Ivan Chermayeff, por Ikko Tanaka
A diez años de la muerte del gran diseñador japonés Ikko Tanaka (1930-2002), este texto pone en relieve su pasión por el diseño gráfico.
AutorLucas López Seguidores: 31
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En ocasión de la presentación de la obra gráfica del diseñador inglés Ivan Chermayeff, publicada en 1990 en la recordada revista japonesa Creation, el diseñador japonés Ikko Tanaka dedicó las siguientes líneas, —en forma de prólogo, en japonés e inglés—, plenas de observación, respeto y devoción a la obra de Chermayeff. Célebre por presentar trabajos de diseñadores e ilustradores de todo el mundo, con una calidad encomiable y un alto cuidado de edición, Creation fue diseñada y editada por el diseñador japonés Yusaku Kamekura, con colaboraciones del propio Tanaka, quien solía escribir sobre grandes maestros del diseño. A continuación, el texto completo, algunos trabajos de Chermayeff e imágenes de la edición impresa, hoy difícil de conseguir.
«Hay algo inexpresivamente noble en el trabajo de Ivan Chermayeff. Son trabajos vibrantes y vivos, casi efervescentes, sin una pizca de cinismo. En ese sentido, se podría decir que sus trabajos se asemejan a samurais gallardos de viejo. Esta evaluación se aplica de igual forma a la totalidad del trabajo de Chermayeff, sean afiches, símbolos corporativos, o diseño de interiores. Cada uno de sus trabajos son saludables, refrescantes, en estado de ebullición, que inducen a la misma sensación de espiritualidad vigorosa que uno siente cuando contempla el cielo azul».
Tanaka hizo amistad con personalidades como Herb Lubalin, el tipógrafo Aaron Burns, Lou Dorsfman, y el propio Chermayeff, a partir del primer viaje que realizó a Nueva York en 1960, en plena crisis japonesa. De esos días, Tanaka evocaba la noción de una ciudad evolucionada como la norteamericana, que lo impactaba de forma única. De estos diseñadores, Tanaka conoció en profundidad el diseño gráfico y la tipografía de entonces, plena de vitalidad.
«Las formas de Chermayeff son siempre perfectamente lúcidas, con colores claramente refinados. Cada trabajo también se aproxima a su objetivo con razones tangibles. Al respecto, Chermayeff lleva consigo la fuerza natural de la gráfica estadounidense, que lo convierte quizás en el diseñador más típicamente norteamericano.
Chermayeff es un hombre notablemente educado, bendecido por un ojo singular para el arte contemporáneo. Cuando vino a Japón en 1970 junto con la Expo de Osaka, rápidamente tomó nota de un número de artistas japoneses contemporáneos y recomendó sus trabajos para incluir en las colecciones de Estados Unidos. Más recientemente, compró un trabajo a gran escala del artista emergente Shinro Otake para el lobby de su oficina en New York.
El foco de las actividades de Chermayeff es además increíblemente amplio, y lo ubica alejado de la mayoría de los diseñadores norteamericanos. Sumado a su amplia actividad gráfica, diseñó libros para chicos, colaboró con arquitectos en edificios públicos, y participó en numerosos proyectos conectados con exposiciones muy reconocidas, muchas en colaboración con su socio Thomas Geismar. Quizás la inusual amplitud de actividades de Chermayeff derive de una necesidad interior –casi una misión personal– de extender su campo estético todo el tiempo. Un campo estético que aparece como un hilo conductor a través de todo su trabajo».
Eran otros tiempos, aunque no tan lejanos. En mi opinión, en los actuales tiempos de belicosidad, es saludable ir al rescate de casos alejados de la contienda y la revulsión. Como un remanso, este texto de Ikko Tanaka es ilustrado, pleno de matices y, especialmente generoso frente al trabajo desarrollado por un contemporáneo. Por su parte, Chermayeff exhibe en las páginas de Creation un catálogo de notable inspiración.
«Al mismo tiempo, como hombre independiente, Chermayeff continuamente vuelve a si mismo e intenta distintos sentidos de expresión. Tomemos estos trabajos de collages, por ejemplo, que comenzó en 1960. En todo trabajo de diseño, las intromisiones vulgares de distinta naturaleza invariablemente aparecen. Pero en sus collages, Chermayeff remueve esos extraños intrusos uno por uno, y en el proceso revela su verdadero caracter. Superficies coloreadas que colisionan para crear formas tanto puras como abstractas, que a su vez se mezclan con imágenes y letras que comprenden información real. El único camino en que estas piezas, a modo de fusible, sirven para crear un microcosmos que es rápidamente reconocible sólo de Ivan Chermayeff.
Humor sano del bueno. Formas encantadoramente refrescantes. Estos dos elementos por un lado reflejan la sensibilidad inocente, casi infantil de Chermayeff; por el otro su inteligencia incuestionable y profunda. Ambos juegan un dueto de encanto visual y exhuberante armonía.
Aún, entre sus colores iluminados, se puede detectar trazos de un ingenio intelectual, sofisticado e irónico. Este es un mundo que podría ser solo de un norteamericano, de un neoyorquino, el mundo único de Ivan Chermayeff».
Creation se publicaba cuatro veces al año, y su número final estaba planificado en el número veinte. El capítulo de Chermayeff se publicó en el número cinco, junto a las presentaciones de figuras un tanto olvidadas como Guy Billout, Odermatt & Tissi, Karl Korab y Kazumasa Nagai, entre otros. Ikko Tanaka murió el 10 de enero de 2002, a la edad de 71 años, dejando un legado gráfico de excepción, que aún perdura.
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