Álvarez sobre La voz de su amo (44611)
Diálogo iniciado por Rodolfo Álvarez en el artículo La voz de su amo
Como si el cliente fuera un guía-director de orquesta, que desconoce al músico que interpretará su música, no sabe cual será el éxito final del concierto pero quiere acometerlo, uno es capaz de cambiar la partitura mientras el otro ejecuta desorientado sus caprichos. El dilema es ser un interprete válido y no un mero operador teledirigido. La música puede ejecutarse o interpretarse y esa es la diferencia. En la teoría ideal: se puede dotar de "habla gráfica" la voz del cliente, interpretando a la perfección "la partitura", (siempre que el cliente guía-director entienda la música y permita interpretarla). En la realidad urgente: el diseñador termina "decorando con notas disonantes"coloca notas, según las van pidiendo, porque desconoce la interpretación real y el espíritu de la música, al caer atrapado en el desconcierto.
En esta ecuación, no sólo importan los vicios del diseñador; también la cultura (de imagen, empresarial, etc.) del cliente. Hay clientes que sino conciben y buscan aún mero decorador.