La burbuja del arte: ¿realidad o ficción?

Las obras de arte contemporáneo tienen una extravagante manera de manifestarse en el mercado. Lo llaman «burbuja», pero un análisis directo descubre la verdad sobre este tema.

Erick Bojorque, autor AutorErick Bojorque Seguidores: 20

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Ben Lewis, crítico de arte contemporáneo, realiza entre 2008 y 2009 un documental que lo traslada a las mecas del arte mundial, en ese entonces, Nueva York y Londres: La gran burbuja del arte. Ya consciente de la existencia de los súper precios que envuelven la compra-venta de obras subastadas de artistas contemporáneos, se introduce en el intrincado mundo de coleccionistas, galeristas, marchands y críticos, determinando la existencia de una burbuja económica, una «gran burbuja del arte». 

Una burbuja económica es un evento nacido del mercado y la especulación financiera, que en un momento dado hace que el precio de activo o un producto tenga una subida anormal. Esta «subida» anormal puede tocar límites insospechados hasta el punto en que termina «reventando». Esto hace que los activos o productos bajen de precios en una escalada contraria, ocasionando deudas y quiebras.

Muchas son las burbujas económicas que el mundo ha visto. Las más conocidas son la Tulipomanía en el siglo XVII en Holanda; la Burbuja de los mares del Sur en 1720 en Gran Bretaña; el Crack de 1929 en EEUU en el mercado de valores; la Burbuja financiera e inmobiliaria en Japón en 1980-90; la Crisis financiera asiática o del FMI en 1997 por devaluaciones monetarias; la Burbuja punto com, entre 1997 y 2001 en el mercado de la Internet; la Crisis económica de 2008-2015 o la Gran Recesión a nivel mundial originada en EEUU; la Burbuja inmobiliaria en España entre 1997-2007. En todos estos casos han existido denominadores comunes por los cuáles estos eventos financieros fueron catalogados como burbujas económicas.

En primer lugar se encuentra ese algo por el que se especula: un valor, una mercancía, un servicio. Inmediatamente se ubica el interés denodado por ese algo que proviene de la ambición y la codicia. Después, el exceso que se traduce en un incremento de la demanda y también en la especulación de los precios. Luego se encuentra el estallido de la situación que determina la quiebra, directa o indirecta, por endeudamiento de los implicados y colaterales, como en el caso de la Crisis financiera asiática que dejó 22 millones de personas en la pobreza en pocas semanas. Por último se encuentra un estado poco estudiado y que tiene que ver con la no insistencia en seguir en esa misma dirección de especulación de mercado, con ese algo, así como se dieron los eventos en la Tulipomanía. Esto no significa que la actividad económica de la que se partió se detenga; es decir, no se ha dejado de comerciar en el mercado de valores o con bienes inmuebles, sino que se cambia de ruta hacia nuevos eventos económicos. Es por esta razón que se han dado varias burbujas económicas a lo largo de la historia monetaria mundial.

En el caso del arte sucede un evento inflacionario en el año 2009. Grandes coleccionistas como José Mugrabi, patrocinan obras de artistas como Warhol, Hirts, Bacon, Basquiat, Pollock, Koons, en las ciudades de Nueva York (Sotheby's) y Londres (White Cube), incrementando sus precios en cifras exorbitantes, mientras a la par el mundo vive la Gran Recesión. Estas cifras son fácilmente negociadas por ricos magnates americanos, europeos, chinos y de oriente medio. Ben Lewis, advierte la presencia ya de una supuesta burbuja económica. Se estaba especulando con la fama de los artistas para obtener jugosas ganancias. Las galerías y casas de subastas garantizan los precios de venta con el fin de tomar el mejor botín. Esto les lleva a mantener bloques de obras sin vender, sin salida, para evitar la debacle de las figuras de los artistas y por tanto la caída de los precios. Para Lewis es el momento en el que revienta la supuesta burbuja económica. Realmente había indicadores que permitían tomarla como tal.

Pero, el mercado del arte como bien lo expresa Vallugera (s/f), «no se trata de un mercado como cualquier otro», «debido a la peculiaridad de su producto». En el arte se encuentran intrínsecamente la valoración de las capacidades del artista, que el común de las personas no tiene y que la sociedad en su generalidad —como explica Becker (2008)—, da «derechos y privilegios para las personas que lo tienen» (p. 12); siendo la obra artística un bien que no corrompe a quién la tiene. De esta manera se explica el porqué cuando Ben Lewis denuncia a White Cube sobre la existencia en sus bodegas de lotes de obras de Damien Hirst sin vender, muy al contrario de dañar al artista, él logra venderlas todas en mejores condiciones que las esperadas en una sola subasta. Vemos así el primer indicio que aleja al mercado del arte de la supuesta burbuja económica. Luego en 2009 ciertamente caen las ventas, mas no los precios. Dice Lewis, la burbuja ha reventado. Pero, no se ha llevado a la quiebra a nadie.

Caso contrario a lo que ocurre en cualquier burbuja económica, en la que el mercado afectado tarda en recuperarse de las pérdidas, o simplemente desaparece, en el mercado del arte, al poco tiempo del supuesto crack, las obras artísticas se cotizan, pues se deja de pensar en especulación, en precios que para el vulgo son exorbitantes. Sainz Borgo (2015), comenta sobre «una obra tardía de Pablo Picasso que fue vendida por 179,36 millones de dólares el 12 de mayo de 2015, cuando en 1997 costaba 32 millones: menos de la quinta parte. La pieza se convirtió en una de las pinturas más caras jamás subastadas por Christieʼs». No queda más que preguntarse: ¿Puede una burbuja reventar para recomponerse y volver ha ser?

Conclusiones

Se ha tratado de percibir al mercado del arte contemporáneo como una burbuja, pero su comportamiento ha sido similar en forma pero distinto en esencia. Un desatinado nombre para este evento de mercado que es realmente un gigantesco motor que exige conocimiento, comprensión y capacidad de acción, que el artista común desconoce, no comprende y rechaza. La cifras indican la necesidad de una intervención, no de tipo legislativo, sino académico: enseñanza. Una mirada a vuelo de pájaro de la magnitud del evento sin visos de fenecer, ya que es un acto creativo, un acto de expresión de la humanidad misma, que participa del intercambio monetario, nos la muestra Sainz Borgo (2015), que estima que «el mercado del arte mundial lo dominan 50 casas de subastas y 650 galerías» y «a pesar de los bajones, desde 2012, la dimensión del mercado no ha parado de crecer». Una puntual mirada del impresionante panorama en el que el artista ha de desenvolverse.

Participamos de la conclusión de Vallugera (s/f) en lo relativo a la formación académica del artista en el campo del mercado del arte, «en el estudio de los mecanismos de intercambio del objeto artístico, no sólo en la actualidad, sino históricamente. Consideramos que la mejor manera de adquirir estos conocimientos es analizando el funcionamiento, las tendencias, la evolución y las dinámicas del mercado del arte en la actualidad». Un mercado que ha de ser visto amigable y dador, y no como soporte de la ineptitud.

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