Despedida a Rubén Cherny

Atodo escritor, de tanto en tanto, le asisten dos dudas: ¿habrán llegado mis textos a sus destinatarios? y, en caso  afirmativo, ¿habré sido claro, comprensible y comprendido? Si la duda persevera, no es raro que el escritor apele a una conjetura extrema, a modo de esperanza: quizá, después de que me haya ido, mis textos logren mayor difusión. Rubén Cherny era escritor. Doy fe. FOROALFA, con quien colaboró inicialmente, registró varios artículos suyos. Por favor, léanlos. A él le encantaría. Y hasta podría asegurar que se los estoy recomendando por encargo suyo.

Esta nota nació gracias a Luciano Cassisi, que me invitó a que escribiera algo, como  homenaje y despedida de Rubén Cherny. Celebro que me lo haya propuesto, pues sin ese respaldo no sé si me habría animado. ¿Qué decir que no fueran frases hechas, fórmulas de compromiso que el mismo Rubén habría rechazado? Me pregunto entonces a quién se le escribe cuando se escribe acerca de alguien que ya no está. Sin duda se escribe a sus deudos que, en el caso de Rubén, debemos considerar deudores. Por culpa de su desmedida generosidad, todos sus amigos hemos quedado en deuda. Irreparablemente.

Hace unos meses, contándole muy desalentado un cúmulo de problemas personales, él se permitió un sarcasmo a sabiendas de que yo captaría perfectamente su afectuoso doble sentido: «al lado de lo tuyo, lo mío no es nada». Mucho antes, viviendo la prórroga de casi un año que le otorgó la ciencia, con su ironía de siempre, me dijo que sospechaba que el tratamiento estaba dando resultado, pues a los médicos los veía cada vez más contentos. Y agregó «mientras tanto, yo sigo; me encanta seguir». Todos sabíamos que se estaba yendo, pero ignorábamos cuándo lo haría. Y no queríamos saberlo. Como era de esperar, lo hizo antes de lo previsto. Estaba muy cansado.

Décadas de diálogo y una extensísima correspondencia, acumulada en su archivo y en el mío, nos permitieron, a él y a mí, pensar cada uno con la cabeza del otro y adelantarnos a sus pensamientos. Hoy puedo imitarlo. Y, dejándome llevar por su estilo, podría poner en sus labios una ironía final, con la certeza de que él la suscribiría: «me tengo que retirar; disculpen las molestias». Presiento, ahora, su sonrisa.

A pesar de lo doloroso de esta pérdida —y quizá por ello— me niego a interrumpir el humor, ese humor profundo que cifró nuestro diálogo durante tanto tiempo. Me niego. Y Rubén está de acuerdo. Si en esta nota he eludido el carácter de un réquiem y he mantenido el tono de nuestros diálogos y cartas, es simplemente porque siento que así, a través de mi voz, lo ayudo a seguir. A mí también me encanta seguir.

Artículos publicados por Rubén Cherny en FOROALFA:

• Dos batallas
• El rumor del silencio
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• Trabajar y mantener la independencia
• El instante creativo 2
• Sobre las ruinas del progreso
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