica» Nº 40, Buenos Aires, junio de 1999.
  4. Es importante comprender el contexto; antes de Internet, la única forma de difusión profesional eran exclusivamente los medios especializados impresos, fundamentalmente libros y revistas de diseño e ilustración de USA, Europa y Japón; eso limitaba dramáticamente las posibilidades de difusión y hacía que la trascendencia regional y/o global fuera muy dificultosa y restringida. A partir de Internet, publicar y ser reconocido local, regional y/o internacionalmente, es mucho más sencillo y asequible para cualquier profesional en cualquier parte del mundo.
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