Cómo se diseñaba antes y cómo se diseña ahora
¡Qué miedo! Vamos a tener que diseñar
Una reflexión, y un poco de nostalgia, sobre lo que los diseñadores solíamos considerar que era diseñar.
AutorPac Drope Seguidores: 23
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Trabajando en la agencia cada fin de año siento cierta incertidumbre en el trabajo. Percibo cierta zozobra, entre varios problemas del sector hay un asunto que me preocupa particularmente. Podríamos decir que hay diseñador silencioso que no pide remuneración extra, ni reclama por salir tarde el viernes, ni requiere de un ambiente relajado para ser creativo y producir buenos diseños: las imágenes y vectores de stock.
Empiezo a sentir un poco de comezón en los brazos y piernas —ejem.. ¿cómo les digo esto muchachos?: si hoy no nos aprueban el presupuesto, no podremos usar imágenes de stock... vamos a tener que empezar a diseñar.
Qué duro es pensar que en el pasado hacer diseño alguna vez estuvo en nuestras manos, con lápiz, carboncillo, papel y tinta china. Estoy hablando de dura nostalgia, de la prehistoria del diseño, del recorte y la mascara en live-action, de cambiar de tipografía en base a las plantillas, del humo del cigarro en el estudio con los monitores amarillentos, el exacto y la caja de luz junto con el «mazacote» de pegamento en aerosol en el área de dummies, etc.
Aun me emociona decir que empece a trabajar en el oficio cuando Adobe Photoshop era aun un misterio para muchos, la Mac G4 era una bestia para diseñar, y se apilaban los libros de stock de vectores como enciclopedias en las repisas. En aquellos días lo que estaba en internet parecía por momentos no tener dueño, y estaba ahí, esperando para ser reclamado como propio, aprovechando la relativa soledad que se vivía en la web (como le decíamos al internet los boomers de aquel entonces).
El oficio del diseñador consistía en hacer los trazos de lo que se fuera necesitando, íconos, formas, curvas, fondos, texturas, etc. Todo eso le daba mucho valor al oficio, ya que había que visualizar por separado todos los recursos que se iban a necesitar en el diseño e ir encontrándolos y armando parte por parte, para al final llegar a un gran momento satisfactorio cuando la pieza de diseño cobraba vida, ya con todos los elementos integrados.
¿En qué momento se perdió la bonita costumbre de diseñar así? ¿Cuándo se perdió el valor de crear algo nuevo «de pe a pa»? ¿En qué momento pasó a ser más importante llegar antes al punto de venta que impactar al público mostrando algo diferente?
Empezamos un proyecto ideando en base al objetivo, teniendo siempre en mente cual sería la aportación que podemos hacer al producto, o cómo hacer que la comunicación siga luciendo fresca, sin sacrificar la rígida y aburrida esencia de las marcas más tradicionales, pero buscando darle ese giro «atrevido» que la mayoría de las veces nos lleva de regreso hacer las cosas como realmente se tienen que hacer, es decir, como se hacían antes: horas de bocetaje, un buen layout, una foto hero producida por el equipo, un impecable trabajo tipográfico o la búsqueda de una tipografía que nos lleve de lo estético a lo funcional, y al final lo que cierra la pinza: un buen speech de película para vender la propuesta a un cliente que no tiene muy claro lo que quiere.
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