La primavera del diseño uruguayo
Una formación con énfasis empresarial y un sector bien articulado, con un decidido apoyo estatal, proyecta el diseño uruguayo al mundo.
AutorJorge Montaña Seguidores: 232
EdiciónJuan Miguel Lorite Fonta Seguidores: 17
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Tardíamente respecto a otros países de América Latina, Uruguay no tuvo su primera facultad de diseño hasta 1989. Fruto de un proceso de colaboración estatal con la comunidad europea, esencialmente con italianos, se fundó el Centro De Diseño Industrial (CDI) tomando como sede una antigua cárcel. Este centro, inicialmente autónomo, se integra como facultad a la Universidad de la República en el 2005 con obvias ventajas en términos de articulación, soporte y aumento de masa crítica.
Entre los años 2000 a 2004, El CDI fue sede de varios posgrados Mercosur Design con estudiantes de los países del Mercosur y Chile. El posgrado en diferentes temáticas (moda, muebles, objetos y empaques) tenía un énfasis muy fuerte en gestión de proyectos y, desde entonces, sus egresados, desde diversas instituciones en sus respectivos países, han realizado eventos, actividades y acciones muy importantes para la región a partir de la integración. La convivencia de la comunidad uruguaya mayoritaria y las amistades generadas con gente de diversos países, abrió la puerta a otros proyectos especialmente con y desde los países más cercanos (Brasil, Paraguay y Argentina) dejando atrás el, hasta entonces, tradicional aislamiento de los uruguayos respecto a sus vecinos geográficos.
El principal atributo de la la escuela italiana es que está muy centrada en la empresa. Su énfasis se orienta más hacia la producción de objetos esencialmente bellos y funcionales para vender y, por ende, crecer. Es decir, diseño industrial en su modalidad de oficio. Muchos de los diseñadores uruguayos, por la falta de un tejido productivo local, se dedicaron a la auto-producción, algunos de ellos siendo simultáneamente profesores en sus facultades. El resultado: pertinencia con la realidad local, necesario énfasis en emprendimiento y economía creativa, integración con sus vecinos; y lo más importante, logrando transmitir esos conocimientos a las nuevas generaciones en las universidades.
Mientras en otros países se empieza a exigir profesores de diseño con maestrías o doctorados (en lo que sea, pues en disciplinas relacionadas con el diseño casi no existen) y se han dispensado a los maestros con experiencia práctica con discutibles resultados, en Uruguay un gran porcentaje trabajan como empresarios de sí mismos. Mientras en toda América Latina, con la moda del diseño se han incrementado lo que llamamos «facultades de garaje» —con una mínima estructura y baja calidad—, en Uruguay el grado de diseño de producto se dicta apenas en dos universidades y un instituto universitario en sus modalidades de producto, indumentaria y gráfico.
Uruguay es un país pequeño, con poco más de 3 millones de habitantes, de los cuales por lo menos la mitad están concentrados en Montevideo. Los diseñadores se conocen, son amigos, hacen negocios juntos o atienden directamente al público en sus tiendas o estudios.
Desde hace algunos años, varios de ellos han tenido buenas experiencias yendo y viniendo a Argentina y Brasil, especialmente en el vecino estado de Rio Grande do Sul. Es el caso de Menini Nicola, un par de diseñadores industriales que producen sus diseños en madera de eucalipto local y que, a partir de su presencia en el renombrado concurso Salao Design, empezaron a trabajar con y para empresas de Brasil hasta llegar a vender en la destacada cadena Tok Stok. Otro caso es el de Tere Zunino, que ha trabajado para importantes empresas cerámicas en diseño de superficies y varios estudios de diseño gráfico que ofrecen sus servicios a empresas de países vecinos.
Influye en el diseño uruguayo también el ejemplo cercano y asesoría de la gente del Centro Metropolitano de Diseño, una institución que, instalada en los antiguos galpones de un deteriorado sector pesquero de Buenos Aires, se ha convertido en un polo no solo de diseño sino, sobre todo, de las industrias creativa. Cuenta con la asesoría de gente vinculada indirectamente al programa brasileño de diseño o a sus centros, como Giselle Raulick, con experiencia de muchos años en el Centro Design Wales en Europa, experta en el tema de políticas de diseño.
Uruguay es un territorio con pocas empresas y menos mercado, pero de gente con una refinada educación y cultura, y un propósito gubernamental de diversificar sus exportaciones, esencialmente agrícolas, para volverse exportador de servicios. Ya existía un proceso muy exitoso en el sector del software que ya tenía un componente de diseño, con lo cual las condiciones estaban dadas, faltando apenas un pequeño empujón. Este llegó después de un necesario proceso de madurez de los diseñadores con énfasis empresarial desde la academia, escaldados por una de las crisis cíclicas que sacuden el cono sur, pero esencialmente por una política de Estado de creación y apoyo al desarrollo de conglomerados productivos, entre los cuales se incluyó el de diseño con la Cámara de Diseño de Uruguay CDU. Un proceso no gratuito, empujado por algunos diseñadores uruguayos con el apoyo de gente visionaria dentro de las instituciones estatales relacionadas con la competitividad, que incluyó a las empresas de diseño como sector para recibir apoyo y asesoría al lado de otros mucho más fuertes, a pesar de ciertas reticencias iniciales dentro del ámbito gubernamental que se fueron reduciendo al ver los avances.
El consorcio (cluster) agrupa a empresas relacionadas o diseño-intensivas dentro de un sistema en el que se establecen relaciones con otros sectores y se habla en términos de negocios y ventas. Todo esto le ha dado un nuevo nivel al diseño uruguayo, proyectándolo hacia la exportación de servicios y productos. La cámara es, esencialmente, una asociación de empresas de diseño pero en ella también tienen asiento las universidades y un foro para acciones conjuntas; desde su cluster ha organizado eventos, publicaciones e investigaciones de mercado para el diseño con mucha notoriedad y ya se apresta a iniciar nuevos programas.
El resultado de todo lo anterior ha generado un boom de diseño uruguayo en todas sus modalidades con destacada presencia, no solo local, también internacional, incluso por fuera de su área de influencia vecinal. En el año 2012, se organizó la muestra Uruguay Design en Finlandia y también se participó coordinadamente en la Bienal de diseño Iberoamericano y otros eventos.
Los indicadores son impresionantes. Para dar apenas el ejemplo más reciente, en el Salao Design Movelsul 2014, el principal concurso de América Latina y después de años de participaciones esporádicas en esta edición, Uruguay tuvo 22 proyectos inscritos y 12 finalistas. Quizás por el éxito previo del dúo Menini-Nicola, que ha tenido una destacada participación en este evento y los llevó a ser hoy proveedores de Tok Stok y Obba, importantes cadenas de muebles y objetos con muy buen diseño. Este año fueron nuevamente premiados en la categoría industria en alianza con una empresa brasileña.
Mientras en otros países buscamos la cuadratura del círculo en términos de diseño, nuestros colegas del sur nos recuerdan la importancia de lo sencillo: tener propósitos comunes y articularlos para hacerlos realidad. Este articulo presenta los hechos relacionados y validados con sus protagonistas. La pregunta para hacernos es: ¿cómo la experiencia uruguaya podría resultar útil para otros países y/o regiones?
Articulo escrito con la colaboración de Alvaro Heinzen, y aportes de Agustin Menini Analaura Antunes y Tere Zunino.
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