Nuestra brújula apunta al Sur

Como parte de un ejercicio académico que se realizó durante una clase de diseño industrial, junto con un grupo de estudiantes de segundo año,¹ nos propusimos indagar sobre el diseño popular en América Latina² como forma de pensar que comparte raíces con territorios como África, India y Australia, ubicados geográficamente en el hemisferio sur del globo terráqueo, y seguramente como consecuencia de la teoría de la separación de los continentes conocida como Pangea, en contraste con el pensamiento de los países denominados primermundistas que se encuentran ubicados al norte de nuestros territorios.

Los conceptos cardinales norte-sur son tan relativos como hablar de futuro-pasado. Dependen del punto de vista del interlocutor. Pero a la vez son parámetros tan influyentes que, al parecer, tienen el poder de marcar el destino de los habitantes de estas culturas milenarias. Así que preferimos distanciarnos un poco de lo tradicional y proponemos hablar mejor en términos de un norte instrumentalizado, masculino, singular, lineal, acelerado y punto de llegada, mientras que el sur puede ser desinstrumentalizado, femenino, plural, sinuoso, pausado y un recorrido.

Este tipo de reflexiones hizo que girara nuestra brújula para indagar sobre propuestas que se han escrito a cerca del sur como: El Vivir bien Andino,³ The Idea of South (a journey through the souths of the world) de Kevin Murray, Si el Sur fuera el Norte de Josef Estermann, Epistemologías del Sur de Boaventura de Sousa,⁴ Re-emerger: el retorno del Este global y del Sur global de Walter Mignolo,⁵ Para un pensamiento del Sur de Edgar Morin, Tre modi di vedere il sud de Franco Cassano, Teoría desde el Sur por Jean y John Comaroff ⁶ o Souther Theory de Raewyn Connell,⁷ entre otros.

Al final de esta búsqueda de referentes que nos permitieron nutrir con argumentos nuestra discusión, tal vez lo más interesante fue encontrar conceptos étnicos que han impulsado movimientos de comunidades del sur como lo son el Ubuntu (soy porque somos) en Sudafrica, el Antillanté del Caribe, Jindyworobak en Australia, Tikanga de Polinesia y Satyagraha en la India. Con esto en mente, quisimos orientar el desarrollo de nuestra clase hacia temas de diseño como nuestra particular área de interés, motivación que nos llevó a conectarnos con la propuesta de «Diseño del Sur», término acuñado por los profesores Fernando Álvarez y Alfredo Gutiérrez⁸ en 2013, que va a ser el eje central sobre el cual se construye la II Bienal Tadeísta de Diseño Industrial ⁹ en Colombia para el mes de septiembre del año 2014.

Opinión de mis estudiantes de diseño

En un aula de clases, donde se estimula el pensamiento del Sur, se trabaja con una jerarquía horizontal y el actuar del docente se caracteriza por ser un par con sus estudiantes, y es así como nos pareció importante construir nuestra propia definición sobre lo que entendíamos del «Diseño del Sur». Siendo coherentes con el espíritu de esta reflexión, aseguramos que todavía no se ha escrito la versión final y a continuación presentamos apenas unas líneas escritas por seis diseñadores(as) en formación:

• Para nosotros, «[...] el diseño del sur es aquel diseño que quiere trascender e impactar su entorno, pretendiendo siempre ser un factor de cambio para la sociedad, ofreciendo un desarrollo con horizontalidad, para generar victorias alcanzadas por los integrantes del grupo involucrado, como todo un diseño en comunidad; llevando esto a fundar una esperanza originada por escenarios de reflexión […]».

• El diseño del sur lo podemos entender «[…] como un diseño enfocado en individuos —no en series, ni masas—, como un proceso más humanizado […] en la mayoría de casos implementa la fuerza, pero son diseños que implican rebeldía y una creatividad mecánica. También se debe comprender como una actividad cultural que ha pasado de generación en generación […]».

• Tomando como base el texto de Edgar Morín, «[…] desde el pensamiento del sur también se destacan las cualidades del norte, porque es un diseño que acepta las heterogeneidades. Es consciente que existe una unidad en el mundo y que cada individuo posee ciertas características que lo hacen único. No es un diseño egoísta, sino que tiene en cuenta la diversidad de pensamiento, necesidades, contextos de los usuarios y se convierte en un diseño para la comunidad […]».

En el Sur diseño porque diseñamos

Con las anteriores bases conceptuales y apropiándonos de la premisa del profesor Krippendorff ¹⁰ que enuncia que la creatividad es una facultad de todo ser humano que le permite adecuar su entorno, nos aventuramos a realizar un trabajo de campo para buscar evidencias de objetos cotidianos en las calles del centro de Bogotá, que hayan sido creados por ciudadanos comunes que son ajenos a la formación en diseño, con la esperanza de que nos permitiera entender mejor un pensamiento del Sur desde sus habitantes.

Nuestra sorpresa fue mayúscula al encontrar un sinnúmero de ejemplos de artefactos generados o adaptados desde las «rebeldías creativas» —como las denomina De Sousa—, porque en la sociedad actual, existan o no diseñadores, la población desfavorecida ha tenido que resolver sus problemas cotidianos utilizando como única herramienta el sentido común. Es por eso que actualmente la ciudad se puede considerar un patio de juegos donde la creatividad y eficacia tienen los papeles principales para poder sobrevivir, y como lo indica el autor Arturo Escobar,¹¹ todo se va construyendo bajo un pensamiento económico, más bien recursivo y ecologista, pero siempre realizado por gente extraordinaria.

Debido a la cantidad de hallazgos decidimos reducir nuestro espectro de búsqueda y centrarnos solo en aquellas personas que han buscando dar solución práctica a sus necesidades de trabajo informal en las calles, adaptando de manera intuitiva artefactos ya existentes a su contexto particular, pero agregándole nuevos valores y significados con recursos económicos muy limitados.

Para eso entrevistamos un grupo conformado principalmente por mujeres y hombres que son vendedores ambulantes de alimentos, que han creado estructuras móviles con áreas especializadas para la exhibición del producto, almacenamiento, preparación de los alimentos, manejo de desperdicios, protección para la lluvia y hasta el cajón para guardar el dinero. Y aunque es un proyecto diferente, decidimos incluir un vendedor de obras de arte que decidió transformar el coche de su hija en una vitrina itinerante.

Son todas historias sobre oportunidades en las que se invirtió en el desarrollo de una idea, por medio de la construcción de un artefacto que permite proporcionarle un futuro y sustento a una familia, que por múltiples problemáticas necesitan buscar fuentes informales de trabajo, que dan identidad y soporte a una cultura y tradición popular. Los diseñadores podemos aprender no solo podemos intervenir en una comunidad como agentes externos, sino también podemos propiciar la interacción y el diálogo desde, para y por el diseño del Sur.

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