Manifiesto de diseño
Los 10 principios que guían mi práctica diaria de diseño.
AutorPablo Zarate Seguidores: 16
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Este Manifiesto es la conclusión de casi veinte años de trabajo y esfuerzo. Es la vara con la que mido mis decisiones y con la cual elijo los proyectos en los que me involucro. No son, bajo ningún aspecto, definitivos. Espero recorrer esta carrera por mucho tiempo más y adoptar nuevas lecciones que me ayuden a evolucionar estos principios.
Si recién estas comenzando tu vida profesional, espero que este manifiesto sea de ayuda. Lo publico para que lo adoptes o bien lo uses como un template para escribir tu propio set de principios.
Entiendo que buen profesional es alguien que acepta su responsabilidad ética hacia la comunidad y tener un manifiesto es un buen punto de partida.
1. Diseñar es una actividad intelectual y por eso es importante
La génesis de lo que hacemos yace en la chispa de una idea. Como diseñadores, tenemos el talento de visualizar en nuestras mentes el proceso completo de cualquier cosa que queramos llevar a cabo.
Dieter Rams bien dijo alguna vez que «el buen diseño está pensado hasta el último detalle» y «los detalles no son los detalles, son el diseño» (Charles Eames). Admitir lo real y crucial que es el lado intelectual de nuestra profesión es el primer paso para una buena práctica profesional.
2. Todo diseño debe ser humano, honesto e inteligente
Este es el truco para alcanzar algún grado de grandeza en la industria. Antes de ser diseñadores, somos humanos. Por consiguiente, todo lo que diseñemos debe hablar un lenguaje común, entendible. Nuestros usuarios merecen que obremos de forma honesta y que les acerquemos productos o servicios que les ayuden a cumplir algún objetivo, sin hacerlos sentir inferiores ni malgastando su tiempo.
3. El rol del diseño debe ser preocuparse por la gente, los mensajes y las ideas
Todos tenemos la responsabilidad de cuidar del otro, pero como diseñadores, además, tenemos el deber de cuidar por la coherencia y consistencia de los tiempos que vivimos. Somos responsables de lo que insertamos en el mundo. Lo que hacemos nos debe importar y debemos ser cautelosos al escoger el mensaje o ideal que vamos a acompañar. Un buen mensaje puede llevarnos a grandes conceptos capaces de cambiar sociedades enteras. El mal diseño sucede cuando los diseñadores ignoramos lo que verdaderamente importa.
4. Un buen diseñador debe atender sus ansias creativas y apuntar alto, sin importar el costo
Llegar a una definición incuestionable del concepto de creatividad es casi imposible; sin embargo, cuando estamos frente a algo que no es lo suficientemente bueno, lo suficientemente creativo, lo sabemos inmediatamente, sin dudarlo. Hay que confiar en nuestro instinto y desafiarnos, evitando las recetas que sabemos que funcionan. El objetivo es mejorar haciendo, y si el resultado es humano, honesto e inteligente, el mundo sabrá agradecer.
5. Un buen diseñador sabe valorarse y venderse
Es sabido que todo lo que hacemos tiende a interpretarse como algo sencillo de lograr, pero eso no significa que nuestro trabajo deba devaluarse. El buen diseño es un buen negocio. Todos debemos aprender a lidiar con clientes y cobrarles un monto justo para ellos y para nosotros.
6. Un buen diseñador no diseña cosas inútiles o banales
Vivimos en una sociedad que está diseñada para consumir(se) de forma frenética y sin control. Aceptar esto como algo normal es un error que genera desbalances en todas partes. Para corregir esto, el primer paso lo debemos dar nosotros aprendiendo a decir «NO» cuando nos llega un proyecto cuyo objetivo final no sea algo esencial para la sociedad. No necesitamos más. Necesitamos menos, pero mejor.
7. Un buen diseñador sabe que la audiencia no es tonta
El error más común que podemos cometer como diseñadores es asumir que la gente es estúpida o que no desea ser desafiada. Si lo que buscamos es hacer algo que tenga un impacto real, el primer paso es tener un respeto auténtico por los usuarios.
8. Los diseñadores deben ayudar, respetar y reconocer a otros diseñadores
Transitamos un camino que otros antes que nosotros supieron construir. Un camino que dio forma a nuestros conceptos y nos dio las herramientas que usamos a diario. Ese legado hay que respetarlo y reconocerlo. Incluso aquellos diseñadores que dañaron la profesión merecen el respeto por habernos enseñado la diferencia entre lo bueno y lo malo.
9. Trabajar duro es la clave. El talento no es suficiente
Los mejores diseñadores saben que el talento no es algo de lo cual fiarse. Todo se reduce al viejo dicho: 1% inspiración y 99% transpiración. Hay que dar la cara, hacer nuestro mejor esfuerzo, disculparse ante el error y continuar.
10. El buen diseño es éticamente correcto y no causa daño
En nuestra profesión no existe nada remotamente parecido al juramento hipocrático. Y la inexistencia de algo tan básico es la primera razón por la cual la humanidad ha sido testigo de tantos «crímenes de diseño». Si nuestro propósito como diseñadores es ayudar a que la gente cumpla sus metas, evitándoles algún contratiempo (o daño), entonces tenemos que realzar nuestra práctica respetando valores, cuidando la ética profesional y velando por el bienestar de lo que hacemos.
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