7 razones para apostarle al diseño
Nos gustaría que no fuera así, pero a menudo los diseñadores nos vemos en la necesidad de justificar el valor de nuestro trabajo.
AutorMiquel Bordoy Seguidores: 20
EdiciónGreta Sánchez Seguidores: 76
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- 58
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- 88
Quienes nos dedicamos al diseño de la comunicación visual, a menudo nos vemos en la necesidad de justificar el valor de esta profesión ante algún cliente que duda si el dinero que está invirtiendo se traducirá en algo tangible. No ocurre siempre, pero hay quienes le asignan un aporte meramente ornamental o estético, cuando para nosotros es obvio que no es así. Hay muchos argumentos, razones de peso para convencerles de que el diseño, el buen diseño, es una apuesta segura. Nosotros las resumimos en siete argumentos:
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El encanto empieza por los ojos: en los rótulos, en la tienda, en el catálogo, en la tarjeta, en Internet. Lo primero que percibe el cliente es nuestra imagen. Puede ser el primer factor que influya en el hecho de que se decida por nuestro producto o servicio y no por el de la competencia. Si conseguimos ese «amor a primera vista» condicionamos positivamente nuestra futura relación.
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Presencia versus relevancia. En la actualidad ya no es suficiente con tener presencia en los medios; es preciso sobresalir para conseguir una visibilidad real y efectiva. Hay que ser relevante, y la relevancia solo puede conseguirse mediante la calidad, la innovación y la imagen de marca. Un buen diseño incrementa el valor y el reconocimiento.
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El diseño no es un lujo, es una componente de mejora y crecimiento. Ofrece soluciones a problemas concretos y el resultado es entendido como una evolución que revaloriza la percepción del producto o incrementa la eficacia de la comunicación. Es una herramienta muy valiosa en tiempos de crisis.
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El diseño transforma. Como decía Herbert Simon «cambia situaciones existentes por situaciones preferibles». Este poder transformador podríamos constatarlo en la mayoría de los logros de la humanidad, ya que la acción de diseñar nace de la voluntad de hacer las cosas bien, de tomar una idea y convertirla en una realidad solvente.
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Ahorra dinero. Una buena estrategia de diseño racionaliza y optimiza los costes de producción. Eliminamos lo superfluo, tanto en la forma como en los procesos, para conseguir la máxima eficacia con los mínimos recursos.
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No pasa de moda. Analiza el pasado, conoce el presente y aventura el futuro. Un análisis correcto conseguirá un resultado intemporal, desvinculado de las modas y tendencias, si bien puede tenerlas en cuenta. Otra cosa es que con el paso del tiempo las necesidades y los objetivos puedan cambiar.
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No es infalible. Invita a asumir riesgos para conseguir beneficios, pero las decisiones se toman sobre una base racional y estratégica.
Evidentemente una buena estrategia de marca no convertirá, por arte de magia, un mal producto en uno bueno. En cambio, un buen producto o servicio que no sea complementado con una buena imagen corre el riesgo de pasar desapercibido ante su público objetivo y malograr así gran parte de su potencial.
¿Se os ocurren más razones?
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